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El francés Mirazur es el mejor restaurante del mundo, Asador Etxebarri hace podio en la tercera posición

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El francés Mirazur es el mejor restaurante del mundo, Asador Etxebarri hace podio en la tercera posición

El restaurante Mirazur de Menton, Francia, capitaneado por el chef argentino Mauro Colagreco, ha sido elegido este año como el mejor restaurante del mundo, siempre según bajo el criterio de la lista The World´s 50 Best Restaurants, que pese a ser cada vez más cuestionada entre críticos y chefs, sigue siendo uno de los rankings con más influencia y poder en el panorama gastronómico. El podio lo completan Noma y Asador Etxebarri, la mejor posición española de este año, con los hermanos Roca fuera de la competición.

Había mucha expectación -aunque fuera para criticar- por conocer el nombre del nuevo ganador, tras el cambio de reglas anunciadas unos meses. Ningún vencedor anterior podía ya repetir, y eso dejaba las puertas abiertas a renovar y diversificar un poco el top del ranking. Renovación relativa, ya que se repiten muchos rostros conocidos -con sus subidas y bajadas-, y el renovado Noma ha vuelto con la mejor entrada de la lista, directamente al segundo puesto.

Tras conocer que Etxebarri se había alzado hasta la tercera posición, solo quedaba el misterio de comprobar si Noma conseguía directamente volver a ganar con su nueva piel, o Mirazur terminaría la escalada iniciada hace ya unos años. Quedándose el danés en segundo puesto ya estaba todo el pescado vendido, y el equipo liderado por Mauro Colagreco se lanzó a celebrarlo antes de que se "desvelara" el nombre del ganador.

Muy emocionado, el cocinero argentino quiso dedicar el premio a sus raíces, a su trayectoria y al equipo tan diverso de diferentes lugares del mundo que forma su restaurante y su familia, una unión simbolizada en esa bandera múltiple internacional. Y recalcó que los valores de su cocina se sustentan en los mismos que han guiado y deben guiar a Francia: liberté, egalité, fraternité.

Victor Víctor Arguinzoniz de Asador Etxebarri (Foto: Arguinzoniz/Mariano Herrera)

España ha cumplido ha cumplido con todos los pronósticos en cuanto a número de restaurantes en la lista, con un total de siete nombres entre los 50 mejores del mundo, el mismo de la edición anterior, con la diferencia de que el Celler de can Roca y Arzak -descendido- han dejado su hueco a Nerua y El Kano, que se han colado en el listado de los grandes ocupando los puestos 32 y 30, respectivamente. En total, son 13 los restaurantes españoles reconocidos en la 50Best ampliada a 120 posiciones.

La organización ha empezado gustándose mucho a sí misma, celebrando sus grandes momentos del pasado y volviendo a explicar los cambios de las reglas del juego que arrancaban este año. Mayor diversidad, mayor inclusión y paridad de género son los objetivos que afirman guían la filosofía de la lista.

Antes de arrancar con los festejos se ha rendido un pequeño homenaje a grandes figuras desparecidas el año pasado, los chefs Joel Robuchon y Raquel Rosemberg, más un simbólico recuerdo hacia Anthony Bourdain, que precisamente hoy hubiera celebrado un nuevo cumpleaños.

jessica prealpato Jessica Préalpato, mejor chef pastelera (Foto: Benjamin Schmuck)

Más allá del ranking, la organización ya adelantó algunos galardones entregados durante la gala, más enfocados a reconocer el valor de personalidades concretas en diferentes campos de la gastronomía. Así, Jessica Préalpato, jefa de pastelería del restaurante Alain Ducasse au Plaza Athénée se ha coronado como la mejor chef pastelera. La francesa destaca por su cuidado trabajo desarrollando postres en los que reduce al mínimo el azúcar para dar protagonismo a los ingredientes jugando con la evocación de la naturaleza.

W50br19daniela Daniela Soto-Innes, mejor chef femenina

Daniela Soto-Innes, socia y chef del restaurante Cosme and Atla de Nueva York, ha recibido el premio como mejor chef femenina de este año, un galardón no exento de sus propias polémicas. Pero la joven cocinera mexicana se veía visiblemente emocionada y nerviosa al subir al escenario, y en su discurso ha querido recordar sobre todo sus raíces y la alegría que asocia a estar en la cocina, una idea que sin embargo choca con la realidad del mundo gastronómico actual.

La chef confesó sentirse muy decepcionada al encontrarse un ambiente de competitividad y falta de empatía en las cocinas profesionales, pero decidió que así no iba a ser la filosofía de su propio restaurante. Reconoció el orgullo que siente por su equipo en el que destaca la diversidad y el sentimiento de familia, hospitalidad y energía positiva inspiradora que quieren transmitir con su cocina.

W50br19jandres José Andres, Icon Award

Finalmente, José Andrés ha subido al escenario en representación del premio American Express Icon Award, por una labor que trasciende lo puramente gastronómico y que ha puesto un poco los pies en la tierra entre tanto lujo y exceso culinario. El chef español se ha convertido en un icono mundial por su activismo y su labor humanitaria que inspira a muchos otros, como han reconocido varios compañeros. "En un momento en el que se quiere excluir a los demás construyendo muros, inmigrantes como yo tenemos que ser una voz para la inclusión".

José Andrés ha recogido el premio con generosidad pero considerándose solo la representación de todos los hombres y mujeres que trabajan y luchan cada día por hacer un mundo mejor. Para él, el mayor logro de los 50Best es plantar la semilla de la esperanza de miles de otros restaurantes y profesionales que sueñan y trabajan cada día para mejorar y aparecen en listas como esta.

Cocinamos para una minoría, pero no podemos olvidar que necesitamos cocinar para la mayoría. ¿Y quién alimenta realmente al mundo? Sobre todo son millones de mujeres que cada día cocinan y luchan por sacar adelante a sus familias.

Nuevo ranking, nuevas reglas: más polémicas

Se conocen como "los Oscar de la gastronomía" y la organización no rehúye la comparación, más bien la abraza con todas sus consencuencias. En las últimas semanas se ha ido preparando el terreno con galardones y listas paralelas, incluyendo la publicación de la lista del 51 al 120 hace apenas unos días, todo para culminar en una gala festiva llena de lujo, brillos y alfombra roja. Si los Oscar son un espectáculo que celebra la industria del cine desde dentro, los 50 Best no se quedan atrás.

Mauro Mauro Colagreco del restaurante Mirazur (Foto: Matteo Carassale)

Y, también como los Oscar, los resultados volverán a estar rodeados de polémicas, pues ya sabemos que en esto de las listas y los premios nunca llueve a gusto de todos. Precisamente para calmar un poco las polémicas en torno a su funcionamiento, se estrenan este año unas nuevas normas que pretenden dar mayor diversidad y abrir el juego a nombres más pequeños y desconocidos, aunque la revista Time apunta hacia otras sospechas.

Según fuentes de la revista, la "propuesta" -¿impuesta?- por modificar la normativa vendría de un grupo de conocidos chefs, posiblemente antiguos ganadores o habituales de las primeras posiciones, que prefieren dejar sitio a sangre nueva. Pero al apartar a los número uno del pasado a ese grupo de "Best of the Best", ¿podría perder credibilidad la lista? La pregunta que surge es la más obvia: ¿habría ganado Mirazur si no se hubieran cambiado las reglas?

Y se produce la paradoja de que probablemente volveremos a ver a René Redzepi recoger el primer premio, tras la triunfal entrada -¿reentrada?- en la lista de su Noma 2.0, ya que lo hace como nuevo restaurante tras la renovación completa con la que reabrió el año pasado. El chef danés no estaba hoy presente en la gala, pues precisamente estrenaba hoy con su equipo la carta de verano.

¿Quién vota y cómo se forma la lista?

Voting Infog

El sistema de votación continúa siendo esencialmente el mismo. Un grupo de 1040 expertos de la "élite culinaria" forma el jurado, dividido en 26 regiones por todo el mundo. Cada una de esas regiones tiene su propio panel de votación de 40 miembros, incluyendo un presidente. Basándose en su propia experiencia personal, se vota de forma anónima, siempre que haya visitado el restaurante en cuestión al menos una vez en los últimos 18 meses.

El jurado, que incorpora un mínimo de 25% nuevos miembros cada año, se divide entre 34% cocineros, 33% periodistas gastronómicos y un 33% de lo que la organización denomina “gourmets bien viajados”. La novedad de este año es la paridad de género: por primera vez el 50% de los votantes son mujeres.

El listado completo de los mejores restaurantes

Ganadores
  1. Mirazur (Menton, Francia)
  2. Noma (Copenhage, Dinamarca)
  3. Asador Etxebarri (Atxondo, España)
  4. Gaggan (Bangkok, Tailanda)
  5. Geranium (Copenhage, Dinamarca)
  6. Central (Lima, Perú)
  7. Mugaritz (San Sebastián, España)
  8. Arpège (París, Francia)
  9. Disfrutar (Barcelona, España)
  10. Maido (Lima, Perú)
  11. Den (Tokio, Japón)
  12. Pujol (Ciudad de México, México)
  13. White Rabbit (Moscú, Rusia)
  14. Azurmendi (Larrabetzu, España). Mayor escalada en el ranking.
  15. Septime (París, Francia)
  16. Alain Ducasse au Plaza Athénée (París, Francia)
  17. Steirereck (Viena, Austria)
  18. Odette (Singapur)
  19. Twins Garden (Moscú, Rusia)
  20. Tickets (Barcelona, España)
  21. Frantzén (Estocolmo, Suecia)
  22. Narisawa (Tokio, Japón)
  23. Cosme (Nueva York, EEUU)
  24. Quintonil (Ciudad de México, México)
  25. Alléno Paris au Pavillon Ledoyen (París, Francia)
  26. Boragó (Santiago de Chile, Chile)
  27. The Clove Club (Londres, Gran Bretaña)
  28. Blue Hill at Stone Barns (Nueva York, EEUU)
  29. Piazza Duomo (Alba, Italia)
  30. Elkano (Getaria, España)
  31. Rubano (Le Calandre, Italia)
  32. Nerua (Bilbao, España)
  33. Lyle’s (Londres, Gran Bretaña)
  34. Don Julio (Buenos Aires, Argentina)
  35. Atelier Crenn (San Francisco, EEUU)
  36. Le Bernardin (Nueva Yorl, EEUU)
  37. Alinea (Chicago, EEUU)
  38. Hiša Franko (Kobarid, Eslovenia)
  39. A Casa do Porco (São Paulo, Brasil)
  40. Tim Raue (Berlín, Alemania)
  41. The Chairman (Hong Kong, China)
  42. Belcanto (Lisboa, Portugal)
  43. Hof Van Cleve (Kruishoutem, Bélgica)
  44. The Test Kitchen (Cape Town, Sudáfrica). Mejor restaurante de África
  45. Sühring (Bangkok, Tailandia)
  46. De Librije (Zwolle, Holanda)
  47. Benu (San Francisco, EEUU)
  48. Ultraviolet (Shanghai, China)
  49. Leo (Bogotá, Colombia). Primer restaurante colombiano en la lista.
  50. Schloss Schauenstein (Furstenau, Suiza). Premio al restaurante sostenible.

Fotos | 50 Best


Gastroguía de la A-2, la carretera del torrezno: dónde comer bien de Madrid a Barcelona sin desviarse ni arruinarse

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Gastroguía de la A-2, la carretera del torrezno: dónde comer bien de Madrid a Barcelona sin desviarse ni arruinarse

Continuamos nuestra serie de guías que tratan de ofrecer las mejores opciones para parar a comer en las principales autopistas de España. Hoy llega el turno de la A-2, la autopista del Nordeste que une Madrid y Barcelona, pasando por Zaragoza.

Esta transitada vía canaliza todo el tráfico de Europa procedente del este de los Pirineos y conecta a las dos principales ciudades del país. El puente aéreo y el el tren de alta velocidad han hecho que se reduzca el tránsito en coche entre Madrid y Barcelona, pero es imposible librarse de recorrerla en alguna ocasión, camino a Soria, Aragón, La Rioja o Cataluña. Y nada nos impide comer mal cuando sea necesario hacer un alto en el camino.

Si bautizamos a la A-1 como la carretera del asado, la A-2 bien puede ser la del torrezno, pues nuestra querida panceta está presente en algunas de sus mejores formas en buena parte del recorrido.

Recordamos que no se trata aquí de reseñar grandes restaurantes, sino lugares en los que comer bien sin pagar un precio desorbitado –algo que por desgracia no es lo habitual en la mayoría de áreas de servicio–, ni desviarse demasiado.

Solo hemos seguido dos reglas: los restaurantes deben estar situados a un desvío de no más de 15 km de la autopista (aunque en esta guía todos están más cerca) y no deben de estar situados en grandes ciudades, en las que haya que buscarse la vida para aparcar.

Comenzamos nuestro repaso a partir de Guadalajara y hasta pasado Lérida, haciendo el recorrido de Madrid a Barcelona, aunque a todos los bares y restaurantes se puede acceder si se va en dirección contraria.

De Guadalajara a Medinaceli

Km 103: Área 103

Area103

Clásica área de servicio situada a ambos lados de la autopista. Difícil pasarla por alto dado que está rodeada de decenas de banderas de España. Si no te molesta comer al lado de botellas de vino con la efigie de Franco hay que reconocer que sirven buenos huevos fritos con patatas y jamón y excelentes bocatas a la brasa, algo caros, pero muy buenos para ser un restaurante de carretera.

Más información.

Km 117: Casa Adrián

Casa Adrian

Casa Adrián es uno de los mejores restaurantes de área de servicio que podemos encontrar en la A-2. Tienen parrilla, lo que garantiza buenos bocadillos y carnes a la brasa, los torreznos están bien y tienen un menú del día de calidad por 14 euros. Poco más se puede pedir a un bar de área de servicio. El interior ha sido recientemente reformado.

Más información y reservas.

Km 145: Carlos Mary

Carlos Mary

Veterano restaurante situado en la parte baja de Medinaceli, muy transitado por viajantes y transportistas. Cuenta con varios menús económicos y más que decentes, en varios rangos de precios. También es perfecto para parar en barra a tomar sus ricas tapas de torreznos o escabeches y sus fantásticos bocadillos. Un clásico básico.

Más información y reservas.

De Medinaceli a Zaragoza

Km 186: Hotel Ciudad Arcóbriga

Arcobriga

En el restaurante de este hotel de carretera, se sirven unos estupendos torreznos, además de otros pinchos y bocatas con buena relación calidad-precio. El menú del día también aparece recomendado por nuestras fuentes, tiene un competitivo precio de 10,50 euros y se sirve también por las noches.

Más información y reservas.

Km 269: restaurante El Paradero

Elparadero Paniza

Bastan cinco kilómetros de desvío, a la altura de la Almunia de Doña Godina, para visitar el pequeño pueblo de Paniza, donde encontramos el restaurante El Paradero. Asegura uno de nuestros confidentes que más carretera ha chupado que es visita obligada. Tiene un buen menú del día a 13 euros, precio que se eleva a 25 en fin de semana. Destacan por los buenos guisos de carrillera o rabo de toro.

Más información y reservas.

Km 287: El Navarro

El Navarro

Este bar y restaurante de carretera tiene un menú decente por 11,5 euros y buenos pinchos y bocadillos (el mejor el de panceta). Pilla además casi a mitad de camino entre Madrid y Barcelona, por lo que es una buena opción si queremos dividir el viaje en dos.

Más información: 976 60 00 90

Km 314: Centro comercial Plaza Imperial

Plaza Imperial

Este centro comercial situado a la entrada de Zaragoza desde Madrid es famoso por tener un monorrail que conecta sus diversas zonas comerciales (que, dudamos, siga funcionando). Fruto del boom del ladrillo precrisis está siempre medio vacío, pero cuenta con unos multicines y, a su alrededor, todo tipo de franquicias de restauración: Burguer King, McDonald´s, Foster´s Hollywood... Y es que, no nos engañemos, a veces apetece una sencilla hamburguesa, económica, más eficaz que muchos bocadillos de área de servicio. Es también buena opción si se viaja con perro, pues tanto el centro comercial como los restaurantes admiten mascotas.

De Zaragoza a Igualada

Km 376: Restaurante La Perla

Laperla

En la salida 3 de la AP2, se accede a la pequeña localidad de Bujaraloz, donde hay varios restaurantes nacidos al albur de la antigua carretera N2. El mejor de ellos es La Perla, un restaurante familiar con buena comida casera y un menú del día de 11 euros. También hacen buenos bocadillos.

Este es la última parada recomendable antes de adentrarse en la autopista de peaje donde todas las áreas de servicio son igual de horribles y hasta llegar a Lérida. Son más de 100 kilómetros de secano gastronómico.

Más información y reservas: 976 17 31 80

Km 505 Ilerpesca

Ilerpesca

Restaurante de polígono especializado en marisco y pescado económico. La calidad es nivel batalla, pero resulta una buena opción para salir del típico bocata de lomo y queso de viaje de carretera. Cierto, "marisco" y "polígono en Lleida" no suena a combinación exitosa, pero uno de nuestros viajantes asegura que merece la pena para salir de tanta monotonía.

Más información y reservas: 973 20 28 04

Km 545 Bufet Bonarea

Buffet Jorba

Nuestro más reputado viajante habla maravillas de el bufet que la cadena catalana de supermercados Bonarea tiene a pie de la A-2, a la altura de Jorba. Se trata de un bufet repleto de todos los productos de la cadena, especialista en carnes de porcino, con planchas disponibles para cocinar lo que se quiera. Pero lo más loco es el precio. Cuesta cinco euros de lunes a viernes y seis los fines de semana. Los niños menores de cuatro años comen gratis. Más barato imposible.

Más información.

Restaurante Casa Gades, el renovado resurgir de un clásico en Madrid

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Restaurante Casa Gades, el renovado resurgir de un clásico en Madrid

Este es uno de esos restaurantes que tienen mucho que contar, dada su historia. Hoy os hablamos del restaurante Casa Gades, del renovado resurgir de un clásico en Madrid. Este lugar mítico, fue creado por el bailarín y coreógrafo Antonio Gades y la cantante y actriz Marisol en 1977, siendo un lugar mítico de la farándula del último cuarto del siglo pasado, cuando se reunían allí todo tipo de artistas, intelectuales y políticos para comer y celebrar sus reuniones y tertulias.

Incluso el presidente del Gobierno, Adolfo Suarez, tuvo allí importantes encuentros antes de la aprobación de la Constitución, para pactar lo que luego sería parte fundamental de nuestros textos fundamentales. Testigo de aquellos momentos, hoy en el restaurante quedan las fotos de aquellos ilustres visitantes que en su día eran habituales de esta popular casa de comidas.

El local y sus espacios

Casa Gades Interior

Distribuido en planta calle y dos zonas de sala a las que se accede, -subiendo o bajando- por unas escaleras, más la zona de barra, resulta un espacio acogedor y moderno, de cuya historia solo queda el rastro de las fotografías en blanco y negro repartidas por todo el local.

