El pasado fin de semana estuve recorriendo la Costa Brava y tuve ocasión de probar el menú de degustación del Restaurante Freu, un menú de lujo en un restaurante reconocido con un Sol Repsol.
El restaurante está dentro de las instalaciones del Hotel Guitart Monterrey, en Lloret de Mar, y está abierto tanto a los clientes del hotel como a cualquiera que quiera acercarse a disfrutar de la creatividad de su chef Pep Arbós. El menú es realmente una delicia, que justifica la visita por sí solo.
El local
Situado dentro de las instalaciones del hotel, perteneciente a la Asociación Costa Brava Hotels De Luxe, el Restaurante Freu se ubica junto a una preciosa cristalera que da acceso a las terrazas llenas de lilas en las que también se puede comer cuando acompaña el tiempo. Gracias al ventanal, el local o la sala del comedor es amplio y luminoso.
Las mesas son de buen tamaño, tanto las de grupos grandes como las reservadas para parejas o pequeños grupos. La vajilla y la decoración hacen guiños al mar, haciendo homenaje a la palabra Freu que designa un espacio en el mar.
El menú
Comenzamos muy fuerte, con un delicioso Yogur de erizo con manzana verde y aguacate. Delicioso, fresco y original, fue uno de los platos que más nos gustó. La combinación de sabores y texturas y la presentación en vaso resultaron muy agradables para empezar.
Seguidamente otro plato muy bonito visualmente, una combinación de productos del mar que llegó sobre una piedra con el nombre de Roca de mar de Sa Caleta, con mejillones, algas, caballa, pulpo y otros productos del mar. Fresco y delicioso.
Seguimos con una Gamba de Blanes, con su arroz socarrat. El arroz estaba bueno y sabroso, y las gambas, con la calidad tradicional que tienen las gambas rojas de la zona. La espuma era de coral de la gamba.
Un plato muy curioso, precioso en su composición y con buena combinación de ingredientes fue el Turrón de foie en perfecto equilibrio. Para mi gusto, le sobraba la capa de cacao sobre el foie que le mataba un poco el sabor y había un error con la quenelle de helado.
Si bien nos dijeron que era de sorbete de pimienta, tenía un sabor que recordaba más a una natilla o una crema catalana y que no pegaba con el plato. No sé si fue un error al elegir la tarrina de helado y montar el plato o que no salió como quería el chef.
Los platos fuertes del menú fueron un Gallo de San Pedro con nabo, chirivía y esparragos de Palafolls, estupendo de punto y con la textura tersa de este pescado y un cabrito lechal a baja temperatura acompañados de colmenillas, sencillo pero muy bien elaborado.
El postre fue una mezcla de helado de café, cacao, avellanas y una espuma de mascarpone, muy agradable para poner fin al menú. Después, los cafés, petit fours e infusiones para una agradable sobremesa en el local.
Los vinos que tomamos durante la degustación fueron Principia de Mathemática DO Penedés, Terras Gauda La mar, DO Rias Baixas y Els Pics de Priorat. Este menú Gastronomic de siete platos tiene un precio de 55 euros y tienen también otro Gran menú Gastronómic de 10 preparaciones a un precio de 90 euros.
Restaurante Freu
Hotel Guitart Monterrey
Asociación Costa Brava Hotels de Luxe
Ctra. Tossa de Mar, s/n.
Lloret de Mar, Girona
Tel Reservas 972369326
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Es indudable que la cocina peruana tiene cada vez más tirón en nuestro país y no es de extrañar que existan muchos restaurantes de esta nacionalidad que nos atraen con su peculiar cocina. Hace poco he conocido el restaurante Piscomar, un peruano que hay que visitar en Madrid, del que por su calidad, os voy a hablar hoy.
Como decía, este local inaugurado hace menos de dos años es un pequeño restaurante, con decoración muy mejorable, pero que cuenta con mesas y sillas cómodas, y en el que se agradecería una reforma que hiciera que su aspecto fuera acorde con su calidad.
Cuando estuve hace unos diez días visitando el restaurante Piscomar, había leído un comentario de Luis Arévalo, el chef de Kena, hablando del cebiche de Joseph y diciendo que era el mejor cebiche que había en Madrid. 
La degustación comenzó con un pisco Sauer, acompañado de unos crujientes de aperitivo, basados en yuca frita y maíz, acompañados de una salsa tari de acompañamiento elaborada con ají amarillo y wakatai. También unos palitos de yuca como si fueran patatas fritas, acompañados con salsa tártara.
Los tiraditos son platos con un corte de pescado aderezado con diferentes ingredientes. Espectacular fue el "Tiradito apasionado" llamado así porque lleva maracuyá para aderezar la corvina, con un delicioso sabor entre cítrico y dulzón. El otro tiradito, fue el "tiradito Chifero", (de la cocina Chifa) de atún toro, aderezado con sillao, con lima y jengibre y salsa de ostras. 