Los suelos de mosaico en blanco y negro, las mesas de mármol y una decoración en tonos claros, completan un diseño muy agradable. La iluminación es moderna, basada en lámparas conforma de globo, que aportan una luz clara pero no excesiva, acorde con estilo renovado y vintage del restaurante.

El restaurante y su menú degustación

Reabierto en junio de 2017 por su chef y propietario Roberto González, el lugar resulta peculiar ya que en él convive la historia del tradional Casa Gades y la nueva cocina de este joven cocinero, discípulo de David Muñoz de DiverXo. En sus creaciones, se deja ver buena cocina, saber hacer y combinaciones valientes que resultan exitosas.

Con productos de temporada y creaciones originales, su cocina es una excelente opción para disfrutar en Madrid de sabores potentes y auténticos, elaboraciones limpias y armoniosas y platos bien concebidos.

Casa Gades Carpaccio Presa Carpaccio de presa de cerdo ibérico de Casa Gades

En su menú de degustación, probamos un carpaccio de presa de cerdo ibérico, previamente macerado en café, vinagre, caldo y pimentón, una técnica muy interesante que deja aromas intensos en la carne.

Se presenta aliñado con unos puntos de puré de aceituna kalamata, queso parmesano, chutney de tomate, cilantro, albahaca y unos aros de piparras o guindillas encurtidas. Para comerlo, se enrolla la tira de carne, dejando el resto de ingredientes en su interior. Riquísimo.

Txangurro Sisho Txangurro en hoja de sisho

El Txangurro en hoja de Sisho, es uno de los platos más celebrados. Se trata de una ración txangurro elaborada tradicionalmente, con toques de lima y envuelta en una hoja de sisho con su peculiar sabor a nueces y ligeramente picante, que hace de este bocado un auténtico manjar.

Además, lleva unos puntos de mayonesa de curry de Jaipur rojo, dulce y pocp picante y unos filamentos de Togarashi, o hilos de guindilla roja desecada. Un plato imprescindible que recomendamos probar.

Caballa Gades Caballa y su ensalada de Casa Gades

Seguimos con un plato de temporada, unos lomos de caballa marcados en el Kamado con una ensalada de dados de papaya y mango, y hierbas aromáticas como albahaca, tomillo, eneldo, con el toquecito crujiente de unos kikos de maíz tostado. Se come todo junto para encontrar diferentes texturas y sabores.

Pulpo Dos Mojos Y Papa Canaria Pulpo guisado con papas canarias y dos mojos de Casa Gades

Continuamos con un guiso de pulpo, cocinado a baja temperatura y posteriormente marcado en la plancha. Por otro lado, se pochan verduras durante tres horas hasta que son prácticamente un puré y se utilizan para hacer un mojo picón con el que se servirá el pulpo acompañado de las deliciosas papas canarias. Se complementa el aliño con un mojo verde elaborado con cilantro, ajo, aceite y vinagre.

Popietas De Lenguado Popietas de lenguado en salsa de ibérico

Para el siguiente plato, unas popietas de lenguado con salsa de cerdo ibérico, se preparan los lomos limpios del lenguado en forma de popieta o rollo y se marcan al fuego. Después se dejan reposar para que las porciones de lenguado se hagan en sus propios jugos.

La salsa se hace con grasa de la paletilla de cerdo ibérico curado y se sirve con huevas de trucha, tirabeques y la espina del lenguado deshidratada y crujiente. Un plato que sorprende y agrada mucho a todos los comensales.

Lengua Gades Tacos de lengua a baja temperatura de Casa Gades

El último plato fuerte es un taco de lengua de ternera. Para elaborarla, se blanquea mediante una cocción larga a baja temperatura que facilite su limpieza. Después se corta en tacos y se cocinan con un golpe de placha muy caliente para dorar el exterior.

La salsa se prepara con la técnica del desglasado de sus jugos que se ligan con sirope de arce y pimienta para conseguir sabores dulces y picantes. Se sirve acompañada de un puré de zanahorias, y flores de loto, consiguiendo un plato de altísimo nivel.

Postre Gades Postre nata mantecada Casa Gades

Para el postre, un original y suave dulce de nata mantecada, con aromas herbáceos de tomillo, hierbabuena y albahaca, acompañado de frutos rojos y crumble de galleta y frutos secos. Toda una explosión de sabor y colorido para poner el punto final a este delicioso menú.

Datos prácticos
Restaurante Casa Gades
Reservas Teléfono: 915 31 26 37
Web: Casa Gades
Dirección: Calle del Conde de Xiquena, 4, 28004 Madrid Precio medio: 40 euros
Precio menú degustación: Tiene uno de 35 y otro de 45 euros, ambos con bebidas aparte.
Valoración 8/10

Las 17 mejores terrazas para ir de tapas por Madrid este verano 2019

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Las 17 mejores terrazas para ir de tapas por Madrid este verano 2019

El verano no da tregua en la capital y madrileños y turistas no se resisten a los encantos gastronómicos de la ciudad. Una mesa, algunas sillas y la oportunidad de picotear algo se convierte en el plan predilecto de muchos para disfrutar del buen tiempo al aire libre y en buena compañía.

Desde los áticos de los hoteles más imponentes hasta discretos patios, pasando por restaurantes de moda o cafeterías imperecederas. De la croqueta al carpaccio, sin dejar atrás la pizza, la ensaladilla rusa, los torreznos o los ceviches y los tacos. Todo cabe en la mesa de Madrid, el tapeo es la mejor forma de descubrirlo y hoy te desvelamos dónde acertar con la elección.

Terrazas en altura

El cielo de Madrid como telón de fondo sirve a algunas de las terrazas más icónicas de la ciudad. Podemos estar hablando de ejemplos de gran hotelería o de centros comerciales en los que la gastronomía ocupa un papel fundamental. E incluso referirnos a algunos de los parques más famosos de Madrid. Sea como sea, con una buena vista, cualquier plato sabe mejor.

Picalagartos Sky Bar

Sky Bar Picalagartos

En apenas un par de años, la octava y novena planta del hotel NH Collection Gran Vía se ha convertido en uno de los referentes 'celestiales' de Madrid. Allí se puede disfrutar por igual de una copa -o de un cóctel- que de una carta de picoteo en la que las referencias culinarias castizas son las protagonistas, aunque con un toque de reinvención. No esperes ortodoxia en las formas pero sí en los sabores, que el chef Manuel Berganza se ha encargado de equilibrar para que Picalagartos sepa a Madrid.

Fundamental es su tortilla de patatas guisada con boletus, la sardina ahumada en tosta y la ensaladilla rusa con mahonesa de ventresca de atún. Todo ello en pleno epicentro de Gran Vía, enfrente del Edificio Telefónica, y con buena parte de Madrid a tus pies.

Calle Gran Vía, 21. Dentro del hotel NH Collection Gran Vía

Doña Luz

Terraza de Doña Luz, en Madrid

Céntrica, con vistas a la Puerta del Sol, y con un horario muy amplio, Doña Luz ofrece una cocina viajera en la que los guiños latinoamericanos son los protagonistas. Ejemplo de ello son el guacamole con jalapeños, el falso ceviche de pulpo y langostino o los tacos de bogavante. Sabores más europeos comparten mesa, como pueden ser las croquetas de cecina o la tabla de quesos, en la que coexisten productos franceses, italianos y españoles.

Además, a la hora de maridar, toques refrescantes encajan en una coctelería a base de clásicos como la caipirinha, el daiquiri o el bloody mary. Junto a ellos, una carta de vinos bien representada y saliéndose de los esquemas más puristas pone sabor a las copas de los que buscan buenos caldos.

Calle de Montera, 10-12. Dentro de B&B Hotel Puerta del Sol.

Ático 11

En el último piso del hotel Iberostar Las Letras Gran Vía se encuentra esta coqueta terraza, abierta desde las seis de la tarde hasta las dos de la madrugada, en la que coexisten los cócteles, la música y un ambiente chill out en buena armonía con una propuesta de picoteo desenfadado.

Así conviven bajo la influencia del dj una propuesta de corte internacional, fresca y bastante ligera, que tiene por grandes exponentes los tartares (de buey y de atún) pero también algunas recetas más madrileñas como la ensaladilla rusa -que se adereza con huevas de trucha- o el curioso asadillo de berenjenas con piñones.

Calle de Gran Vía, 11. Dentro del hotel Iberostar Las Letras Gran Vía

Picos Pardos Sky Lounge

La azotea del Bless Hotel Madrid, uno de los últimos referentes del lujo en abrir sus puertas en la ciudad, estrena su primer verano con ganas de dar guerra gastronómica. El motivo está en el 'firmante' de todas las propuestas gastronómicas del complejo, el estelar Martín Berasategui.

En ella no faltan los guiños internacionales, que van desde pokés y ceviches a toques más patrios como la croqueta o el salmorejo (que tienen un toque moderno al que se le añade un tataki de barriga de atún). Para bolsillos pudientes se recomienda la carta de caviares y como propuesta curiosa, la carbonara de atún rojo o la ensaladilla rusa de bogavante con regañás. Nota especial merecen los anticuchos de ave de corral con mojo y papa y la amplia variedad de ensaladas y hortalizas en crudo que la carta oferta. Muy práctica si lo que se busca es mantener la silueta sin renunciar al sabor.

Calle de Velázquez, 62. Dentro de Bless Hotel Madrid

Salón Cascabel

Todo lo que toca gastronómicamente el chef mexicano Roberto Ruiz, responsable del estrella Michelin Punto MX, se convierte en oro. Este es el caso de esta terraza, ubicada dentro de la zona Gourmet Experience de El Corte Inglés de Serrano, desde la que irradiar un mensaje iberomex al mundo en forma de antojería.

Considerado el restaurante de 'picoteo' del chef, Salón Cascabel tiene como bandera los sabores fusión de ambas orillas del Atlántico. Imprescindible es su guacamole, así como el aguachile verde de langostinos. Peculiar y distinto es el Fish’n taco, a base de bacalao, o la coca mexicana, que también merece el atrevimiento de pedirla. Para maridar todo, tragos venidos del otro lado del 'charco' como mezcales y tequilas, perfectos para completar la experiencia.

Calle de Serrano, 52. En la séptima planta de El Corte Inglés

Terrazas a pie de calle

Siempre dispuestas a alegrar el día, accesibles y cercanas, las terrazas que se erigen en parques, calles o patios interiores tienen ese alma especial, que nos permiten acompañar cada bocado del caminar de los transeúntes, compartiendo un trozo de Madrid entre conversaciones y tragos.

Arzábal Museo Reina Sofía

Bien asentada en las puertas del Museo Reina Sofía, Álvaro Castellanos e Iván Morales, ‘cabecillas’ de Arzábal, llevan unos cuantos años reivindicando este espacio, en el que el champán, las copas y la buena mesa se dan cita. En su carta encontramos picoteos ligeros que van desde las conservas de Espinaler y Ramón Franco, como los berberechos o los mejillones, a embutidos nacionales e internacionales, como la secallona, la cecina o el guanciale.

De cocina pero también idóneos para compartir son las gambas al ajillo, la cazuelita de callos o las croquetas, marca de la casa, con jamón ibérico y leche de oveja latxa.

Calle de Santa Isabel, 35. Acceso desde la Plaza del Emperador Carlos V.

Ramses.Life

De epicentro hedonista de champán y música a referencia gourmet. Así ha cambiado Ramses dentro del panorama madrileño, en el que lleva más de una década como bastión para bon vivants. Ahora su oferta gastronómica se ha dinamizado a cargo de Arzak Instructions, que ha dado un lavado de cara a la propuesta en todos los espacios, incluyendo la terraza. En ella abundan los guiños al picoteo de alto nivel, como pueden ser el jamón ibérico Joselito o las ostras.

En la fase caliente no conviene pasar por alto las croquetas de carabineros, el pulpo a la brasa o las mollejas fritas. Si sois varios, quizás para compartir alma carnívora sea conveniente dejarse seducir por el lomo alto de rubia gallega. Todo ello sin perder la esencia dinámica y festiva de Ramses, cuya terraza acondicionada permite disfrutar por igual en verano y en invierno.

Plaza de la Independencia, 1.

Martinete

Terraza del restaurante Martinete

Nos bajamos de los áticos y descubrimos placeres a pie de calle, en este caso en el barrio de Salamanca. Abierta durante todo el año pero acondicionada en invierno, la terraza de Martinete es una tentación durante las comidas y las cenas para los que buscan un punto culinario internacional en el que el producto no se deja de lado.

Las alcachofas con romesco y sus langostinos en tempura son perfectos para compartir, igual que los chipirones salteados o las berenjenas fritas. Además, en los principales hay también sugerencias que se prestan bien a ser divididos dentro de la mesa, como pueden ser el tataki de lomo alto de vaca o la presa ibérica ahumada.

Plaza del Marqués de Salamanca, 9.

La Terraza de Florida Retiro

En el recinto que Florida Retiro ocupa siempre hay tiempo para disfrutar del aire libre. Es el caso de la Terraza (no confundir con La Galería o el Pabellón). Rodeada de vegetación por los árboles del parque, esta terraza, abierta de miércoles a domingo, presenta una carta internacional nonstop en la que el sushi es gran protagonista.

Sin embargo, no deja de lado una selección de ostras Amélie con dos aderezos distintos. Mención especial merece también el saam de atún con camarón o las tajadas de merluza con cilantro y mojo verde.

Paseo de la República de Panamá, 1. Dentro del Parque del Retiro.

Rib Casa de la Carnicería

El restaurante del hotel Pestana Plaza Mayor, una de las últimas incorporaciones al panorama hotelero de Madrid, presume de carnes y de una magnífica terraza interior, utilizable todo el año, en uno de los edificios más emblemáticos de la capital. De fuerte inspiración clásica, tanto por parte del solado de estilo portugués y por la estética de jardín urbano, ofrece al visitante un remanso de paz a espaldas de la Plaza Mayor.

Aunque su carta es breve y está más destinada al perfil del restaurante, son varios los platos que merecen el rango de 'compartibles' y con los que abrir boca en el corazón de la capital. De perfil clasicista son las croquetas de cecina y las empanadas criollas, que se rellenan de rabo de toro, aunando reminiscencias argentinas a un clásico de la cocina española. En el mismo sentido para presidir el centro de la mesa, opciones como el chuletón de tomate rosa o el tuétano y gambón, un suculento tartar en el que mar y montaña se juntan.

Calle Imperial, 8.

Mama Campo

Lo ecológico no está reñido con lo económico, a pesar de lo que muchas veces se sospecha. Este mercado/terraza/cantina es un ejemplo de ello en pleno Chamberí, donde además apostar por una cocina saludable con la que salir de la rutina. Buen ejemplo de ello son sus bravas, “amilhojadas” con salsa brava, o el picadillo de aguacate y ahumados.

Tampoco faltan otros guiños castizos, como los calamares “casi” a la andaluza, que mantienen el toque crujiente exterior con la jugosidad del animal. Buena pareja de ello son también los mejillones en salsa roja, la cual es un secreto guardado celosamente por los cocineros.

Calle de Trafalgar, 22.

Bosco de Lobos

Alojada en el COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid) se encuentra esta refrescante terraza, encabezada por una propuesta gastronómica de corte italiano pero que tiene en el picoteo otro de sus grandes alicientes, sobre todo si quieres encontrar un espacio al aire libre en ese exiguo límite que marcan Malasaña y Chueca. Originales son las croquetas de berenjena, parmesano y tomate seco, fundamentales las aceitunas sicilianas marinadas con cítricos y muy transalpina la mezcla de bresaola, apio y limón.

Aunque la carta se extiende también hacia los principales, la oferta pizzera merece una mención especial por ser muy fácil de compartir, donde destacan la de trufa negra y yema o la coca de salmón, queso y eneldo. Otra de sus virtudes es su amplitud de horarios, abriendo todos los días desde mediodía, por lo que cualquier momento es ideal para hacer un alto allí.

Calle de Hortaleza, 63

La Tita Rivera

Otra de las terrazas que pasan desapercibidas en el centro del Madrid, camuflada por su entrada, muy cerca de la calle Fuencarral. Es conveniente atreverse a dar un paso más allá de la puerta para descubrir una suerte de patio, muy concurrido durante el verano, en el que madrileños y turistas encuentran cobijo y un picoteo con ciertos aires gallegos pero vestidos con un traje bastante moderno.

Icónico de aquí son los casis, una reinaterpretación del bollo preñao, que se presenta en carta con varios rellenos. Especial éxito tienen el de pulpo a feira y el Roxa do Maruxa (lomo de cerdo con queso cabrales), aunque hay otras opciones como son el de callos o el de calamares. Como curiosidad para los que quieran salir del vino o la cerveza, en La Tita Rivera se trabajan otros tragos como sidras de sabores, para aquellos que prefieran variar.

Calle de Pérez Galdós, 4.

Viva Madrid

Quizás la terraza de Viva Madrid no sea la más espectacular ni sea la más grande, pero se come excepcionalmente bien en ella. El proyecto, encabezado como taberna inusual por el bartender Diego Cabrera, se ha consolidado gastronómicamente con el diseño de carta que ha realizado el chef Estanis Carenzo, conocido por su trabajo en Sudestada.

Aquí priman conceptos patrios, como la croqueta de carrillera o una melosa ensaladilla rusa con ventresca de atún. No deben dejarse atrás las gildas, que maridan a la perfección con los vermuts que Cabrera aquí atesora, ni los torreznos de lechón. Aunque el gran protagonismo del picoteo aquí lo ejerce el 'pepito de Dieguito', un sutil bocadillo que combina un meloso filete de vaca con la panceta ahumada del cerdo.

Calle de Manuel Fernández y González, 7.

Café Comercial

De nuevo nos 'sumergimos' en el asfalto para reivindicar los clásicos. En este caso le toca a un establecimiento centenario, que ha sido testigo de la historia a través de sus ventanales y de las mesas que, de manera sempiterna, se disponen en su puerta para ver a Madrid en marcha.

En ese perfil de 'madrileñismo' entran los mejillones tigre o la renovación de las bravas, que aquí se sirven con alioli de madroño. No conviene tampoco saltarse las albóndigas de vaca vieja, ni la berenjena asada, ni el fresco toque de la sardina ahumada y encurtida sobre tomate raff.

Glorieta de Bilbao, 7

Carbón Negro

Del tradicionalismo pasamos a la vanguardia pero con un mismo leitmotiv: comer bien. Erigido en poco tiempo como uno de los mejores restaurantes de brasa y parrilla de Madrid, este enorme local también ha dispuesto su terraza, en la que se puede disfrutar de una carta para degustar al aire libre.

Buena forma de comenzar son los buñuelos de queso idiazábal o las croquetas de txangurro, que pueden acompañarse en términos vegetales con las yemas de espárrago en vinagreta o las habitas con jamón. En lo cárnico, aciertos seguros son las apuestas por el jamón Joselito o la txistorra navarra de Arbizu, que se fragua entre la brasa, que se puede equilibrar en frescor con el salpicón de marisco o la ensaladilla rusa.