El ceviche "Me sabe a Perú" que alababa Luis Arévalo, con ají amarillo y limón, resulta muy equilibrado, con un ligero punto picante que se compensa con la guarnición porque esta receta se sirve acompañada de camote (boniato) y dos clases de maíz, (choclo hervido y maíz crujiente a cancha). Un plato auténtico peruano, rico y original como ceviche. 
Para los postres, probamos los cheesecake de Lúcuma, una fruta peruana que no me entusiasmó, y el pai de limón (lemmon pie), un postre que me gusta pedir cuando lo veo en los restaurantes, y que aprecio mucho cuando está bien elaborado, como ocurrió en este caso.
Hace unos días tuve ocasión de asistir a un restaurante que me gustó mucho y tenía ganas de comentaros lo que probé y explicaros por qué me convenció la propuesta del Restaurante la Chusquery, fusión de la cocina castiza y asiática para compartir.
Comenzamos con un tiradito de zamburiña, condimentado con aji rocoto y sal ahumada, una delicia en tamaño mini llena de sabores y contrastes muy interesantes. A continuación, un bao de panceta cocinada a baja temperatura servido en un bollito chino cocinado al vapor y condimentado con menta, albahaca y cilantro. 
En primer lugar una ensalada de burrata y rúcula, aliñada con una vinagreta de jamón y tomate, en la que el elemento sorpresa lo aportaban los tomates confitados a baja temperatura hasta deshidratarlos parcialmente -deliciosos- y con toques herbales de albahaca y menta.
A continuación, la molleja de ternera con salsa hoisin acompañada de setas cocinadas como si de un anticucho peruano se tratase. La molleja estaba tiernísima, tras haberse cocinado a baja temperatura en vacío, después frita la parte exterior y rematada en la parrilla tras filetearse.
Para finalizar pedimos como postre un bizcocho caramelizado acompañado de helado y sal, al estilo de las torrijas realizadas en la plancha y caramelizadas, que estaba bueno, pero no era tan espectacular como el resto del menú.
Llevaba tanto tiempo queriendo acercarme a ver a Fernando Limón y Tere y disfrutar de su cocina, que cuando estuve el pasado Martes en Alpedrete (Madrid) para comer en el restaurante La Sopa Boba, me deslumbraron con la magia de la creatividad y el sabor que saben plasmar en cada plato. 
Para empezar, nos ofrecieron dos aperitivos: unos bombones de aceituna y anchoa, que había que comer con cuidado pues el relleno es líquido y explota inundandote la boca; y seguidamente, unas tartaletas templadas de buey de mar con cereza lyo, muy originales y llenas de sabor. 
Para acompañar los cafés, nos obsequiaron con unos chupachuses de yuzu y chocolate, una combinación de helado cítrico envuelto en chocolate como un bombón, que remató una de las mejores comidas de los últimos tiempos. Un lujo de creatividad y sabor que pudimos disfrutar en La Sopa Boba por menos de 35 euros por persona.
Hace unos días estuve celebrando con mi mujer el final del rodaje de una película que la ha tenido fuera de casa unos meses y nos fuimos al Restaurante Izariya donde se puede comer alta cocina japonesa en Madrid.
Si quieres ver cómo te preparan todo y disfrutas viendo a los cocineros trabajar cada plato, elige la barra y disfrutarás en primera fila del buen hacer del chef y sus compañeros que te deleitarán con la facilidad con la que trabajan y la velocidad con que sirven los distintos platos. Hay siete puestos para comer en la barra así que indícalo al hacer la reserva.
El menú de 80 euros, que fue el que probamos, incluye al comienzo un original aperitivo, una porción de tofu de edamame muy caliente servido con wasabi fresco, cuya textura resulta sorprendente y con un intenso sabor. Excelente para abrir boca, en especial en compañía de las diferentes cervezas japonesas que tienen en su carta. La Coedo, artesana y con carácter me resultó especialmente buena, aunque también me gustó la Ichiban, más suave.
Continuamos con el sashimi de pescados. Delicioso atún rojo, tierno y jugoso, sorprendente la dorada y espectacular el calamar fresco servido en una hoja de sisho que había que enrollar y morder. El sutil aroma a frutos secos de la hoja funciona de forma increíble con el dulce del calamar en crudo. Una maravilla.
Continuamos con una témpura mixta con hortalizas y carne con una calidad excepcional. Crujiente, a la temperatura perfecta y con unos ingredientes sabiamente seleccionados, fue uno de los platos más ricos.
Tras este despliegue creativo, falta el último plato, el Tahikomi Gohan, un caldero de arroz con salmón cocinado en una olla de vapor, que tras enseñarnos, preparan directamente y sirven a los comensales, junto a una deliciosa sopa de miso y tofu, delicada y reconfortante.
Para terminar, el postre, una quenelle de helado de níspero. Dejando de lado que el helado estaba delicioso de sabor, en su punto de azúcar y que era cremoso de verdad, me quedé con ganas de más. 