Calle de Juan Bravo, 37

Los Galayos

Amplia, extendida sobre la Plaza Mayor y sobre la calle Botoneras, y con el casticismo por bandera, la terraza de Los Galayos es el equilibrio perfecto entre comer muy bien y disfrutar del Madrid más histórico. Más de 100 años de historia se citan sobre sus puertas y dinteles, repletos de estilo clásico en su interior, trasladando al cliente al estilo más purista del asador castellano.

Sin embargo, su carta cuenta con guiños a la modernidad, en especial la de tapeo. Ejemplo de ello son los langostinos Villaroy con queso brie o los trigueros ligeramente empanados. Esto no implica que los sabores más patrios, que tienen al producto por bandera, no tengan protagonismo. La trinidad de croqueta, torrezno y buñuelo funciona a la perfección, aunque sus gambas, ya sean al ajillo o a la plancha, llevan al paladar del comensal a otro nivel.

Calle de Botoneras, 5.

Imágenes | Pixabay/Picalagartos/Doña Luz/ Martinete

Los hermanos Figurato también quieren que comamos pasta "fatta a mano" en su nueva Trattoria Popolare

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Los hermanos Figurato también quieren que comamos pasta

En poco más de un año los Fratelli Figurato lograron hacerse un hueco en el panorama pizzero de Madrid con su apuesta simple pero efectiva: auténticas pizzas napolitanas de calidad a buen precio. La buena acogida ha llevado a los hermanos a dar un paso más trasladando el espíritu de las trattorias italianas al centro de la capital, incorporando ahora platos de pasta fresca hecha a mano en una carta muy corta que irá cambiando mes a mes.

La esencia del local original se mantiene en Trattoria Popolare, recrear el ambiente clásico italiano sin imposturas, buscando ese carácter familiar de las verdaderas trattorias, donde priman las recetas heredadas, el producto de temporada y el carácter artesanal. Nada de cartas kilométricas con infinidad de formatos de pasta y salsas; lo que prima es la calidad de la materia primera y la cuidada elaboración casera.

Una vera trattoria italiana en Madrid

Trattoria4

El periodista gastronómico italiano Marco Bolasco, editor y autor de varias publicaciones sobre restauración en su país, afirmaba en una reciente entrevista que el futuro de la cocina italiana está en las trattorias. Profundamente ligadas a la identidad cultural del país, las trattorias son a menudo ignoradas por la crítica, pero son estos locales los que mantienen viva la esencia tradicional de la cocina de Italia, profundamente popular y ligada a las recetas familiares y el producto de temporada.

Pese a que no existe una definición exacta, ya que el término ha evolucionado y se reinterpreta según la región -más aún fuera de Italia y con el ojo puesto en el turista-, una trattoria es una suerte de taberna o mesón, a medio camino entre tasca y restaurante de barrio, donde lo importante es dar de comer bien a una clientela que suele ser fija.

Trattoria poppolare

Ambiente familiar, decoración sencilla y menús cortos con unos pocos platos seleccionados según la época y lo que el mercado ofrece en ese momento, precios populares y raciones generosas. En principio el servicio es algo más cuidado que en una osteria, casi como un restaurante pero manteniendo cierta informalidad. Suelen ser negocios regentados por familias que pasan de generación en generación, y se cuida mucho el producto.

Hoy en día se abusa un poco del término para simplemente ligar un local con la supuesta "típica cocina italiana". Esto lleva a encontrar restaurantes que son un poco trampa para turistas y otros que de taberna popular tienen poco, con precios que se disparan y recetas más creativas.

Frente a ello, los hermanos Figurato quieren reivindicar el espíritu de la trattoria italiana más tradicional trayendo un trocito de su tierra al centro de Madrid, con unas ideas muy claras sobre cómo quieren que se identifique su nuevo espacio.

Un local sencillo que rehúye de las (cansinas) tendencias del momento

Quien esté un poco al tanto de las novedades del panorama gastronómico madrileño habrá visto ciertos patrones que empiezan a repetirse más de la cuenta, y no solo en la oferta culinaria. Restaurantes -o 'gastro' algo- que buscan un hueco en las revistas de decoración y captar likes en Instagram, con estilos y ambientes muy llamativos, pero que cansan y ya aburren.

Trattoria poppolare

Se echa de menos algo más de personalidad que destaque en toda la marabunta de aperturas, con menos obsesión por llamar la atención y más por transmitir un ambiente auténtico, familiar, donde resulte agradable pasar un buen rato disfrutando de la comida sin artificios. Por eso se agradece la sinceridad de la apuesta de los Figurato.

Un local más espacioso que la pizzeria madre permite ofrecer distintos espacios integrados en el mismo salón del local, con una gran mesa familiar redonda de seis personas y la opción de comer directamente en la barra. Esta además separa el comedor de la cocina, abierta al público y donde destaca el fabuloso horno eléctrico Izzo, imprescindible para la perfecta cocción de las pizzas.

Trattoria

Predomina el ladrillo visto de las paredes y los tonos verde oscuro en contraste con el blanco del techo y destacando la luz natural que entra por los ventanales, llenas de plantas en la fachada exterior. Pequeños detalles decorativos y objetos como algún mueble antiguo hacen guiños a Italia, pero sin dar la sensación de decorado de cartón piedra; realzan el ambiente informal familiar que debería ser la tónica de estos locales.

Y como casa de comidas popular, advertimos que en esta trattoria no se come con mantel de tela. Cuando la alternativa es recurrir al poco agradecido mantel de papel desechable o -peor- plástico, eliminarlo de las mesas es una sabia decisión.

Menos es más: una cuidada selección de pasta fresca hecha a mano cada día

La variedad de pasta que existe en Italia es inabarcable. Con especialidades y formatos que se emparejan con recetas más concretas, es absurdo querer abarcarlo todo. Además de ser un país con una gastronomía muy diferenciada según la región, las recetas tradicionales respetan la estacionalidad de los productos, por eso una trattoria nunca tendrá una carta fija todo el año.

Trattoria Pappardelle al ragú napoletano

En la Trattoria Popolare se escogen dos o tres tipos de pasta para presentar no más de seis platos, combinando la tradición con algún plato menos convencional. Los hermanos han abierto ofreciendo bigoli y pappardelle, a los que ahora se suman maccheroncini, siempre hechos a mano con ingredientes italianos -la calidad de la harina es fundamental- cada día, con recetas muy concretas. Nada de "escoge tú la pasta y la salsa", una aberración típica de los locales enfocados al turista.

Trattoria Fritto misto napoletano

Además de pasta y pizza, se incluye una pequeña selección de entrantes pensados para compartir, destacando especialidades típicas de las calles napolitanas poco vistas fuera del país. Probamos el fritto misto napoletano (12 euros), con crocché (especie de croquetas de patata y queso), supplí (de arroz), frittelle d'alga (buñuelos de perejil) y verduras de temporada es una suerte de tempura ligerísima que incluía sorprendentes piezas de fruta.

Los pappardelle al ragú napoletano (13,5 euros) son un buen ejemplo de esas recetas de pasta artesanal, con una sabrosa pasta cocinada en su punto y una suculenta salsa casera de tomate, cerdo y ternera cocinada a fuego lento durante 10 horas. Un plato de ración más que generosa pero sin excesos con el perfecto equilibrio de la la pasta fresca y el reconfortante ragú.

Trattoria Pizza Margherita tradición Napoli

De las pizzas poco más se puede añadir a lo ya comentado sobre el primer local. Se mantiene la receta de la masa siguiendo el proceso típicamente napolitano, con harina italiana y una fermentación de mínimo 36 horas que permite obtener una masa sabrosísima, elástica y muy ligera, realmente digestiva y de la que no sigues empachado todo el día. La clásica Margherita tradición Napoli (6,9 euros) no falla, con una fabulosa salsa de tomate casera elaborada también con la mejor conserva italiana.

Es díficil llegar a los postres con hueco aunque los amantes del tiramisú querrán hacer el esfuerzo de probar la receta de la mamma Figurato, sin reinvenciones vanguardistas ni presentaciones pretenciosas, bien generoso en su porción y sin escatimar en el cacao que cubre la cremosa mezcla de savoiardi y mascarpone.

Completa la oferta una carta de vinos con caldos italianos seleccionados por el sumiller de la familia, escogidos para maridar la pasta y la pizza. La opción de vinos por copas o medias botellas permite darse el capricho de degustar variedades algo más subidas de precio sin que la cuenta se dispare demasiado.

Pizza

Qué pedir. Aquí se viene a comer pasta o pizza, no hay más. Recomendamos especialmente los platos de pasta fresca de temporada ya que son la novedad de este segundo local. Los pappardelle, un formato aún por descubrir en España, son excelentes y mucho más sabrosos que otros formatos de pasta larga más fina. En cuanto a las pizzas, nos gusta la esencia simple y clásica de la napolitana para degustar la masa en todo su esplendor.

Datos Prácticos
Dónde. Calle Larra, 13
Precio medio. 20/25€
Horario. 13.30-16.00 y 20.30–23.00. Cierra los lunes.
Reservas. 912327508 - página web

Los 27 restaurantes de Madrid para los que se quedan de Rodríguez

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Los 27 restaurantes de Madrid para los que se quedan de Rodríguez

Cuando llega el verano, Madrid se vacía. Desaparece el incesante tráfico, aparcar se convierte en un juego de niños y tienes la sensación de que la ciudad es sólo para ti. También tiene sus cosas malas, como asumir que ya has agotado tus vacaciones o que aún te quedan unos cuantos días de oficina y 'curro' por delante.

Sin embargo, disfrutar de la capital en verano es más sencillo si gozamos del placer de hacer de 'rodríguez', al más puro estilo "La tentación vive arriba" pero sustituyéndola por la buena mesa. Para aquellos que se queden guardando el fuerte y no renuncien al hedonismo gastronómico va este tema, con el que acertarán de pleno a la hora de elegir restaurante sin tener que elucubrar si estará abierto o cerrado.

Barras, vinos y picoteos variados

Por qué sentarse en una mesa durante varias horas cuando la ciudad entera está casi a tus pies. Terrazas y tapeos son perfectas opciones para cumplir con el manual del infiel culinario en verano. De tabernas ya clásicas a renovadas propuestas, pasando por terrazas al aire libre en las que fundir el afterwork con la noche, está Madrid lleno, y desde allí se tienta a base de cantos de sirena al que de rodríguez se queda.

Taberna Laredo

Merece la pena asomarse por este icono del 'tabernismo' madrileño en cualquier momento del año, sobre todo en 2019, cuando cumplen sus bodas de plata. Laredo es uno de esos lugares en los que se bebe mejor de lo que se come, un auténtico piropo si tenemos en cuenta lo bien que se come en esta barra, de aires castizos, en la que no suelen faltar las rabas, las croquetas (brutales las de centollo) y unos soberbios boquerones en vinagre. Además, es frecuente que algunos platos de cocina se puedan disponer también en ella, siendo un pecado 'escaparte' de ella.

Porque tras sus fogones está Miguel Laredo, que ensambla una cocina de producto desde hace casi 30 años -fuera del predicamente modernista que ahora se ha montado en torno a ello- y que ponen en la mesa lo mejor del mar y de la tierra. Clásicos son sus tacos de merluza con alioli de almendras y el carpaccio de atún rojo, aunque no se quedan atrás las chuletillas de conejo o algunos guisos, como la crema de sopa de ajo o las verdinas. Y todo ello acompañado de vinos con mayúsculas.

Calle del doctor Castelo, 30.

StreetXo

Asequible, bien parapetado por la terraza de la séptima planta de El Corte Inglés de Serrano 52 y con la propuesta orientalista de Dabiz Muñoz se presenta StreetXo, una opción lowcost para disfrutar de algunos de los platos del chef madrileño, que elabora aquí una cocina fusión en la que la finger food y el compartir platos está a la orden del día.

Referentes de su carta son el espeto de pollo pekinés y bonito ahumado, el cocido Hong Kong-Madrid o el pichón Japón. La carta entera, concebida como un auténtico viaje de ida y vuelta en el que los múltiples sabores se citan, es una buena forma de adentrarse en los terrenos culinarios de Dabiz Muñoz sin dejarse una fortuna, y de paso, hacer un recorrido gastronómico que nos lleve de Tailandia a China, pasando por Japón y Corea, para después aterrizar en Madrid habiendo visitado unos cuantos países con el paladar en un par de horas.

Calle de Serrano, 52. Séptima planta de El Corte Inglés, dentro de Gourmet Experience.

Terraza Cibeles

La sexta planta del edificio Cibeles, sede del ayuntamiento madrileño, sirve como escaparate y refugio al viajero para descubrir uno de los lugares más icónicos de la capital y de paso, recurrir a un picoteo de corte internacional, bien secundado por una oferta coctelera y de destilados a la altura del espacio, que está abierto todos los días del verano, con un horario generoso que lleva desde el mediodía hasta la medianoche.

Sencilla pero reconfortante es su oferta gastronómica, en la que las raciones son las protagonistas de una carta de perfiles diversos, que seducirá por igual al sibarita que busque algo de exotismo y al cliente que prefiera apostar por clásicos patrios. En este sentido cohabitan el carpaccio de remolacha con el pisto manchego, o las ostras con la degustación de quesos, demostrando el sano equilibrio de una carta amena, sin estridencias y muy basada en el producto. Para golosos, el paso fundamental se da en torno al mazapán o los buñuelos fritos, aunque tampoco se debería dejar de lado el brindis, ya que son unas cuantas las referencias en whiskys y rones con los que 'bañar' el encuentro.

Taberneros

Fachada del restaurante Tabeneros, Madrid

Bajo el paraguas que abrió Xavier Saludes con Vinoteca Tierra, desde la que carga el combustible enológico de Taberneros, este intrépido empresario decidió revitalizar la oferta del tapeo más céntrico a base de recetas tradicionales con un punto de innovación, marcado por Kenji Morita, el chef japonés que está en cocina.

Por eso es frecuente ver cómo las croquetas de pringá conviven con la receta Ojos de Dragón, un sustancioso plato muy compartible de arroz y bacon, que tienen por vecinos de carta a los callos o a una ensaladilla que tiene tintes de España y de Japón. Y de nuevo, bien pertrechado a nivel enológico, con referencias singulares y vinos casi de explorador, que Xavier introduce en el circuito vitivinícola.

Calle de Santigo, 9.

Casa Macareno

No sólo de modernidad vive Malasaña, así que no creas que todo el barrio está cuajado de smoothies, pokés o raciones de quinoa. En la excepción que confirma la regla está Casa Macareno, que reivindica el aroma de bar tradicional pero con un punto de juventud con el que conectar con el público local. Los responsables: Julián Lara y Sergio Ochoa, que han contado con el chef Pepe Roch para hacer una gastronomía castiza para el siglo XXI.

En la barra se abren hueco productos del mar, bien mimados, como pueden ser los boquerones en vinagre, las sardinas ahumadas o las conservas de anchoa, que sirven de preámbulo al festín y que pueden ser acompañadas de alguna fritura selecta, como las croquetas de jamón (y toque de trufa) o las patatas bravas Macareno. A partir de ahí toca ponerse serio y ya entrar en cocina, con tentaciones como la carrillera ibérica al pedro ximénez, el falso risotto de carabineros o las chuletillas de cordero a la parrilla. Todo ello si se apuesta por la cocina, aunque

Calle de San Vicente Ferrer, 44.

Raimunda

Restaurante Raimunda, Madrid.

Cobijado en la Casa de América, con la Cibeles como vecina y en uno de los edificios con más renombre de Madrid, el Palacio de Linares, Raimunda es una oda abierta al viajero y al carácter acogedor del madrileño, que podrá disfrutar tanto de su terraza ajardinada como del restaurante, alojado en la planta baja del edificio.

Ideal para un copeo de afterwork o simplemente para un buen aperitivo merecido, Raimunda ofrece una carta que se embebe de los aromas latinos de la Casa, por lo que tiraditos, ceviches y guacamoles están a la orden del día. Del mismo modo, frescura y divertimento se ensamblan como propuesta, encontrando en franca convivencia a la croqueta y los huevos rotos con tatakis de salmón o noodles salteados al wok, permitiendo que tu pasaporte gastronómico pueda ser sellado en los cinco continentes. El resultado es un restaurante idóneo para los que quieren disfrutar de un buen ambiente en una terraza amplia y no quieren estar a la gresca eligiendo local en función de la carta porque todo, o casi todo, cabe en Raimunda.

Paseo de Recoletos, 2.

Restaurantes de precio medio

Apura

Sangucheria Apura, restaurantes Madrid.

Con toques asturperuanos, Mario Céspedes ha conquistado, junto a su mujer, Conchi Alvárez, el paladar avilesino con Ronda 14. El éxito de la propuesta les hizo probar fortuna en Madrid y la consiguieron por partida doble, primero al exportar Ronda 14 a la capital y luego lanzándose a un nuevo concepto, Cilindro, que ahondaba en las raíces peruanas con más potencia.

Ahora, la oferta se diversifica de nuevo y se sumergen en una nueva aventura, esta vez con Apura, una sangucheria en la que Mario reúne en forma de sándwiches y bocadillos los sabores que ha ido llenando en su memoria gustativa, ya sean peruanos o asturianos. En un local amplio y con abundancia de mesas altas, las propuestas gastronómicas vuelven a oscilar entre las orillas del Pacífico y del Cantábrico, aunque no renuncia a otras influencias. Es el caso del brioche de carrillera con sésamo o de la hambuguesa El Canario, con la que Mario completa parte de este viaje culinario a través del océano.

Calle del General Oráa, 45.

La Malaje

Tortilla del restaurante La Malaje, Madrid.

Detalles como el de Manu Urbano, que ha decidido no cerrar sus puertas este verano, se agradecen cuando el madrileño busca asilo gastronómico durante la canícula, en la que en ocasiones pretende llamar a puertas que no tienen visos de abrir hasta septiembre. Afortunadamente, en La Malaje, van a seguir batiéndose el cobre durante los meses más cálidos para que tengamos otro referente al que asirnos.

Repleto de sabores del sur, una visita a La Malaje podría convalidarse como una comida en cualquier ciudad andaluza. Imprescindibles en estas lides son sus sardinas ahumadas en mazamorra de almendra, el bacalao desmigado con naranjas y aceitunas o el longueirón de Huelva en escabeche. Todo ello formando parte de los entrantes, a los que secundan como principales un muy buen rodaballo con ajada de olivas negras o el bocao de la reina con crema de ajo. Además, si vas justo de tiempo, la barra de La Malaje también se presta a un picoteo rápido, por lo que son pocas las excusas que tienes para no dejarte caer por allí esta temporada.

Calle de Relatores, 20.

Tepic

Tacos Del Restaurante Tepic Madrid

Dividido en una divertida barra, con la cual entregarse a algunos mezcales y tequilas, y a la planta baja, donde se encuentran las mesas, Tepic permite hacer una incursión en la cocina mexicana sin salir del barrio de Salamanca. Tras triunfar en su anterior ubicación, en la zona de Chueca, decidieron emprender una nueva aventura en 2015 hacia este local, más espacioso, con el que expandir en Madrid su propuesta.

Basado en clásicos de la cocina mexicana, los evidentes reyes de Tepic son los tacos, siendo los pastor los que más fama tienen, aunque los de camarones y los de pescado frito no se quedan atrás. Recomendable para compartir y llenar el centro de la mesa de comida, los totopos y el guacamole tampoco deberían faltar en la comanda, así como las enmoladas, unas tortillas de maíz rellenas de pollo y que se cubren con mole poblano. Todo ello se puede coronar en lo dulce con las crepas o con el pastel de elote, que se elabora a base de granos de maíz, y está entre los grandes platos aún por conocer de la gastronomía de México.

Calle de Ayala, 14.

Mister O1

Si creías que fusionar Miami con Calabria era imposible, estás de suerte gastronómica si lo que buscas es una pizza que una lo mejor de ambos mundos. Tras forjarse en su Agropoli natal, el chef Renato Viola probó suerte en Estados Unidos, donde en pocos años se convirtió en un gurú de la pizza desde sus locales en Miami.

Ahora ha abierto en Madrid, donde podrás saciar durante todo el verano tus ganas de pizza. Justa fama tiene la Star Luca, que debe su nombre a la forma de estrella, con ricotta, salami y albahaca fresca pero no se quedan atrás sus calzone o los entrantes, como la burrata o la tabla de speck, con los que hacerse una gastrorruta italiana en pleno Madrid.

Calle de Sor Ángela de la Cruz, 22.

Taberna La Carmencita

Más de 100 años de historia contemplan a este icónico local, cuyos aromas a flamenco y toros aún impregnan sus azulejos, y que lleva con orgullo el sello de casa de comidas. Recuperado para la causa por el grupo DeLuz, cuyo interés está en reverdecer los laureles de locales emblemáticos, La Carmencita cumple con el perfil de restaurante de madrileños para madrileños.

Su cocina es sencilla, tradicional y de las que hacen que los recuerdos se agolpen en cada bocado. Sin alardes pero con sabor, los platos de La Carmencita además presumen de, en la medida de lo posible, realizarse con productos ecológicos, por lo que su carta es un auténtico viaje en el tiempo. Merece la pena recurrir al plato compartido, aunque también se pidan principales, porque es a lo que el local invita.

En esa tesitura, rabas, croquetas y callos no deben faltar, a los que se puede poner el contrapunto vegetal con la ensalada de tomate rosa. En los segundos, buena cuenta del mar se da a través de los tacos de rape o de merluza, así como del perfil terrestre con la vaca ecológica cántabra, que tanto en entrecot como en solomillo cumple con su sabroso cometido. De postre, aunque sea fuera de temporada, la torrija es una apuesta a caballo ganador.

Calle de la Libertad, 16.

Tiradito & Pisco Bar

Para descubrir Perú no es necesario, al menos gastronómicamente, cruzarse medio mundo. Si vas justo de tiempo o las vacaciones no llegan, apostar por Tiradito Pisco & Bar, la divertida propuesta de Omar Malpartida, siempre es una buena opción. Fresco, ligero y con producto americano, el restaurante es perfecto para los que quieren apostar por algo distinto, o para grupos de amigos que quieren degustar auténtica cocina peruana.

Como clásicos no fallan el anticucho, bien marinado y con un ligero picor, o el picante de nécoras, que hace honor a su nombre pero es soportable y muy sabroso. Como anticipo de ellos deberían estar los patacones o las tortitas de camarones, cuyo aderezo traslada inmediatamente a las costas peruanas. En el menú tampoco faltan, fiel a su nombre, una buena variedad de piscos, por lo que son la mejor opción para maridar la comida o, cuanto menos, tomarse unos cuantos cócteles con los que celebrar que es verano.

Calle del Conde Duque, 13.

Sottosopra

Combinar terraza con restaurante italiano siempre es un buen plan. Con un puro estilo romano, que por momentos nos trasladaría al Trastevere, Sottosopra ofrece una propuesta con aires de trattoria en la que predominan las recetas más clásicas de las 'nonna' italianas.

Buena fama merece su risotto caccio e pepe, así como la carbonara (la auténtica, la que lleva pecorino, huevo y guanciale), que son dos de sus grandes referencias en cuanto a pastas. También hay una buena variedad de antipasti, donde la rosetta (un pan típico de Roma, que se rellena y utiliza como entrante) merece un buen bocado y un repertorio de segundos breve pero suficiente, que encabeza una reinterpretación de la cotoletta, esta vez con carne de cordero, o unas jugosas albóndigas de estilo casero.

Callejón de Puigcerdá, 8.

Patio de Leones

Patio De Leones Restaurante Madrid

Un paseo por el Parque de El Retiro o una visita a la Puerta de Alcalá pueden ser el pretexto para recalar en Patio de Leones, una propuesta gastronómica ecléctica y nonstop, que vehícula en torno a conceptos cañís, traducidos gastronómicamente en una cartografía de nuestro país. Hay muchas opciones de picoteo, como salazones gaditanos, cecinas leonesas o quesos manchegos, además del imprescindible jamón ibérico.

En cocina se siguen patrones parecidos, como la plancha para las gambas onubenses o un muy buen pulpo a la gallega, que puede compartir mantel con los callos, que aquí son a la vizcaína -que no falte el pimiento choricero- o una tortilla de patatas que seducirá a madrileños y turistas, y todo ello con la Puerta de Alcalá como telón de fondo, así que raro será que no tararees el "mírala, mírala".

Calle de Serrano, 1.

Restaurantes de precio alto

La Bien Aparecida

Manita De Cerdo Y Su Salsa Con Carabinero En Restaurante La Bien Aparecida

A veces no hace falta salir de Madrid para disfrutar de lo mejor de otras cocinas. Es el caso de La Bien Aparecida, donde se gesta una propuesta culinaria en torno a Cantabria pero donde se coquetea, siempre respetando al producto, con presentaciones que se asemejan a la alta cocina. El responsable de ello es José Manuel de Dios, un santanderino con experiencia en estrellas Michelin, que traslada sabores y esencias del Cantábrico al barrio de Salamanca.

Imprescindibles son las rabas de Santander y las croquetas cremosas de huevo cocido y lacón. A su lado, ya en la fase de los principales, la apuesta se diversifica en arroces, carnes y pescados, donde no es conveniente dejar pasar el arroz meloso de almejas “finas”, la cola de merluza a la meuniére o un curioso mar y montaña a base de manitas de cerdo y carabinero. Perfecto para los que quieran darse un homenaje pero también para los que tengan algún 'compromiso' de visita y quieran asegurarse el éxito.

Calle de Jorge Juan, 8.

99 Sushi Bar Eurobuilding

99 Sushi Bar Eurobuilding

Uno de los referentes madrileños de la cocina oriental bien merece una visita durante el verano. Sushi de calidad y un ambiente selecto son los imanes por los que dejarse atrapar mientras las noches capitalinas se vuelven tórridas. Por eso, una apuesta por pescados crudos y platos fríos puede ser el antídoto perfecto para disfrutar de la ciudad en torno a la buena mesa.

La panoplia que aquí se mima en torno a la cultura japonesa es casi indescriptible, enarbolando producto y cuidado en la elaboración, haciendo un repaso por clásicos como los gunkan, los nigiri, los maki, que no faltan en una carta donde también hay sabores muy europeos, como las gyozas de jabalí con queso arzúa y cebolla caramelizada, e incluso con propuestas que aquí suenan rupturistas, como el pichón de Mont-Royal en dos cocciones. El lugar perfecto para reencontrarse con la alta cocina japonesa y convertir cualquier noche madrileña en un momento único.

Calle de Padre Damián, 23.

Le Bistroman Atelier

Le Bistroman Atelier Restaurante Madrid

No sólo de clásicos vive Madrid, sino también de aperturas y seguramente hagas bien en dejarte caer por Le Bistroman Atelier durante el estío. Las buenas maneras del restaurante en el que oficia Miguel Ángel García Marinelli, harán difícil que a partir de septiembre encuentes mesa con holgura, así que podrás presumir de ser un pionero.

Su cocina se basa en producto y tradición francesa, donde la ligazón en la haute cuisine es clara, pero también reivindicando clásicos galos como los caracoles à la bourguignonne, la pissaladière estilo Niza o unos contundentes raviolis rellenos de boeuf bourguignon. Un retorno por todo lo alto de un chef que levantó Madrid hace unos cuantos años con Café Saigon y que ahora planea la reconquista con una propuesta a la francesa que la capital necesita.

Calle de la Amnistía, 10.

Lakasa

Aunque César Martín es el artífice de Lakasa, la realidad es que cualquiera que cruce por sus puertas se siente automáticamente en su hogar. Considerado restaurante de cocineros, por lo que no es difícil que encuentres caras conocidas allí, Lakasa es un templo de producto y de precisión técnica, siempre al servicio del sabor, con lo que hará las delicias del cliente que busque retornos sápidos en su memoria gustativa.

Icónico es el solomillo Wellington, sólo los sábados al mediodía, pero que merece muchísimo la pena, aunque no está solo. Los fuera de carta están a la orden del dia, por lo que es conveniente dejarse aconsejar in situ. Si prefieres hacerte una idea previa, menciones especiales merecen las manitas de cerdo rellenas de rabo de toro (un win-win casquero), el galo celta con carabineros (dignificación del mar y montaña) o la corvina macerada en achiote. PD: Deja hueco para el postre, en especial para el tocinillo de cielo con chantilly de wasabi (sí, has leído bien y déjate sorprender si lo pruebas).

Plaza del Descubridor Diego de Ordás, 1.

Rocacho

Arroz Negro, Restaurante Rocacho Madrid

La brasa y la llama son las protagonistas casi absolutas de la sabrosa propuesta de Rocacho, que construye su carta en torno al producto y un recetario clásico**, en el que se cuelan toques de innovación bien entendida, pero que tienen como misión no enmascarar las materias primas con las que trabajan.

Es el caso de las carnes, donde algunas de ellas, como la chuleta de vaca o la cecina, provienen de El Capricho, el célebre asador leonés en Jiménez de Jamúz. No tienen tanto pedigrí sus arroces, y no los necesitan, porque tanto los melosos como secos podrían pasar perfectamente por perfectos arroces levantinos, en especial el a banda. Aunque tampoco conviene dejar atrás el poder de la brasa en los pescados, en especial del rodaballo, aunque también la merluza o el rape son grandes opciones.

Calle del Padre Damián, 38.

BiBo Madrid

Bibo Madrid Restaurante

Aires andaluces copan la carta del, de momento, único restaurante de Dani García en Madrid (aunque con dos aperturas a la vuelta de la esquina), en la que también se incluyen versiones de algunos platos que llevan muchos años con él, formando parte ya de su ADN culinario. Desenfadada, apta para grupos y versátil, la opción de BiBo es perfecta para los que quieren disfrutar de buen ambiente y buena cocina sin complicarse la cabeza en comandas o búsquedas.

Por eso el recital suele comenzar con los brioches (el de rabo de toro o el de chorizo desmigado), que son buena piedra de toque. A ellos puede seguirles alguna de las recetas con sello Michelin que reprodujo aquí, como el yogur de foie o el gazpacho de cerezas, que elevan el listón hacia la alta cocina. Otra idea, para los que echen de menos el mar, puede fluir en torno a las ostras, los ceviches o el atún rojo, además de algunas frituras, por lo que los aromas de Andalucía están asegurados para cualquier rodríguez capitalino.

Paseo de la Castellana, 52.

La Primera

Ensaladilla Rusa De La Primera Restaurantes Madrid

De los creadores de Cañadío llega este local, el más céntrico del grupo, que abre sus ventanales sobre el cruce de Gran Vía con la calle Caballero de Gracia. En su cocina predominan los toques cántabros que han dado relevancia nacional al grupo, además de incorporar varias sugerencias de picoteo que permiten hacer un ágape breve, perfecto para los que estén por la zona centro.

Preparaciones como la ensaladilla rusa o los buñuelos de bacalao (fundamentales) asientan la comanda en torno a sabores de toda la vida, como también pueden ser los trozucos de merluza o los pimientos rellenos de hongos y langostinos. En los principales, también revestidos de clasicismo, no faltan buenas menciones a los arroces -espléndido el negro de cachón- y buenos pescados, siendo la merluza el eje vertebrador, que se dispone en cuatro preparaciones distintas. Los guisos también piden atención, en especial los callos, y en los postres es casi imprescindible apostar por la tarta de queso.

Calle de Gran Vía, 1.

Pez Fuego

Gambas A La Parrilla En Restaurante Pez Fuego Madrid

Sin trampa ni cartón. Sólo el 'bautizo' de este restaurante, que forma parte del Grupo Oter, nos indica que aquí el duunvirato va a estar en manos de la llama y de los productos del mar. Con él encontramos un alegato que permite al madrileño ignorar el manido "vaya, vaya, aquí no hay playa" porque con restaurantes así, donde lo mejor de las costas llega a diario, no es ni necesario.

Buena forma de comenzar es con la parte del marisco, como la gamba roja de Jávea o el carabinero de Isla Cristina, que pueden ser secundados por los calamares a la gaditana o los fritos de rape, remembranza asturiana, o el pulpo de roca. En parrilla es el turno de chipirones, cogotes de merluza, lenguados y como no, rodaballo. Y si echas en falta algo más 'terrenal', siempre hay unas cuantas carnes esperando al comensal.

Calle de Orense, 68.

Amazónico

No te dejes influenciar por lo que te hayan contado y disponte a vivir la experiencia Amazónico por tí mismo. Es cierto que es un restaurante lleno de gente más interesada en ver y ser vista, pero no quita que el restaurante tenga una propuesta gastronómica bien elaborada y de mucha calidad. Puede que se disipe en el ambiente si no es lo que más te llama la atención pero la oferta culinaria que Sandro Silva dispone aquí es de muchos quilates, y sobre todo, más 'accesible' en verano, ya que no será tan complicado hacer una reserva.

Si te has atrevido a dar el paso, en Amazónico la carta fluctúa entre guiños tropicales y producto local. Siempre curiosas son las ancas de rana con salsa de mango, o el fragante arroz chaufa con pato, que forman parte de los entrantes. A la hora de abordar los principales, las referencias se cargan de menos aderezos, bien representado por algunos pescados que se cocinan en espetos, como el lenguado o la lubina, y una buena legión de carnes, algunas de ellas traídas de Latinoamérica, siendo original la picanha al rodicio. Si apuestas por una carne más exótica, hay ofertas de wagyu y de kobe (que no conviene confundir) y que pueden poner el punto final a una experiencia gastronómica y festiva curiosa.

Calle de Jorge Juan, 20.

Oh My Club

Sala Principal De Oh My Club Restaurante Madrid

Alternar copas con sushi puede ser una buena idea para cualquier noche de verano y eso es lo que propone Oh My Club, que ya en su nombre esconde la declaración de intenciones de este local, surgido como club -por lo que sólo tiene horario de cenas-, en el que los cócteles y los destilados comparten espacio con una propuesta culinaria de corte internacional, que tiene en lo nipón su principal baluarte.

Así, tartares y sashimi se intercalan con maki y nigiri, demostrando la versatilidad de la gastronomía japonesa. A su lado, con el mismo mimo en cocina pero cambiando de repertorio, se suceden platos como los langostinos con gnocchis, los puntaletes con pato confitado o el tajine de pollo con cuscús, por lo que viajar desde sus mesas será realmente fácil. Muy recomendable para grupos y gente joven que quiera combinar cena con ocio, Oh My Club es una buena alternativa para tener lo mejor de ambos mundos en el mismo espacio.

Calle de Rosario Pino, 14.

Restaurantes de hotel

Pierde el miedo a entrar en un lobby y, como un viajero más, redescubre los salones de la capital en busca de la buena mesa. El madrileño va atreviéndose a penetrar en estos espacios, injustamente vedados en el subconsciente, y donde cada vez se come mejor y más variado, lejos del postulado de restaurante arcaico de hotel.

Aduana

Txangurro A La Donostiarra Restaurante Aduana Gran Melia Fenix

El Gran Meliá Fénix sirve de aposento a este Aduana, ubicado en la séptima planta del hotel y cuyas vistas dan a la Plaza de Colón, por lo que podrás tener Madrid a tus pies mientras comes. Su cocina, ejecutada por el chef Miguel Martín, está basada en clásicos que coquetean con la haute cuisine, tanto en elaboraciones como producto, pero dinamizándolos y haciéndolos algo más modernos, permaneciendo fiel a la estética del hotel pero con un toque rupturista, que enseguida se percibe en la propuesta

Es el caso de uno de los emblemas de la carta, el txangurro a la donostiarra, capaz de compartir escenario con un carré de cordero que se acompaña de cuscus y yogur o el pulpo salteado con boniato y aceite de sésamo. Para la opción purista, un paso indispensable lo forman los raviolis de langosta con salsa ligera de azafrán y el sempiterno caviar sobre blinis, para los que apuesten por darse un homenaje por todo lo alto. Perfecto como restaurante para grandes acontecimientos o celebraciones especiales, Aduana es uno de los salvoconductos gastronómicos por los que merece la pena quedarse en Madrid.

Calle de Hermosilla, 2. Planta Séptima del Hotel Gran Meliá Fénix.

Lobo 8

Arroz Meloso De Gambas Al Ajillo Restaurante Lobo 8, Madrid

Ubicado en la planta baja del Gran Hotel Inglés, muy cerca de la Puerta del Sol, Lobo 8 ofrece una cocina dinámica y de base castiza, perfecta para el huésped pero también para el 'gato' que quiere redescubrir la mesa madrileña, que gira en torno al picoteo y las raciones, por lo que puede ser una parada ideal si se recorre el centro de Madrid.

Ejemplo de ello son las patatas con alioli de albahaca y mojo rojo, las bravas o los mejillones tigre, cargados de sabor a mar. En esas mismas lides se encuentran las mollejas de ternera con meunière de cordero o los camarones adobados, invitando al comensal a no dejar de tener el pan a mano. También de corte clásico, aunque no dejan de ser compartibles, las opciones de la dorada a la espalda o el chateaubriand de vaca ponen un buen punto final al ágape, que se puede maridar con la importante carta de jereces que aquí se sirven.

Calle de Echegaray, 8. Dentro del Gran Hotel Inglés.

Media Ración X Cuenllas

El icónico Cuenllas, cerca de Princesa, se duplicó en los bajos del Hotel Urso, para añadir aires nacionales que bailasen en torno al picoteo y los productos selectos dentro del hotel. Bajo esa premisa, los clásicos de una cocina muy transitada por los madrileños ha encontrado un 'hijo' pequeño donde diversificarse, incluso en formato, haciéndose más accesible para compartir y permitir que el cliente pueda probar una decena de platos sin rubor.

A ello ayuda también la otra duplicidad, la espacial dentro del hotel, ya que hay barra y restaurante, por lo que sólo dependerá del tiempo que tengas que apuestes por una u otra. En este sentido, la barra está repleta de conservas de calidad, como las de Gueyu Mar y de chacinas, amén de algunos platos de cocina como la ensaladilla rusa o los soldaditos de Pavía. Ya en el salón, la carta se extiende en guisos, arroces y carnes, además de pescados, siendo clásicos de la casa los callos, casi con denominación de origen, la raya escabechada o por qué no, unos huevos con morcilla, sobrasada y patatas, tan sencillos como sabrosos, y que suelen ser el capricho que nunca nos atrevemos a dar fuera de casa.