Desde que lo vi en el blog de nuestros compañeros de Trendencias Lifestyle, estaba deseando acercarme a este restaurante que todo el mundo recomienda para probar sus famosos cucuruchos de pescaíto, calamares y otros productos del mar. La experiencia ha sido muy agradable por lo que creo que El Chiringuito del Sr. Martín es una buena opción para poder disfrutar de pescaíto frito y de buen pescado fresco en Madrid. 
Tiene una barra en el centro que hace las funciones de "pase", una cocina acristalada abierta al público y una pequeña exposición de pescadería en la que podemos ver y elegir el producto que vamos a degustar. El conjunto resulta acogedor y agradable para reuniones informales.
Nosotros comenzamos con un salmorejo cordobés (que tenía más textura de gazpacho pero con un sabor muy conseguido y que nos resultó muy refrescante), y una ostra de Gillardeaug al natural, una auténtica delicia para abrir boca.
Recién llegados de la pescadería, los chipirones del Mediterráneo, quizás lo que más me gustó. Estupendos de punto, frescos frescos y muy bien cocinados. Después continuamos con rodaballo a la plancha, y pulpo a feira que acompañamos con un vino blanco Albariño de la DO Rias Baixas, El jardín de Lucía, francamente bueno.
Para terminar, aunque estábamos ya bien llenos, llegamos a los postres. Rica la tarta de limón con merengue, el estilo de los lemmon pie clásicos, con muy buen punto entre el dulce y el ácido, y muy equilibrada y correcta la tarta de chocolate, aunque me gustó más la otra. 
En conjunto, un buen lugar para ir sin grandes pretensiones en el que sin duda gracias al producto y buen hacer en la cocina, podréis disfrutar por encima de las expectativas, a precio correcto ya que no pasamos de 25 euros por persona. 
¿Hay algo que nos refresque más que una cerveza bien "tirada" cuando llega el verano? Para muchos, tomar una buena cerveza es la mejor opción para hidratarse y reponer los líquidos pero por si alguien no puede permitirselo, llega una iniciativa para que el que lo desee, deje una cerveza pagada al que no tiene dinero para ello. Tras el café pendiente llegan las cañas pendientes. 
Un restaurante de Madrid, "La 5ª con Madison", que ya incorporó la tradición del café pendiente (café sospeso) a partir de ahora ampliará ofreciendo la posibilidad de la caña pendiente siendo así un movimiento solidario con quien no pueda pagarla, y además haciéndolo de forma anónima. Desde el mes de septiembre, cualquier cliente de este restaurante italoamericano podrá tomarse una cerveza y dejar pagadas una o más para otro cliente. 
Hace unas semanas, con motivo de la presentación de una nueva gama de arroces asiáticos conocí este restaurante madrileño que abrió en el mes de octubre. Durante la presentación, me invitaron a conocerlo tranquilamente en el mes de agosto ya que durante este mes el restaurante Caray permite hacer un viaje por la gastronomía de nuestro país, sin necesidad de viajar, a través de productos como pescados de Galicia, ortiguillas de Cádiz o las gambas del Mediterráneo así como platos de carnes y caza.
La cocina de producto es la principal característica de este establecimiento que había conocido, como os decía, unas semanas antes, al probar algunos platos cocinados con arroces 
Concretamente comenzamos con un palo cortado Wellington de 20 años, con un aroma excelente que acompañó los entrantes; seguimos con un delicioso Riesling con el que tomamos la ensalada y el risotto; y para el plato proncipal, el vino elegido fue Raya, un vino de uva garnacha tintorera de la D.O. Almansa que fue todo un descubrimiento por su equilibrio, precio y sabor.
Tras los entrantes llego el vino de Almansa que sirvieron con un risotto de setas con peineta crujiente de queso, y el plato principal. Yo opté por un plato de presa de cerdo ibérico a la plancha con salsa de tres quesos y otros optaron por el rodaballo con bouquet verde. 
Para los postres probamos una pequeña tabla de quesos (la que es para dos personas se ofrece a 16 euros) y quizás el plato más rico, un cremoso con frutos rojos frescos en el que los arándanos te estallaban en la boca, que me pareció muy delicado. Como habíamos estado tomando un vino para cada tipo de platos, con los postres llegó Ferrandes, un vino dulce pasificado de Sicilia que con sus aromas de orejones y frutos secos funcionó estupendamente y apuramos en la sobremesa.
El pasado fin de semana estuve en Málaga y tras una 
La característica principal del local es su decoración, llena de carteles que se asemejan a rótulos de tiza que son obra de Elena Guardia. Frases divertidas como "Local 100% libre de Gambas" o "Zona libre de humos y de prejuicios sobre videos de gatitos", animan a descubrir y leer todas las que están repartidas por el local, lo que hace pasar un rato entretenido a los comensales.
Presentada en una carpeta de oficina de cartón azul con gomas, otro elemento divertido del local, la carta incluye ocho hamburguesas diferentes, ensaladas, algunos sándwiches y otros productos. Todos son preparados con esmero, siempre con productos de calidad como la carne de retinto utilizada para las hamburguesas, uno de los elementos distintivos de su oferta gastronómica.