Calle de la Beneficencia, 15. En el Hotel Urso

Imágenes | Rocacho/Taberneros/Raimunda/Apura/Lobo8/Aduana/Patio de Leones/La Malaje/La Primera/La Bien Aparecida/BiBo Madrid/Le Bistroman Atelier/Oh My Club/Pez Fuego/99 Sushi Bar Eurobuilding/Tepic

Visita al restaurante Real Balneario de Salinas en Asturias

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Visita al restaurante Real Balneario de Salinas en Asturias

Hace unas semanas, durante una viaje por el Principado, tuve ocasión de hacer una visita al restaurante Real Balneario de Salinas en Asturias, y aquella fue sin duda una de las mejores comidas de las que he disfrutado en los últimos meses.

La calidad de la cocina y el impecable servicio de la sala, -amén de una inmejorable situación junto a la playa- consiguen que el comensal disfrute de principio a fin de la calidad de este restaurante que tiene, y bien merecida, una estrella Michelin. Os cuento la experiencia.

Visita al restaurante Real Balneario de Salinas en Asturias

Balneario Salinas 2

En Salinas, en el mismo paseo marítimo de la localidad costera asturiana, frente al Museo de las Anclas de Philippe Custeau, se sitúa este Restaurante Gastronómico cuyos cimientos se asientan en la arena de la playa.

Inaugurado en los años 50, aunque iniciase en 1916 su actividad como balneario, y tras superar varias reformas, es a mediados de los 90 cuando se convierte en el actual restaurante Real Balneario de Salinas.

Interior Balneario Salinas 2

Se trata de un sitio elegante y eso se nota nada más entrar. Los espacios, los amplios ventanales y las mesas perfectamente vestidas, la amabilidad y profesionalidad de todo el personal de sala y la luz que ilumina todo el local, hacen sentir cómodo desde el primer momento.

La carta, los menús de degustación y otros platos destacados

Al frente de la cocina, está Isaac Loya, hijo de los fundadores, que tras 17 años en la casa, muestra su impronta de calidad y renovación en cada plato, respetando la tradición y estilo de una cocina clásica y muy bien fundamentada.

Aperitivo

Comenzamos con una espuma de legumbres y un buñuelo de calamar con alioli, que nos sirven como aperitivo. Un buen comienzo para abrir boca y dar paso a los deliciosos mariscos que nos sirven a continuación.

Marisco Salinas Dap

Primero un santiaguiño, un marisco de sabor intenso, que nos alegra la vista y el paladar. Después una almeja abierta a la brasa del carbón, sin más procedimiento, que está deliciosa y después otra almeja, ésta fuera de su concha y servida con un pil pil.

Verduras Loira Salinas

Ahora llegan las verduras del Loira, -zanahoria, remolacha, nabo, cebolla-, todas perfectas de punto, en una elegante presentación. Después un elegante y sutil tartar de lubina con ajoblanco y ají amarillo, para dar paso a los platos principales.

Papada

Primero el plato de Papada, perrechicos y caviar, un delicioso manjar crujiente, jugoso, suculento, que nos hace salivar. Viene acompañado de una cucharada de caviar en su punto exacto de sal, hace que los más disfrutones de la mesa nos quedemos maravillados.

Arroz Salmonetes Cocina Y Sala Sala y Cocina en perfecta sintonía en el Real Balneario de Salinas

El menú se desarrolla en perfecta armonía con la bodega, bien elegida por el Jefe de Sala que nos aconseja de manera espléndida. Así llegamos a uno de los momentos estelares del menú, el del arroz meloso con salmonetes que nos sirve personalmente Isaac Loya, repartiendo el preciado plato ante nuestra expectación.

Arroz Salmonetes Balneario

El arroz es una delicia, puro sabor y cremosidad y el salmonete de Avilés que lo corona, nos vuelve a recordar la calidad de este producto asturiano, tan diferente a otros salmonetes de nuestro país, que ya descubrimos con Pedro Morán en Casa Gerardo.

Solomillo Balneario Salinas

Como último plato fuerte, las carnes asturianas vienen representadas por un solomillo de ternera cocinado a baja temperatura, que Isaac Loya termina haciendo rodar la pieza entera por la plancha durante 3 minutos para que quede tan tierna que se deshace en la boca. Lo sirven sobre sus jugos, con una ligera espuma de patata.

Bonus extra: la fabada

Bonus Extra Fabada

Ya estamos llenos y vamos a pasar a los postres, pero estamos en Asturias y viendo que tenemos buen saque, el chef nos ofrece un plato de su fabada, por si queremos probar. Tras aceptar, obviamente, probamos unas fabas con su compango, bien elaboradas y llenas de sabor

Esto es algo que se agradece encontrar en restaurantes de este nivel que muchas veces olvidan la importancia de los guisos y pucheros tradicionales para dedicarse solamente a cocinar los platos de vanguardia.

Los postres

Postre Tarta Queso Lazana

Terminamos la visita con dos postres. Primero una tarta de queso Lazana, elaborada con queso de La Reguera que se presenta acompañada de una quenelle de helado de frutos rojos y algunas frutas que aportan contrastes ácidos. La cremosidad de la tarta de queso es memorable.

Finalizamos con un Cremoso de Tocinillo con nata y pimienta de Sichuan, un sorprendente tocinillo de cielo escondido bajo una nata batida cremosa y sedosa, de las que tanto nos gustan y que por desgracia, ya no se encuentran habitualmente.

Tocinillo Nata Y Pimienta Rosa Servido Salinas

Qué pedir: La carta es muy amplia y hay muchas posibilidades para disfrutar de la buena cocina del Real Balneario de Salinas. Con tres menús de degustación (49.50€, 88€ y 165€ más bodega) y un tiquet medio de 90 euros por persona, puedes elegir según tus gustos y presupuesto.

Datos Prácticos.
Dónde: Playa de Salinas, Asturias.
Precio medio: 70/90 euros.
Reservas: 985 51 86 13
Web: Real Balneario
Horario: Abre todos los días.

Roma impide que se abra un McDonald´s en las termas de Caracalla, pues pone en riesgo el decoro de la ciudad

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Roma impide que se abra un McDonald´s en las termas de Caracalla, pues pone en riesgo el decoro de la ciudad

Aunque para algunos parezcan solo un montón de ruinas, las termas de Caracalla –el emperador que gobernó Roma entre el 211 y el 217 d.C– son uno de los más importantes vestigios del impresionante nivel que alcanzó la obra civil del imperio romano. Sus enormes edificios tenían una capacidad para 1.600 personas y sus cisternas podían contener un total de 80.000 metros cúbicos de agua.

El edificio fue destruido por un terremoto poco después de la caída de Roma (en el año 847), y corrió la misma suerte que la mayoría de monumentos de la antigua capital del mundo: fue abandonado durante siglos, hasta que se le volvió a dar la importancia debida.

Hoy las termas de Caracalla son una importante atracción turística, en la que se conservan importantes fragmentos de mosaicos, y un espacio importante también para los residentes, pues allí se traslada el Teatro de la Ópera en época estival. Y, es por tanto, una ubicación ideal para instalar cualquier negocio. Incluido un McDonald's.

La alcaldesa de la ciudad, Virginia Raggi, publicó la semana pasa un comunicado anunciando la suspensión del proyecto ejecutivo que sí habían aprobado las autoridades del distrito.

La noticia ha sido una de las comidillas del verano en la ciudad, después de que el ministro de cultura de Italia, Alberto Bonisoli, afirmara que el patrimonio cultural italiano “merece ser tratado bien, dignamente, con cuidado y respeto”.

Acueducto En España hay un McDonald´s frente al acueducto de Segovia.

Una polémica que viene de largo

No es la primera vez que McDonald´s (y otras cadenas de comida rápida) abren sus restaurantes junto a grandes monumentos romanos. En 1986 se inauguró el primer McDonald´s de Italia en la Plaza de España, justo enfrente de sus famosas escaleras. La apertura generó una polémica similar en su día, que se zanjó después de que el restaurante se adaptara a la decoración clásica de la zona, una exigencia que rige hoy en la mayoría de centros históricos de las ciudades.

Pero la alcaldesa de Roma va más allá, pues considera que no se deben abrir cadenas de comida rápida frente a lugares emblemáticos, por mucho que preserven su estética. El comunicado del ayuntamiento especifica que la apertura de un McDonald´s pone en riesgo el decoro y la imagen de la ciudad.

La paralización del McDonald´s –que iba a ocupar un espacio de 800 metros cuadrados frente a las termas–, va en consonancia de varias ordenanzas impulsadas recientemente por Reggi destinadas a impedir actividades que permitan que se acumule basura y generan molestias. Una de estas ordenanzas impide, por ejemplo, “comer de manera descuidada” en las inmediaciones de los monumentos.

McDonald´s ha criticado la paralización de un proyecto que, asegura, iba a generar más de 60 puestos de trabajo. La cadena tema, además, que se paralice también el restaurante que planeaba abrir frente al Panteón.

Imágenes | Agnete/Pxhere


Tripea: el menú gastronómico con mejor relación calidad-precio de Madrid

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Tripea: el menú gastronómico con mejor relación calidad-precio de Madrid

35 euros. Es lo que cuesta el menú degustación de Tripea: un viaje por la cocina peruano-asiática, de base española, original, divertido y bien ejecutado, que en este rango de precios es, en estos días, lo mejor que se puede encontrar en el foro.

El modelo de negocio que sigue el restaurante, situado en el efervescente mercado de Vallehermoso, es similar al de propuestas como Tres por Cuatro o el vecino Kitchen 154: el ahorro de costes que supone no contar con un local propiamente dicho y tener un servicio más desenfadado (que no malo), permite echar el resto en la cocina. Y es aquí donde Tripea brilla.

El currículum del cocinero Roberto Martínez Foronda, alma mater del restaurante, es de los que quitan el hipo. En España aprendió el oficio junto a gigantes como Darío Barrio, Andrés Madrigal y Joan Roca, antes de marchar a Perú y empaparse de la cocina nikkei en templos como Malabar y Maido. De vuelta a España fundó uno de los espacios más queridos de la capital, Nakeima, y trabajó junto a Luis Arévalo en Kena. Con estos maestros, ya le tocaba liderar un restaurante. Y, algo más de dos años después de su apertura, podemos confirmar que Martínez ha sido un alumno aplicado.

Tripea2 Arepitas con crema de maíz dulce y cecina.

No ha sido fácil. Trabajar en el minúsculo espacio que ocupa la cocina, dando servicio a unas mesas situadas en mitad del pasillo del mercado, requiere una organización a prueba de balas. “Puedes haber trabajado en mil cocinas del mundo, pero cada una es diferente”, explica Martínez a Directo al Paladar. “Hemos tenido que desarrollar un plan de trabajo en base al espacio, porque es muy complicado, y ha costado. Ha habido mucha prueba y error”.

Ingredientes humildes, cocina de lujo

Inauguran la cena unas arepitas con crema de maíz dulce y cecina, muy buenas para abrir boca, a la que sigue una ensalada, de inspiración tailandesa, con papaya verde, oreja frita y mayonesa ibérica, que, con pequeñas variaciones, es uno de los fijos del menú. Un gran contraste de sabores, en el que la grasa de la oreja y la mayonesa contrarrestan el ácido de los vegetales.

Tripea1 Ensalada de papaya verde, oreja frita y mayonesa ibérica.

Seguimos con un aguachile de chupe con langostino y pulpo, un plato exquisito, que evidencia el paso de Martínez por las cocinas latinoamericanas. “Quisimos coger la técnica mexicana, la elaboración, adaptándolo a un plato típico peruano, que es un chupe, un plato caliente”, explica el cocinero. “Tiene mucha similitud, no deja de ser casi un tiradito”.

Tripea4 Aguachile de chupe con langostino y pulpo.

Llega ahora otro plato de inspiración mexicana, un mole de manitas de cerdo con queso de cabra. De nuevo, un ingrediente humilde, se transforma en un plato para chuparse los dedos. Pero mejor aún es la siguiente propuesta, una idea del compañero de Martínez, Pablo López, que fue el mejor plato de la noche: una versión sui géneris de las patatas revolconas, en la que estas son sustituidas por el plátano macho, acompañadas de papada ibérica, mayonesa trufada y chifles. Un pedazo de guiso en el que la técnica de este popular plato castellano se aplica al plátano macho, con un sofrito de ajipanca, con mucho ajo, ají, y la papada misma, con cuya grasa se cocina el plátano. Para rebañar el plato a conciencia.

Tripea6 Revolcinas de plátano macho, acompañadas de papada ibérica, mayonesa trufada y chifles.

Pasamos ahora a otro guisote clásico de la cocina peruana: un ají de gallina, pero elaborado con curry y acompañado de arroz. Hay que apuntar que la mayoría de platos se acompañan de algún carbohidrato –chifles, arroz, tallarines…– que sustituye al pan. Es, además, el comensal el que mezcla todo en mesa, como en la última propuesta salada del menú: unos mejillones, presentados a modo de ceviche de wok caliente, con ají amarillo, y acompañados de noodles.

“Me gusta que se interactúe un poco”, explica Martínez. “Mucha gente te dice que no tenemos pan, pero la idea es poner una guarnición acorde al plato. Claro que con pan todo está bueno, pero también está bueno con noodles”.

Tripea7 Mejillones con ají amarillo y noodles.

El secreto para ajustar los precios

Para diseñar un menú de 35 euros (obligatorio en cenas, opcional en comidas, donde se pueden pedir platos sueltos), hay que ser, además, muy cuidadoso con la selección del género. Y Martínez ha encontrado un equilibrio entre productos humildes y otros más nobles, todos, eso sí, muy bien ejecutados.

“No es un menú con el que se gane mucho dinero, no tengo unas ganancias locas, tampoco es mi fin”, explica el cocinero. “Obviamente, un negocio tiene que ser rentable, y no hay otra, pero en el producto que trabajamos hay mucha elaboración, y está compensado el menú, con productos más de calidad y otros más normales, pero que tienen una elaboración extra que implica un trabajo y un desarrollo”.

Para los que quieran darse un homenaje, el restaurante ofrece, además, platos fuera de carta, que se pueden añadir al menú. En nuestro caso, quisimos probar la langosta, que se sirve a la plancha acompañada por una americana de crustáceo casera. Se entrega en una sartén caliente en la mesa y, de nuevo, con noodels como guarnición. Estaba buenísima, y solo incrementó la cuenta en 12 euros por comensal, aunque con el menú queda uno más que satisfecho.

Tripea8 Langosta con americana de crustáceos.

Otro plato que se ofrece fuera de carta, por encargo, es un cabracho frito entero, con la salsa de un lomo saltado, acompañada de verduras. Lo apuntamos para próximas visitas.

Para terminar el menú incluye un postre: una versión de la tarta tatín de manzana, que estaba bien pero no levantó pasiones.

Sumando el vino (un cava Martínez, a 21 euros la botella), la cuenta ascendió a 60 euros. Teniendo en cuenta que hay botellas de vino a partir de 17 euros, se puede comer y beber de lujo, por menos de 50 euros, un precio prácticamente insuperable en Madrid por una comida como esta.

Tripea9 Gran comida, cocina diminuta.

Tripea ya ha recabado la atención de los medios e, incluso, de la Guía Michelin, que le ha concedido uno de sus Big Gourmand, por lo que es lógico preguntarse por el momento en que Martínez se decida a dar el salto a un local independiente.

“Quiero tener un local fuera y mantener esto”, reconoce a Directo al Paladar. “Pero todo llega a su tiempo. No tengo prisa, pero no quiero pararme. Todos queremos ganar más dinero. Es la realidad”.

Qué pedir: el menú de 35 euros, de siete pases, no tiene rival y va cambiando poco a poco en función de la temporada, pero a medio día se pueden probar todos los platos por aún menos dinero. La comida que prepara Martínez es estupenda para acompañar con un espumoso.

Datos Prácticos
Dónde: Mercado de Vallehermoso, puesto 44 (C/ Vallehermoso,36). Madrid.
Precio medio: 50€.
Reservas: 918 28 69 47 y en su página web.
Hoario: cierra lunes y domingos.

Consiguió una estrella Michelin en Nueva York sirviendo tapas: ahora lucha por traer a los madrileños a un hotel en la Gran Vía

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Consiguió una estrella Michelin en Nueva York sirviendo tapas: ahora lucha por traer a los madrileños a un hotel en la Gran Vía

El cocinero asturiano Manuel Berganza (Gijón, 1985) logró algo de lo que muy pocos pueden presumir: hacerse con una estrella Michelin en un restaurante de cocina española fuera de España.

Corría el año 2014 y Berganza logró el ansiado macaron para su restaurante Andanada 141, en Nueva York, con una carta en la que se hacía un recorrido por todos los hits internacionales de la cocina española: paella, albóndigas, gambas a la ajillo… Un compendio de lo que los extranjeros buscan cuando quieren probar la gastronomía española, pero respetando el producto, algo muy complicado fuera de nuestras fronteras.

“Yo creo que el secreto de Andanada fue que era un restaurante muy sencillo en el que se comía muy bien”, reconoce a Directo al Paladar. Una fórmula que Berganza quiere aplicar ahora en Picalagartos, el restaurante situado en el octavo piso del hotel NH Collection Madrid Gran Vía que es, por derecho propio, uno de los espacios con mejores vistas de Madrid.

Pica6 Chipirones afogados con botones de patata y berenjena asada.

El chef tiene claro que regentar una terraza como esta es un arma de doble filo: es un lugar tan atractivo que en temporada vacacional estará siempre lleno, pero los madrileños puede que no se acercen para no caer en lo que podría ser perfectamente una trampa para turistas.

“Tenemos que trabajar con la carta del día a día para hacer del restaurante un lugar accesible a los locales”, explica Berganza. “Somos un espacio abierto 365 días al año y no solo vamos a vivir del verano. Sí que es algo en lo que trabajar muchísimo, hacer una oferta buena tanto de comida y de bebida para que los locales vengan y consideren que es un restaurante al que merece la pena subir, no solo por las vistas”.

Pica3 Alcachofas fritas con queso manchego y anchoa.

Tapas clásicas, con una vuelta de tuerca

Berganza lleva poco más de dos meses trabajando en Picalagartos, el restaurante de carga más gastronómica de Azotea Grupo: la empresa que regenta, entre otros lugares, la azotea del Círculo de Bellas Artes o el restaurante el museo Reina Sofía.

Su idea era no cambiar demasiado la carta, dejando los platos que mejor funcionaban de la anterior etapa comandada por Javier Muñoz-Calero, pero acabó quitando todo.

“Empezamos teniendo tapas típicas de Madrid como el bocata de calamares, las patatas bravas y así”, explica Berganza. “Las hemos quitado todas, y creo que vamos a hacer una carta enfocándonos en que la razón de cada plato sea el producto”.

Pica2 Berenjenas de Almagro con steak tartar.

Esto no quiere decir que Picalagartos deje de ser un restaurante de cocina española, pero el cocinero le ha dado una vuelta de tuerca, aplicando la fórmula que ya le funcionó en Andanada, de cuya carta planea rescatar algunos platos –además de su segundo de cocina, que ha regresado a trabajar a su vera en este nuevo proyecto–.

Es el caso de los chipirones afogados con botones de patata y berenjena asada, que se servían tal cual en el restaurante con una estrella Michelin y es, con bastante diferencia, lo mejor que probamos en la comida. La cabeza del chipirón se sirve frita, sobre una patata asada con una crema, y su cuerpo a la plancha, con cebolla y una salsa de berenjena asada. Buenísimo.

Esta dinámica de platos está presente en otras de las tapas de una carta pensada para compartir, todas con precios que van de los 10 a 15 euros, como son las berenjenas de Almagro con steak tartar, otra propuesta interesante; las alcachofas fritas con queso manchego y anchoa, correctas; o los torreznos crujientes con trincha, refrito de guindilla y ajo, ricos aunque no para tirar cohetes.

Pica5 Torreznos crujientes con trincha, refrito de guindilla y ajo.

Un restaurante en reconstrucción

Cuenta Berganza que su idea a corto plazo es ir cambiando la carta cada uno o dos meses, para incorporar platos más sofisticados sin que la cocina se vuelva loca ni se dispare el precio medio. Hoy por hoy se puede comer en Picalagartos por unos 45 euros con vino, un precio muy competitivo teniendo en cuenta la extraordinaria ubicación del local.

“Al final es una carta que tiene que defender el equipo que está día a día aquí”, explica el cocinero. “Por mucho que me ponga a hacer platos raros, si no se hacen bien…”

Pica4 Ensalada de carabineros y aguacate.

En la última revisión se han añadido tres platos nuevos de mayor categoría (y a un precio de 25 euros): un carpaccio de atún, un steak tartar y una ensalada de carabinero. Probamos esta última y estaba de lujo –pero bien cobrada–. La idea del cocinero es ir rotando estos platos con mejor producto, “que dan caché a la carta”, sin que deje deje de ser un restaurante pensado para compartir.

Sin duda el restaurante está todavía ajustándose y en nuestra visita encontramos algunos platos fallidos como la sardina ahumada en tosta con tomate concasse y palmito, que no estaba a la altura; o el arroz campero de codorniz con chistorra y setas, muy pasado, con el grano totalmente abierto.

Pica7 Arroz campero de codorniz con chistorra y setas.

Aunque es un plato muy visto últimamente, sí estaban muy buenas las carrilleras a la brasa con queso San Simón y chirivía, en su punto y muy jugosas.

También nos sorprendió el poste, un arroz con leche con mucho aroma a cítricos, que se sirve sobre un helado de dulce de leche. Muy rico.

Pica8 Carrilleras a la brasa con queso San Simón y chirivía.

La importancia de una buena gestión

Visitamos Picalagartos en unos meses de reajuste bajo la nueva gestión, pero la cosa promete. Berganza ha vuelto a España con ilusión, tras pasar muchos años fuera –primero en Nueva York y luego en Singapur, donde lideró la apertura de una cadena de tapas– y parece el candidato perfecto para dignificar un restaurante de hotel.

“Estando en Nueva York estuve muy cercano a la gestión del día a día del restaurante”, explica el cocinero. “Fue algo que me gustó mucho y cada vez me gusta más y por eso decidí ir a Singapur. Igual era menos llamativo, porque era una franquicia, pero había un gran reto, que era abrir un concepto replicable, en un montón de países, y eso es algo que me llamo mucho la atención”.

Pica9 Arroz con leche con helado de dulce de leche.

En su nueva etapa en España quiere aplicar todo lo aprendido, sin pretensiones, pero con un objetivo claro: que los restaurantes gusten a propios y extraños. “Un hotel parece más impersonal que una taberna en Chueca, que tiene más historia, porque el dueño o el cocinero es más cercano, que es lo que creo que el cliente busca más, pero en el resto del mundo el salir en hoteles es los normal”, concluye Berganza.

Qué pedir: Los chipirones afogados con botones de patata y berenjena asada casi justifican la visita. Por lo demás, encontramos mejor relación calidad-precio en las tapas que en los principales. Muy bueno también el arroz con leche.

Datos Prácticos
Dónde: NH Collection Gran Vía. C/ Gran Vía, 21, octava planta (Madrid)
Precio medio: 45€.
Reservas: 915 30 17 61 y en su página web.
Hoario: abre todos los días.

La vuelta al mundo por once huertos: así se las arreglan los chefs más punteros para controlar lo que sirven en sus restaurantes

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La vuelta al mundo por once huertos: así se las arreglan los chefs más punteros para controlar lo que sirven en sus restaurantes

De un tiempo a esta parte, cualquier restaurante de categoría presume de contar en su menú con hortalizas cultivadas en huertos propios, que permiten controlar al milímetro el producto, cuando no ofrecer variedades imposibles de encontrar en otros lugares.

Como explicaba el cocinero Ricard Camarena a Directo al Paladar, contar con un huerto permite a los chefs cultivar el producto sin pensar en el rendimiento económico, esencial para cualquier agricultor, sino tan solo en su resultado gastronómico (que es el que, ya en la mesa, va a generar las ganancias).

La filosofía “del campo a la mesa” está hoy muy extendida, pero es más reciente de lo que parece. El cocinero Michel Bras fue uno de los pioneros de este movimiento. En 1980 creó el gargouillou, su plato más célebre, en el que se incluyen unos sesenta ingredientes entre hortalizas, hierbas, flores y brotes cocinados por separado. Hoy en día siete cocineros trabajan durante horas para crear el gargouillou del día, con los productos que salen de la huerta del restaurante (fotografiados en la imagen de apertura).

Jardin Portada

Bras es uno de los protagonistas de El jardín del chef, un libro publicado recientemente en español por Phaidon, en el que se hace un recorrido por los huertos de algunos de los restaurantes más reputados del mundo.

Aunque el libro tiene un marcado sesgo anglosajón –se listan más huertos de EEUU y Reino Unido que de cualquier otra parte del mundo– es un interesantísimo recorrido por algunas de las propuestas gastronómicas más punteras de la actualidad, especialmente interesante para los amantes de la agricultura.

Son los propios cocineros los que explican con todo lujo de detalles las técnicas que usan en sus huertos, además de compartir algunas de las recetas que elaboran con su producción.

Con motivo de la llegada a España del libro, hemos realizado una selección de once de los 40 restaurantes que aparecen, incluyendo los dos restaurantes españoles seleccionados: una particular vuelta al mundo por huertos imposibles, cultivados por cocineros obsesionados con el producto.

Astrid y Gastón (Perú)

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El restaurante Astrid y Gastón (liderado por el chef Gastón Acurio y su mujer, Astrid Gutsche) está construido en una hacienda del siglo XVII, que queda hoy en mitad del distrito financiero de Lima.

La finca cuenta con invernaderos y un jardín botánico circular. Parte de su menú degustación está basado en lo que se cultiva en la propiedad, de la que se extraen todo tipo de ajís y hierbas autóctonas peruanas, pero también borraja o patata. Los cocineros recolectan en el acto lo que necesitan para preparar los platos del día.

Como explica el propio Acurio en El jardín del chef, “una de las intenciones del huerto siempre fue que, gracias al restaurante, la casa se conectará con su pasado de hacienda, de lugar de contacto con la naturaleza y sus productos”.

Mirazur (Francia)

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El restaurante comandado por el chef de origen argentino Mauro Colagreco fue considerado como el mejor del mundo en la última edición de los premios 50 Best y su huerto es, según el chef, “el corazón espiritual” del proyecto.

“El huerto está detrás de mi casa y a solo cinco minutos andando del restaurante”, explica Colagreco. “Hace siete años, Laure, la horticultora, empezó con cinco macetas y desde entonces el huerto se ha ido ampliando año tras año, transformando los bancales descuidados, uno tras otro, en parcelas”.

El microclima que se genera en esta zona de la Costa Azul permite cultivar especies tropicales como plátanos o alquenquejes, imposibles de plantar en ningún otro lugar de Francia. Pero la mayor pasión de Colagreco son los tomates, de los que cultiva hasta 40 variedades por temporada.

Azurmendi (España)

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Tras su reconstrucción en 2012, el restaurante liderado por el chef Eneko Atxa hizo del huerto la piedra angular del proyecto.

Como explica Atxa, el restaurante tiene dos zonas diferentes de cultivo: un invernadero acristalado en la azotea y un huerto que se extiende más allá del restaurante, hasta la ladera circundante.

Un depósito de agua de lluvia cerrado cubre el 100 % de las necesidades de riego anuales, tanto para el huerto exterior como para el invernadero, y funciona, además, como recurso para la protección contra incendios.

Hisa Franko (Eslovenia)

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Situado en una casa de campo, en el fertil valle de Soca, en Eslovenia, tres generaciones viven y dirigen el restaurante Hisa Franko. Su chef, Ana Ros, crea un menú degustación nuevo cada noche con lo que recoge de los alrededores. Pocos restaurantes pueden presumir de servir fruta recolectada justo antes del servicio.

“Somos conscientes de que no podemos ser autosuficientes, pero en Eslovenia todo el mundo tiene un huerto, todo el mundo es recolector”, explica Ros. “No es una cuestión de modas: somos campesinos por una cuestión cultural”.

La forma en que se cultivan los huertos en el país puede sorprender en otras partes del mundo, y es que aquí, quizás por la abundancia de agua, se practica una horticultura menos formal, más agreste. Un ejemplo: Ros utiliza para sus ensaladas verdolaga, que en España es considerada una mala hierba.

Slippurinn (Islandia)

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El clima de Islandia no es el ideal para mantener un huerto, pero el chef Gisli Matthías Auounsson se las arregla para servir a sus comensales verduras y tubérculos cultivados a solo unos pocos kilómetros del círculo polar ártico.

“El huerto solo tiene actividad a partir de mayo, cuando sembramos las semillas y transplantamos; después, estos cultivos se cosechan en julio y en agosto”, apunta el cocinero. Por ello es importante avanzar en las técnicas de conserva, que Auonsson domina como nadie.

Aunque no puede depender al 100 % de su producción vegetal, el chef asegura que un 35 % de los productos del restaurante proceden del huerto y un 30 % de las hierbas silvestres, las algas y los frutos del bosque se recolectan a diario.

Twins Garden (Rusia)

Twins Garden

Los gemelos Ivan y Sergwy Berezutskiy están al frente de este restaurante en Moscú cuyo objetivo a corto plazo es ser completamente autosuficiente. Aunque el establecimiento se encuentra en el centro de la ciudad, cuenta con su propia granja en las afueras, con una superficie de 50 hectáreas y 17 invernaderos, en la que se cultivan 150 tipos de hortalizas, bayas y hierbas, que crecen junto a cabras y vacas lecheras, con cuya leche elaboran queso.

“Nuestro objetivo es obtener productos de máxima calidad, así como recuperar variedades olvidadas y crear otras nuevas”, explican los cocineros en El jardín del chef. “En Rusia muchas variedades tradicionales de hortalizas se han ido perdiendo con el paso del tiempo. Para descubrir cepas antiguas, trabajamos estrechamente con laboratorios especializados privados”.

Gemelos Roncero

Nuestra compañera María Llanos tuvo la oportunidad de probar la cocina de los gemelos Berezutskiy gracias a una residencia celebrada este verano en el restaurante de Paco Roncero, la Terraza del Casino. Hasta aquí, vinieron los gemelos cargados de productos de su huerto, además de verduras como melones tropicales o tomates que no los encuentras en Muchamiel. “A destacar sus platos con cangrejo”, apunta Llanos. “Inolvidable para el que lo prueba”.

Hells´s Backbone Grill & Farm (EEUU)

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Este restaurante, comandado por los chefs Jen Castle y Blake Spalding, está situado en una zona prácticamente desértica, tanto en el plano medioambiental como el demográfico. El pueblo en el que se ubica el restaurante, de solo 250 habitantes, está situado a más de cuatro horas de la capital del estado, Salt Lake City, y a 1920 metros de altitud, lo que hace complejo mantener una granja, expuesta constantemente a la fluctuación extrema de las temperaturas: puede haber una tormenta de nieve en pleno junio.

Pese a estas condiciones climáticas, poco generosas par un hortelano, Castle y Spalding han logrado recoger más de 9.000 kg de frutas, hortalizas y hierbas al año. El secreto para lograr tamaña producción en un clima tan hostil reside en adaptar rápidamente el huerto a cada capricho meteorológico. “Si los guisantes se niegan a salir cuando ya hace calor, es inútil esperar a que cambien de opinión: es mejor ararlos y plantar lechugas”, explican los cocineros. “Si los tomates no han madurado y se acerca una helada, los recolectamos y ponemos tomates verdes fritos en el menú”.

Mugaritz (España)

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El huerto que Andoni Luis Aduriz mantiene desde los inicios de Mugaritz, en un antiguo caserío cerca de San Sebastián, ha sido siempre una de las señas de identidad de uno de los restaurantes más vanguardistas del mundo.

“Veinte años después, la huerta de Mugaritz no parece una elección, sino la única manera en que el proyecto podría haber desarrollado una identidad”, explica Aduriz en el libro. “Tras esta primera incursión, la naturaleza se convirtió en la piedra angular de nuestra filosofía”.

En el huerto, de 350 m2, hay espacio para todo, aunque destaca la enorme presencia que tienen las flores. “Cuando la mesa está repleta de aromáticos geranios, rau-ram (cilantro vietnamita, Persicaria odorata) e hisopo de anís (Agastache foeniculum) es el instante preciso en que convergen la naturaleza, la cocina y el comensal…”, sentencia Aduriz.

The Dairy (Reino Unido)

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El chef irlandés Robin Grill abrió The Dairy, en el barrio londinense de Clapham, con la idea de crear un huerto urbano en condiciones, que pudiera abastecer al restaurante, al menos, de hierbas y ensalada.

“He tenido la suerte de trabajar en establecimientos que cuentan con sus propias granjas y huertos, así que aunque ahora no estoy en un entorno rural como en los restaurantes que me han inspirado, tenía claro que quería cultivar mis propios productos”, explica Grill.

Para mantener un huerto en la ciudad hay que ser más cuidadoso que en el campo, pues todos los recursos son limitados. Actualmente, por ejemplo, el restaurante elabora el compost con los restos de comida que dejan los comensales en sus platos.

Kadeau (Dinamarca)

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La cocina de este restaurante, situado en la isla de Bornholm –un territorio perteneciente a Dinamarca, pero situado en pleno mar Báltico, frente a las costas de Suecia y Polonia–, se basa en todo lo que se puede cultivar y recolectar en sus tierras. “Lo que cocinamos no es solo cocina nórdica, sino cocina de Bornholm”, puntualiza el chef, Nicolai Norregaard.

El pequeño huerto de 50 m2, a 1,5 kilómetros del restaurante, se fue ampliando progresivamente, hasta ocupar hoy una hectárea, en la que crecen tomates, lechugas, lúpulos, hierbas o ruibarbos, además de una docena de árboles frutales.

Como ocurre en todos los huertos situados en climas fríos, la temporada es muy corta, y es esencial dominar las técnicas de conservación. “Durante los meses de mayor abundancia encurtimos, curamos, fermentamos, secamos y ahumamos como locos, además de hacer licores, jarabes, aceites y vinagres”, asegura Norregaard.

Quintonil (México)

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Las hortalizas son una parte fundamental del menú de este innovador restaurante, situado en el barrio del adinerado barrio de Polanco, uno de los más lustrosos del DF. Dos años después de su apertura, su cocinero, Jorge Vallejo, decidió instalar un huerto en la azotea del local, pero pronto se dio un baño de realidad: 12 m2 no son suficientes para cubrir las necesidades de un restaurante.

Vallejo transformó entonces el huerto en una suerte de laboratorio, en el que investiga sobre todo con flores comestibles y plantas aromáticas, que utiliza en su cocina, pero además prueba nuevas variedades de hortalizas que, si encajan en el restaurante, pide que se planten a mayor escala en granjas externas, situadas en las zonas rurales que quedan en el propio DF.

Patio de Leones: cocina española buena, bonita y barata en la Puerta de Alcalá (con unos churros que te mueres)

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Patio de Leones: cocina española buena, bonita y barata en la Puerta de Alcalá (con unos churros que te mueres)

Situado en plena Plaza de la Independencia, frente a la Puerta de Alcalá, Patio de Leones podría ser una nueva trampa para turistas. Pero ya quisieran caer todos los guiris en el nuevo restaurante del empresario hostelero Jorge Llovet (también fundador de Ramses, que ocupa justo el local de al lado).

Concebido como una “taberna cañí”, este nuevo espacio nace con una fórmula tan sencilla como difícil de implementar: ofrecer lo mejor de la gastronomía española a extranjeros y locales.

Todo en Patio de Leones, de los baños a la música que suena en sus altavoces, está medido al milímetro, y es que con los precios de su carta –en la que pocas raciones pasan de los 15 euros– y lo que debe costar el alquiler, solo hay una manera de que el negocio sea rentable: que esté siempre a rebosar. Algo que, visto lo visto, ocurrirá en breve. Y es que no estamos solo ante un nuevo sitio cuqui (que lo es), también ante un local con una magnífica y asequible oferta gastronómica.

Leones1 Ensalada de tomate con cebolleta y aceite picual.

La carta, al igual que ocurre en Ramses, ha sido diseñado por el equipo de Arzak, pero no estamos hablando de alta cocina, sino de raciones clásicas, con algún guiño simpático y, lo que es más importante, buen producto.

En nuestra visita probamos, primero, una ensalada de tomate, con cebolleta fresca y aceite picual (14€), con un tomate excelente, bien pelado, que casi no necesitaba acompañamientos. Después, unas croquetas de cecina y puerro (12€), muy buenas.

Leones2 Croquetas de cecina y puerros.

Carta clásica, pero eficaz

En la carta encontramos muchos entrantes con el producto patrio como protagonista –mojama, cecina, jamón ibérico, anchoas, conservas…–, pero es en los guisos donde se ve que el equipo de Ramses se ha tomado muy en serio la cocina de su nueva apuesta.

Patio de Leones tiene detalles difíciles de encontrar en otros lugares de este tipo, en los que se esperan tanto comensales, como una tortilla de patata que se hace entera al momento (12€), o unos buenos guisos de rabo de toro (18€) o albóndigas (15€), que no probamos pero tenían buena pinta solo de verlos.

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Lo que sí probamos fue la lubina en adobo (16€), una versión del clásico bienmesabe, pero preparado con lubina, que estaba francamente bueno. Para terminar nos invitaron a probar el guiso de cordero lechal (19€): la carne estaba muy tierna, bien guisada con cebollas y acompañado con patatas fritas. La única pega es que estaba pelín soso, pero es el tipo de plato que apetece encontrarse más en restaurantes de pretendida cocina española: un guiso sencillo, pero bien trabajado, con buen producto y a precios normales.

Leones4 Guiso de cordero lechal.

Y de postre, churros

Como explica a Directo al Paladar Manuel López, encargado del restaurante, una de las ideas que tenía claras el equipo de Arzak a la hora de diseñar la oferta gastronómica de Patio de Leones era ofrecer durante todo su extenso horario de apertura (de 7:30 a 3:00) unos buenos churros.

No es mala idea –no hay especialidad española que atraiga más a los turistas– pero cuando vimos que vendían estos como “los mejores churros con chocolate de la Capital” nos pareció que se habían subido a la parra. No es así. Aunque no dudamos que los haya igual de buenos, no los hay mucho mejores. Los churros estaba bien crujientes por fuera, pero jugosos por dentro, y el chocolate a la taza era de quitarse el sombrero: ultrandenso, intenso y sin casi azúcar. Muy muy bueno.

Si no quieres pedir churros de postre (algo que muchos considerarán una abominación) hay otras opciones. Probamos también el arroz con leche (7€) y era más que correcto.

Leones5 El chocolate con churros es uno de los grandes atractivos de Patio de Leones.

Enorme barra, gran bodega

Patio de Leones cuenta con una gran terraza que da a la puerta de Alcalá y un espacioso salón interior, para comer en barra o mesas altas. Este espacio es una pasada, con una enorme barra circular, una bodega volada de 2.500 kilos de peso, y unos azulejos decorados por el artista Sergio Mora. (También tiene una pantalla gigante, suponemos que para poner el fútbol, que nos gusta menos. ¡Vivan los bares sin tele!).

Tampoco es mal sitio para beber. Las cañas están bien tiradas, tienen diversos vermús y cócteles, y cuenta con más de 300 referencias de vinos, sin grandes sorpresas, pero con todo tipo de precios. En un futuro cercano el restaurante planea, además, ofrecer pinchos durante el día.

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Patio de Leones no es un sitio al que ir a comer para probar cosas nuevas. No entraña ninguna sorpresa, pero todo está muy rico y a un precio más que competitivo, algo inencontrable en la zona en la que está situado.

Si un amigo extranjero que no conoce Madrid me preguntara por un sitio donde probar la comida típica española, sin salir del centro, Patio de Leones sería desde ya una de las primeras recomendaciones. Pero aunque seas de aquí, si te apetece tomar algo después de pasear por el Retiro, o visitar el Museo Arqueológico, esta es sin duda una opción ganadora.

Qué pedir: toda la comida estaba de lujo, pero no puedes irte sin probar el chocolate con churros.

Datos Prácticos
Dónde: Serrano, 1 (Madrid)
Precio medio: 25/30€.
Reservas: 651 555 000
Hoario: abre todos los días de 7:30 a 3:00 h.

Por qué nadie se preocupa de poner buena música en los restaurantes (aunque ganarían más dinero)

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Por qué nadie se preocupa de poner buena música en los restaurantes (aunque ganarían más dinero)

“Labios de fresa sabor de amor, pulpa de la fruta de la pasión”. Los versos del desagradable pero ultrapegadizo hit de Danza Invisible resuenan sin descanso en mi cabeza.

La culpa es del restaurante de debajo de casa, que lleva sin cambiar su lista de reproducción todo el verano. Cada noche, sin excepción, en torno a las 23 horas, toca sufrir ese hito de la lírica pop, que compara los ojos de una muchacha con un mejillón, en un éxtasis de pasión gastronómica.

Parece la peor tortura inimaginable, pero no es lo peor que me ha pasado en lo que a música de restaurantes se refiere. En China tuvimos que sufrir una cena mientras sonaba la misma canción en bucle, una y otra vez. ¿Cómo podía la gente comer alegremente sin alterarse?

Harto de escuchar una música horrible en su restaurante favorito, Ryuichi Sakamoto se ofreció a elaborar las listas de reproducción

Cierto es que el público de un restaurante no suele repetir todos los días y, en honor a la verdad, casi nadie se fija en lo que está sonando. Pero no soy el único al que la indiferencia por la música, cuando no el mal gusto, le resulta molesta.

El músico japonés Ryuichi Sakamoto llegó a pedir al dueño de un restaurante de Nueva York, donde reside, que cambiara la música que ponía en las comidas, pues le resultaba insoportable. Como contó The New York Times, Sakamoto, otrora líder de la Yellow Magic Orquesta y celebre compositor de bandas sonoras de películas, le ofreció elaborar las playlist del establecimiento, sin cobrar nada cambio, con tal de poder seguir yendo a comer a gusto.

Sakamoto Ryuichi Sakamoto.

La tiranía de Spotify y YouTube

Como apuntaba con acierto el periodista Ben Ratliff, lo cierto es que la popularización de los servicios de streaming lejos de hacer que mejore la música de los restaurantes está haciendo que empeore, o, al menos, sea mucho menos variada.

¿Para qué pensar en la música que quiero que suene en mi restaurante si puedo reproducir una lista de grandes éxitos, jazz facilón o, directamente, selecciones bautizadas como “canciones para bares”?

La mayoría de restaurantes ni siquiera se molestan en poner música

La música es una parte más de la atmósfera de un restaurante. Pero la atención que se presta a esta parece inversamente proporcional a lo que se gasta en vajilla o decoración.

A nadie le parece raro que se contrate a un diseñador de interiores para hacer más agradable un restaurante, pero a muchos propietarios parece no importarles que sea el primero que pase por allí el que ponga las canciones que suenan durante los servicios. Y en la mayoría de restaurantes ni siquiera se molestan en poner música: total, es un gasto innecesario (hay que pagar a la SGAE), que no genera ningún beneficio. Pero en esto último se equivocan.

A mejor música, mayor gasto

Son muchos los estudios, publicados desde los años 70, que demuestran que una selección de música acorde a la atmósfera y el público objetivo de un restaurante puede incrementar sensiblemente el ticket medio.

Como explicó la profesora de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Stephanie Wilson, en una de las últimas investigaciones realizadas al respecto –un estudio publicado en 2003 en la revista Psychology of Music–, hay diversos motivos por los que merece la pena ser cuidadoso en la selección musical.

En primer lugar, los resultados sugieren que los dueños de restaurantes y tiendas pueden usar la música para crear una atmósfera específica que distinga el ambiente de los competidores. Los resultados también sugieren que los establecimientos que reproducen música a contratiempo o sofisticada pueden cobrar precios más altos. En general, la ausencia de música tuvo el efecto más negativo en la atmósfera y la cantidad de dinero que los clientes estaban dispuestos a gastar.

Esto no quiere decir que un restaurante vaya a forrarse por poner las últimas novedades que recomienda la revista Wire, pero sí que una selección musical más atrevida, o al menos más cuidada, da caché a un restaurante.

La mayoría de la gente no se fija en la música, pero para los que nos fijamos puede ser determinante en la experiencia. Y al resto no va a molestarles.

Cómo elegir la música de tu restaurante

Si bien la mayoría de los restaurantes no se preocupan por la música, sí lo hacen las grandes cadenas, cuyo hilo musical está más que estudiado por los expertos de marketing.

Un estudio realizado por McDonald´s concluyó que lo más rentable es poner música que los comensales no reconozcan

Alberto de la Cámara es key account manager de LIVIT, una empresa que diseña la experiencia 360º de grandes marcas de restauración como VIPS, Pizza Hut, Taco Bell o Burger King, y tiene claro que la música tiene un peso importante en la facturación de un restaurante: “La música influye no solo en la experiencia del producto, sino también en las ventas, porque varía el comportamiento de la gente”.

De la Cámara nos habla de un estudio que McDonald´s realizó en varios de sus restaurantes en un país nórdico. En uno de ellos pusieron el top 100 del país, música totalmente reconocible, y las ventas medias bajaron cerca del 8 %. En otro restaurante no había música: las ventas no se vieron afectadas. En otro se puso música acorde a los valores de la marca y las ventas subieron un 3 %. Pero cuando cuando más subieron, alrededor de un 7 %, es cuando se puso música de marca mezclada en un 10% con música local reconocible.

“Lo que hace el tener música no reconocible es que te centres más en la comida y en la conversación”, explica De la Cámara, lo que, a la larga, aumenta el ticket medio.

Mcdonalds

Pero, claro está, la estrategia de cada restaurante debe adecuarse a su imagen de marca. Uno de los mayores errores que se cometen al seleccionar música en espacios públicos, según explica Sakamoto en el Times, es confiarlo todo a la programación aleatoria de canciones, que es la mejor forma de hacer que un sitio carezca de personalidad, pero, además, que la música acabe resultando molesta.

Para elegir una buena banda sonora para el restaurante hay que evitar los estilos más agresivos, pero también cambiar lo que suena con cierta frecuencia

Si, por ejemplo, está sonando todo el rato jazz de los 60 la selección te podrá gustar más o menos, pero no sonará estridente. El problema es que, como ocurría en el restaurante que frecuentaba el compositor japonés, se salte de Miles Davis, al pop brasileño y de ahí al folk americano. Una buena selección musical debe ser variada, pero también debe tener sentido. Pasar de un estilo a otro a lo loco puede resultar estridente, y este es el último efecto que buscamos en un restaurante.

LIVIT subcontrata la elaboración de listas de reproducción a empresas externas, que diseñan estas en función de los atributos de cada marca: según se identifique con valores como “conservador”, “urbano”, “contemporáneo” o “clásico”.

Un algoritmo selecciona las canciones según estos atributos entre una inmensa lista de canciones, pero no lo fían todo a las matemáticas: en última instancia hay un equipo de pinchadiscos que realiza la elección final de canciones, y se encarga de ir actualizando lo que suena en los restaurantes.

Cinta

Lo que nunca debes hacer

Una moda que se ha impuesto en los últimos años en numerosos restaurantes es la de poner versiones dulcificadas de clásicos del rock, cuyas grabaciones originales no pasarían el filtro de lo que se considera para todos los públicos. Esto incumple las dos normas básicas que cita De la Cámara: son tonadas reconocibles, pero que no transmiten ninguna identidad.

Grupos como Nouvelle Vague –que interpretan hits del punk y la nueva ola en clave de bossa nova– o Richard Cheese –que hace lo propio en versión rockabilly– se han convertido en el Kenny G de nuestro tiempo; pero al menos el bueno de G no destrozaba canciones ajenas. Estos artistas pueden parecer una gran elección –es música conocida, pero en versión “tranqui”– pero son a la música lo que al alfalfa a la gastronomía: solo se puede dar a los animales.

En realidad, solo hay unas normas de sentido común que seguir a la hora de diseñar la atmósfera musical de un restaurante, sin requerir a ninguna empresa externa: hay que evitar los estilos demasiado agresivos –el trash metal no está pensado para disfrutar de una comida–, cambiar las listas con frecuencia, para no aburrir a los parroquianos o los vecinos; y no ir a lo fácil, reproduciendo canciones demasiado conocidas.

¿Qué razón hay para poner una y otra vez Satisfaction, Brown Sugar o Angie?

Por lo demás, basta con elegir una música que vaya acorde con la propuesta del local y su público, pero tenga personalidad. Una buena idea es hacer lo contrario de lo que hace Rock FM: optar por canciones menos conocidas de los grupos conocidos. De las 373 canciones que tiene los Rolling Stones, ¿qué razón hay para poner una y otra vez Satisfaction, Brown Sugar o Angie? Teniendo en cuenta que los Beatles grabaron 228 canciones y son casi todas buenas ¿Qué ente demoniaco impulsa a un ser humano a pinchar Yellow Submarine por enésima vez? De Imagine ya ni hablamos.

A la hora de diseñar una playlist Sakamoto va más allá, pensando, por ejemplo, que el tono de la música case con el del ambiente del local –su primera elección, explica, era demasiado oscura para un restaurante que, por lo demás, es muy luminoso–. Pero ni siquiera hay que hilar tan fino.

Me conformo con que alguien que se haya comprado más de diez discos en su vida, que no sean de cantantes de Operación Triunfo, ponga, bajita, la música que más le guste; o, en su defecto, pida ayuda a alguien que tenga un mínimo de gusto o, al menos, curiosidad. No es tanto pedir.

Probamos el buey de Kobe y os contamos la experiencia

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Probamos el buey de Kobe y os contamos la experiencia

Con motivo del viaje que hice a Japón para ver las novedades tecnológicas en electrodomésticos de Panasonic, pasé unos días en Kyoto y dada la cercanía, aproveché la visita para acercarme a Kobe a probar la famosa carne de buey Wagyu alimentado con cerveza. Hoy estamos recordando aquella sabrosa y tierna carne, cuando probamos el buey de Kobe y os contamos la experiencia.

Como ya os imaginaréis es una carne muy cara, debido al especial tratamiento que tienen los animales para crecer en las mejores condiciones y por el altísimo grado de infiltración de grasa que tiene la carne, formando unas vetas intramusculares que le dan el aspecto característico que recuerda al mármol.

Entre los restaurantes que ofrecen la carne certificada de buey de Kobe, podemos encontrar aquellos en los que te sirven la carne cocinada al punto de tu elección y aquellos en los que puedes cocinarla tú mismo en una parrilla eléctrica, de gas o de carbón -llamada yakiniku-, situada bajo la encimera o la barra, para que cada uno cocine la carne, dejándola a su gusto.

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Yo elegí esta segunda opción para cocinar la carne por mí mismo, como veréis a continuación, aunque lastimosamente no apunté el nombre del restaurante en el que me metí. No obstante, creo que era el Yakiniku Club Ichiban Higashinada, según he podido localizar siguiendo mis pasos con Google Maps. En todo caso, lo que quería contaros eran mis sensaciones al probar esta carne y hacer una valoración general de la experiencia, más allá de hacer una crítica del restaurante en cuestión.

Kobe Wagyu

La experiencia de comer carne de esta calidad es muy grata. Primero te traen las guarniciones, muy sencillas, un poco de Kimchi, un poco de col fresca, un cuenco con arroz blanco y varios tipos de salsa: de soja, una especie de miso con ajo y guindilla fresca y un poco de wasabi por si quieres darle un toque más picante.

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Por otra parte, una vez elegido el corte que se quiere degustar, el cocinero lo prepara sabiamente con sus cuchillos entregándote la carne en porciones con un poco de grasa para untar en la parrilla antes de poner la carne. Así la vas cocinando poco a poco y no toda la pieza de una vez, para que siempre comas recién hecha la porción que vayas a tomar.

Yo elegí un entrecot de unos 250g que prepararon delante de mí y me sirvieron para que yo lo cocinase a mi gusto. Elegí una carne con un grado 10 de marmolado y calidad A5, la mejor que pude permitirme valorando mi presupuesto que ya estaba algo mermado con las compras, souvenirs y regalos que fui haciendo durante el viaje.

Kobe Cocinar

Para comer esta carne, no hay que tener prisa, ya que el precio es relativamente alto y quieres que la experiencia te dure lo suficiente. Para disfrutar de un buen entrecot de carne wagyu de la denominación de origen Kobe, tendrás que estar dispuesto a pagar más o menos el equivalente a unos 200 a 250 euros el kilo, dependiendo de la calidad y grado de marmoleado elegido.

Ese precio es para carnes de buey de raza Wagyu de Kobe certificadas, pero la cantidad puede llegar a doblarse si proceden de algún linaje especial o son carnes de reses que ganaron premios, etc, cuyo precio puede doblar la cantidad indicada.

Cómo preparar el buey de Kobe en la parrilla japonesa

Para preparar la carne en estas parrillas, comenzamos untando con el trozo de grasa la superficie de la parrilla, cuya potencia podemos graduar como si fuera una hornilla de gas. Una vez caliente, vamos colocando la carne y la cocinamos al punto deseado.

Podemos ir cocinando un par de pedazos y cuando vemos que están tomando color y estamos listos para darlos la vuelta, ir añadiendo otros para que no se nos acumule carne cocinada en la mesa ni tengamos que esperar mucho entre bocado y bocado.

Cortes Cocinados De Wagyu Kobe

Para el disfrute de los trozos que vengan con más grasa superficial, podemos hacer unos cortes o enrejados como el de la imagen que tenéis sobre este párrafo, y así se cocinaran manteniendo el sabor, mientras se funde la grasa. Así quedarán al punto, dorados por fuera y poco hechos en su interior. Otros podemos tomarlos más pasados y crujientes, para ver cuál nos agrada más en función de nuestros gustos. Es toda una experiencia ir probando diferentes puntos de cocción.

Al hablar de la grasa, me refería a la grasa exterior, no a la grasa infiltrada, que es una auténtica maravilla y produce en boca una textura inolvidable. Como ya os contamos al hablar de la cocina japonesa en el viaje que hicimos para conocer los productos de Panasonic, los japoneses dan muchísima importancia a la textura de los alimentos a la hora de comeros, incluso más que al sabor de los propios alimentos.

Al igual que sucede con la grasa del cerdo ibérico, la grasa de los bueyes wagyu japoneses tiene un punto de fusión muy bajo, ya que se funde prácticamente al frotarla entre los dedos. En la boca, tras pasar por la parrilla, casi se deshace como pasa con el buen jamón ibérico. Además, esta grasa es rica en grasas no saturadas, y ácidos saludables como el ácido oleico y los ácidos Omega 3 y Omega 6.

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El sabor de la carne es intenso, de carne roja muy jugosa. La grasa no se nota en el retrogusto y la textura es sorprendente. Poco a poco, vas terminando con los cortes y te tienes que conformar con su recuerdo, pasando al postre antes de finalizar la comida. La sensación es muy buena, pero está tan rico que casi se hace corto.

Probablemente me podría haber comido otro entrecot más, pese a los 70 euros al cambio que costaban los 250 g de esta maravillosa carne, y eso que el precio resulta relativamente económico en Japón, en comparación con lo que nos cobran por esta carne en los restaurantes certificados en Europa. Mi decisión fue pasar al postre, un sencillo cuenco de crema inglesa caramelizado a soplete por encima, que recordaba a las natillas o a la crema catalana, aunque con una textura muy sedosa.

Postre

Lo peor fue que aunque en la calle está bastante restringido, en Japón sí se permite fumar en muchísimos restaurantes aunque yo no me había dado cuenta, y para mi sorpresa, los comensales de la mesa de al lado comenzaron a hacerlo lo que no me resultó muy agradable.

Kobe Fumando

Datos prácticos
Precio pagado: 11.200 yenes, al cambio unos 95 euros
Carne elegida: Entrecot de Wagyu certificado Kobe de 200 g
Además, cerveza japonesa, y postre.

Las mejores tablas de queso de España: desde estrellas Michelin a tabernas

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Las mejores tablas de queso de España: desde estrellas Michelin a tabernas

Azules, de pasta blanda, artesanales, de cortezas enmohecidas, prensados o de leche cruda son sólo una mínima parte de las formas de elaborar queso. Aunque este alimento lleva presente en nuestra dieta desde hace miles de años, la realidad es que gastronómicamente no se le ha sacado siempre todo el partido que merece por sí mismo.

Muchas veces condenado a las tapas o en recetas, que engrandecen el resultado pero disminuyen su sabor, el queso cada vez está más presente en las cartas de numerosos restaurantes, que lucen impresionantes mesas y carros con los que deleitar al comensal.

Con el ejemplo de Francia en la recámara, lugar en el que el queso es casi una religión, son cada vez más los restauradores que apuestan por incluir este lácteo manjar, capaz de tener el mismo éxito abriendo una comida que clausulándola, tradición también gala, que gana adeptos como prepostre o sustituyendo a estos.

Restaurantes

Por eso, adictos al queso, hoy nos ponemos en marcha para revelarte dónde están las mejores tablas de quesos del país con los que deleitarte antes o después de las comidas.

Santceloni

Con Abel Valverde podríamos decir que empezó todo, o casi todo. Hace casi 20 años no era frecuente dotar de un espacio y personalidad propia al queso pero Abel se atrevió, cuando aún estaba Santi Santamaría al mando del restaurante, y que ahora se ha convertido en seña de identidad de la casa.

Ahora, a punto de cumplir la veintena, Santceloni presenta una oferta de quesos que supera las 350 referencias a lo largo del año, aunque depende de la estacionalidad. Razón por la que 'sólo' suele haber entre 60 y 70, por lo que la excusa de venir a este dos estrellas Michelin atraído por sus quesos necesitaría de varios viajes para paladear todos, ya que por plato se suelen disponer entre 7 y 11 de ellos.

Paseo de la Castellana, 57. Madrid

Magoga

Sin tanta solera pero con mucho talento e ilusión, María Gómez y Adrián de Marcos, tras conocerse como stágiers en diversos restaurantes, decidieron apostar por abrir Magoga en Cartagena, donde la cocina creativa y el respeto al producto se ha ido abriendo paso.

Del apartado quesero se encarga Adrián, que también ejerce como jefe de sala, que dispone desde la mesa una cincuentena de variedades, con especial predilección por los azules. En la oferta van rotando también algunas referencias, siempre atento a novedades, que dispone tanto dentro del menú degustacióno como a la carta.

Plaza Doctor Vicente García Marcos, 5. Cartagena, Murcia.

Lakasa

Sólo entendiendo la calidad del producto y el talento del equipo que gestiona César Martín se puede comprender cómo Lakasa ofrece una cocina nonstop durante todo el día. Convertido en un básico de Madrid para algunas recetas como el solomillo wellington o sus peculiares buñuelitos de idiazábal, este local de Chamberí además presume de selección quesera.

Ella corre a cargo de Bernard Antony, un prestigioso afinador francés (que incluso envía quesos a Alberto de Mónaco), encargándose de mandar las cinco o seis referencias que él considera idóneas para el momento del año. El volumen de la mesa no es equiparable a los mencionadores anteriormente pero sí presume de la misma calidad. Además tenemos la ventaja de poder comprarlos al peso, por si queremos que repetir tentación en casa.

Plaza del Descubridor Diego de Ordás, 1. Madrid.

Montia

Desde San Lorenzo de El Escorial, Daní Ochoa y Luis Moreno, además de lucir estrella Michelin, se han atrevido con locuras como sólo disponer de una carta de vinos naturales o prescindir de carta, sólo siendo posible tomar uno de los menús degustación.

Aún con eso, que algunos podrían considerar una contrariedad, ambos cocineros han puesto Montia en el mapa y entre ellos a sus quesos, apostando por referencias de pequeños productores artesanos de proximidad, que se sirven como prepostre. Ejemplo de ello son referencias abulenses como los de Elvira García pero también el Peña Rubia, de Guadalix, o el ya icónico cabra La Bomba, de la quesería La Cabezuela, situada en Fresnedillas de la Oliva.

Calle Calvario, 4. San Lorenzo de El Escorial, Madrid.

Las Rías Bajas

Rompemos una lanza en favor de otros restaurantes, quizá con menos prestancia, para reivindicar que tener una buena tabla de quesos no exige lucir estrellas o un sol Repsol alumbrando en la puerta. Es el caso de esta sidrería asturiana que ha decidido dignificar el mundo del queso con una amplia variedad.

Rotando cada semana encontramos entre 10 y 15 referencias en las que coexisten quesos asturianos y propuestas de allende la tierrina. Así conviven el Cueva Llonín con goudas, montagnolos y guiños franceses como el Brillat-Savarin.

Calle Poeta Alfonso Camín, 10. Gijón, Asturias.

Pla de la Garsa

En este coqueto local del Born barcelonés se encuentra una agradable sorpresa quesera, capaz de sorprender hasta a los más expertos. Breve pero bien nutrida, con alrededor de una decena de referencias, la propuesta de Pla de la Garsa siempre exige al comensal que se reserve un hueco para quesos.

Aquí abundan referencias artesanales nacionales, como el Ermesenda y el Tou des Til.lers, ambos leridanos, o el Garrotxa gerundense. Además, fraguan una excepcional croqueta de Forme d'Ambert, un icónico queso francés, que no deberías saltarte en tu visita.

Carrer dels Assaonadors, 13. Barcelona.

Tablafina

Perder el miedo a los restaurantes de hotel es más fácil si la propuesta que nos tienta es asequible, entendible y sabrosa. Esto le pasa a los restaurantes Tablafina que encontramos dentro de algunos hoteles NH Collection. Con vocación de tapeo y picoteo, en sus cartas encontramos varias propuestas de quesos, incluyendo guiños locales, con los que es imposible fallar.

Ubicados en Madrid y Barcelona, dentro del NH Madrid Nacional y del NH Collection Calderon, las referencias de ambos son sugerencias de Abel Valverde (al que ya conocemos de unas líneas más arriba), que se han encargado de equilibrar sabores patrios, locales e internacionales para que todo el mundo esté debidamente representado en esta carta de cinco o seis quesos con los que siempre acertar.

Paseo del Prado, 48, Madrid / Rambla de Catalunya, 26, Barcelona.

Hisop

De vuelta a Barcelona es inevitable pasar por Hisop, donde se pone en valor la cocina catalana tradicional pero revisándola con un toque contemporáneo, capaz de revitalizar sabores de siempre en una propuesta asequible a pesar de lucir una estrella Michelin, que ostenta el chef Oriol Ivern.

Allí también brilla su carta de quesos, casi exclusivamente con referencias catalanas, que ponen en valor la versatilidad de los productos locales, capaces de fluctuar entre quesos azules, pastas blandas y cortezas lavadas con facilidad.

Passatge de Marimon, 9, Barcelona.

Angelita

Aunque muchos piensen que en Angelita lo único que lo importa son los tragos, ya sean de vinos o de cócteles, la realidad es que su oferta gastronómica no desmerece a la fase líquida. Aquí es donde cobran capital importancia los quesos, alrededor de una treintena, con procedencias artesanales, que esperan al comensal desde el carrito de la entrada.

Menciones patrias se alternan así con guiños internacionales, bajo la atenta mirada de Rubén Moreiro, jefe de sala y encargado de trasladar estas joyas a la mesa. Entre los clásicos, algunos quesos de Elvira García y alguna mención asturiana como La Peral, aunque siempre encontrarás algo con lo que sorprenderte.

Calle de la Reina, 4, Madrid.

La despensa del Etxanobe

Desde Bilbao, Fernando Canales y Mikel Población despachan una curiosa tabla de quesos como postre desde La Despensa de Etxanobe, la apuesta más de producto de este par de chefs, que también lideran El Atelier de Etxanobe, con estrella Michelin. Suficiente en tamaño y de altísima calidad, ambos chefs proponen un juego de texturas y sabores entre las tres principales leches.

Cabra, oveja y vaca se mezclan así en una tabla de quesos que pellizca referencias españolas y traspasa nuestras fronteras, coqueteando, siempre según temporada, con productos ingleses como el stilton o ilustres franceses como el camembert o el maroilles.

Surtopía

José Calleja se ha esmerado para convertir Surtopía en un bullicioso rincón de Cádiz en el madrileño barrio de Salamanca. Además de su cocina de autor, José ha apostado por incluir una selecta colección de quesos gaditanos, en los que se reivindican razas caprinas como la florida, más desconocida que la payoya pero actualmente en boga.

Sutiles azules, salpicados de pimentón o con curaciones algo más largas son sólo una parte de la propuesta quesera con la que alternar en Surtopía, siempre bien pertrechado de los jereces 11540, que una bodega de Sanlúcar envasa exclusivamente para el restaurante.

Calle de Núñez de Balboa, 106, Madrid.

Casa Solla

Con el sello Michelin marcado desde hace casi dos décadas en su puerta, Casa Solla se ha convertido en uno de los estandartes de la cocina gallega, yendo más allá del producto aunque sin enmascarar nunca los sabores de éste. Responsable de esto es Pepe Solla, que heredó el restaurante familiar pero que ha decidido caminar por la senda de la innovación para reivindicar una Galicia gastronómicamente distinta.

Prueba de ello se puede catar en la colección de quesos con la que culmina las comidas, poniendo en valor a los nuevos productores de la región, donde los quesos azules como el Savel de Airas-Moniz o los fundentes quesos de Cortes de Muar aparecen para terminar de alegrar la sesión al comensal.

Av. Sineiro, 7, 36005 Poio, Pontevedra.

Matritum

Al calor del vino se gestó Matritum, donde su propietario, Xavier Saludes, ha convertido el restaurante en un referente dentro de una zona tan complicada como La Latina. Responsable también de Enoteca Tierra y del restaurante Taberneros, Xavier y su equipo han apostado por darle cabida en la carta a diferentes quesos artesanos nacionales, afinados por José Luis Martín, de Qava.

Rotando según la temporada pero con representación de las tres leches, los quesos de Matritum pueden oscilar entre los azules, como el jienense Olavidia; el Mazuelo toledano, a base de leche de vaca y madurado un par de meses; o el Sant Ignasi, un queso pirenaico de leche cruda de vaca con el que chuparse los dedos.

Calle de la Cava Alta, 17, Madrid.

Taberna Verdejo

Literamente es imposible perderse en la tabla de quesos que desde Verdejo asientan, ya que cada queso llega a la mesa con su respectivo nombre, perfecto para ejercer una tarea didáctica con la que conocer mejor este mundillo.

Quesos españoles conviven así de forma armónica con algunas sabrosas pìezas de otros países, a menudo cambiantes, que descubren para el gran público algunas joyas que ahora están en boca -también literalmente- de todos. Quesos como el Savel, anteriormente mencionado, o el Galmesano (un parmesano a la gallega) no suelen faltar en sus tablas, aunque lo mejor es dejarse sorprender siempre.

Calle de Espartinas, 6, Madrid.

Cheese Bars

Corren muy buenos tiempos para el queso, tanto en restauración como en producción, abriéndose el abanico culinario a un mundo siempre presente en la cocina española pero al que no siempre hemos prestado excesiva atención. Al contrario que otros vecinos, como franceses, o casi vecinos, como italianos, el queso español no ha gozado de especial predicamento, incluso dentro de nuestras fronteras, pero esta situación está cambiado.

Culpa de ello también tienen los cheese bar, un nombre quizá demasiado rimbombante para denominar a un bar de quesos, pero que sirve para ilustrar esas tiendas donde además de comprar, puedes probar in situ algunos de ellos, llevándote a casa los que más te convenzan.

Poncelet Cheese Bar

Paso obligado para los queseros capitalinos, Poncelet lleva casi dos décadas reivindicando el mundo del queso, comenzando con su andadura desde la calle de Argensola. Años más tarde dio el paso a la restauración, ampliando esta panoplia láctica a la calle José Abascal, donde la cocina también se nutre de sus quesos.

Ejemplos como el risotto, los bombones de manchego o la selección de croquetas (con cuatro tipos diferentes de quesos) son la muestra de su devoción quesera. Sin embargo, la traca final viene son sus tablas de quesos, que puedes elegir al gusto, y con las que darte un festín a mesa completa.

Calle de José Abascal, 61, Madrid.

La Majada

No todo el tráfico quesero pasa por Madrid. En ciudades como Valencia encontramos reclamos de cheese bar en los que el refugio láctico está más que asegurado. Nueve tablas de quesos sirven como recibimiento para este coqueto local en el que también puedes llevarte los quesos a casa.

Además, su carta incluye algunas curiosas tentaciones como un sándwich de queso comté, una tartiflette, a base de reblochon saboyano o unas croquetas de cabrales con piñones de las que es imposible comerse sólo una. Todo aciertos para los amantes del queso si hacen una parada en La Majada.

Carrer de Félix Pizcueta, 15, Valencia.

La Quesera Barcelona

Con el queso catalán por bandera, desde los Pirineos hasta Tarragona, pero también con referencias del resto de España y participantes franceses hace La Quesera su zurrón quesero. Perfectos para comprar en tienda pero también para degustarlos en su cheese bar, son unas cuantas las referencias por las que merece la pena pasar en este local barcelonés.

En la fase de cocina también emblemas como la raclette francesa o la fondue suiza esperan al comensal, aunque no se quedan atrás otras recetas menos ortodoxas. Ejemplo de ello es el milhojas de manzana y gorgonzola o un increíble flamenkuchen (un plato alemán, similar a una pizza) de queso maroilles, además de cinco tablas de quesos que varían dependiendo de la estación.

Plaça del Camp, 7, Barcelona.

Foto | iStock


Cabaña Marconi, un refugio con sabor sueco para escapar del agobio madrileño

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Cabaña Marconi, un refugio con sabor sueco para escapar del agobio madrileño

La oferta gastronómica madrileña es tan apabullante -y cambiante- que es fácil olvidar que existen propuestas muy interesantes a pocos kilómetros del centro. Y no hace falta perderse por la sierra para disfrutar de un entorno natural aislado del bullicio de la ciudad. El restaurante Cabaña Marconi, inspirado en los refugios de montaña y abrazando la naturaleza, ofrece un lugar distinto donde escapar por un rato de los agobios urbanos.

El local se encuentra en un privilegiado entorno rodeado de encinas centenarias, que abrazan un antiguo invernadero reconvertido en el vanguardista comedor/terraza, completamente acristalado. La cocina también se sale un poco de lo común con una carta que mezcla platos internacionales con muchas referencias a la gastronomía escandinava, sobre todo a través de sabores suecos.

Cabaña Marconi es una apuesta muy particular de su propietario Marcos Olazábal, que quiso combinar sus raíces familiares y experiencias personales con sus grandes pasiones, la gastronomía, la montaña y el mar. De madre sueca y padre mexicano de origen vasco, tanto el estilo del restaurante como la oferta gastronómica reflejan esa multiculturalidad con recetas de todo el mundo, adaptados un poco al paladar español.

Cabaña Marconi

La amplitud de horarios del restaurante y la versatilidad del comedor permiten generar ambientes distintos que atraen a todo tipo de público, desde familias con niños hasta parejas o comidas de trabajo. Ahora bien, la clientela general responde claramente a la población que habita en la zona, típica de urbanizaciones como son El Encinar de los Reyes y La Moraleja. Sin embargo, los precios no se disparan, manteniéndose en la media habitual de 30€ -sin vino- típica de tantos locales de Madrid.

En verano el restaurante se abre al jardín natural creando un lugar de respiro muy agradable al caer el sol, y en los meses más fríos Cabaña Marconi se cierra y se convierte realmente en un "refugio", sin perder de vista el cielo estrellado, con la acogedora iluminación de las velas y la sensación reconfortante que ofrece la chimenea.

Toques nórdicos en una carta internacional que no olvida el producto español

Marconi Pan

La Cabaña no pretende engañar prometiendo ser un restaurante 100% sueco, ni siquiera podríamos catalogar su cocina como puramente nórdica, aunque son esos tintes escandinavos los que brillan como lo más original de una carta bastante complaciente en su conjunto. El discurso es coherente con las pretensiones iniciales de Olazábal: un lugar acogedor donde todo el mundo pueda sentirse a gusto y comer bien, sin demasiados riesgos creativos.

Por eso no sorprende encontrar opciones tan populares en la oferta gastronómica actual, como las alcachofas fritas con foie, la burrata, el carpaccio, el steak tartare o los tacos mexicanos. Pero sí aparecen otros platos internacionales ya menos frecuentes en locales de precio medio, como el chateaubriand o el strogonoff. La carta es bien completa, con ideas para satisfacer a todos los paladares, echándose en falta alguna opción más vegetariana o vegana.

Marconi Ensalada Ensalada de aguacate con cangrejo de río y vinagreta francesa.

También se cuida mucho el producto, jugando con referencias más lejanas como los mejillones y ostras francesas o el cangrejo rey de Alaska, con buena materia prima nacional, como las anchoas de Santoña, la butifarra de Arán o los calamares de ría gallega. Pero, sin duda, lo más interesante es aventurarse con los platos de sabor sueco para probar sabores algo menos conocidos en nuestro país.

Aunque hay una buena sección de platos principales para estómagos hambrientes -con muchas referencias cárnicas, una selección de pescados y alguna opción de pasta-, también se presta a pedir todo para compartir. Entre los entrantes, las ensaladas y la sección marinera llamada seafood -que incluye también pescado-, es más fácil comer bien sin la obligación de elegir un plato único individual.

La ensalada de aguacate con cangrejo de río y vinagreta francesa (14 euros) triunfó en nuestra mesa mucho más de lo esperado, generosa en la ración y con un aliño fresco y nada pesado. Se agradece que el ya omnipresente aguacate se presente acompañado de forma distinta a los repetitivos platos de siempre de hoy en día, con un cangrejo de río que da mil vueltas a ciertos langostinos/gambas a los que se recurre en muchos sitios.

Marconi5 Moules à la crème avec frites (mejillones franceses a la crema).

Los mejillones a la francesa, o moules à la crème avec frites (14 euros), se sirven efectivamente a la manera gala. Que a nadie le engañe el pequeño tamaño: son muy sabrosos y la salsa de crema ligera y casi adictiva, para mojar mucho pan del que la calidad es más que aceptable. Buenas patatas fritas que no saben a congelado, aunque pueden llenar más de la cuenta si no se tiene cuidado.

Los arenques suecos (15 euros) fueron la apuesta más arriesgada de la noche, pues se pidió sin saber muy bien qué esperar. El despliegue de medios sobre la mesa, con instrucciones del atento personal incluidas, llama sin duda la atención a paladares inexpertos en la cocina nórdica. Aunque no podemos evitar pensar en el supermercado de Ikea para recrear el plato en casa.

Marconi3 Arenques suecos y sus acompañamientos.

Se sirve frío, con el pescado en tres marinados distintos. Además se acompaña de un plato con queso, patatitas cocidas con relleno de crema y huevas de salmón, mantequilla, eneldo fresco y una selección de panes crujientes suecos. Es ideal para compartir y que cada comensal se monte su "tosta" al gusto. Los arenques son muy sabrosos y harán las delicias de los amantes de sabores fuertes marineros, pero nadie tema: ninguno de los tres arenques incluye el famoso -por desagradable- surströmming.

Marconi Postres Tarta de queso, fromage blanc con frambuesas y mousse de limón.

En el apartado dulce hay una buena oferta para los golosos, con opciones menos pesadas y contundentes que las típicas porciones de tartas. No faltan, eso sí, los ya inevitables brownie, coulant -o "bomba de chocolate"- y la tarta de queso (5,5 euros), casi petición obligada.

En este caso es una porción generosa sin excesos, simplemente correcta, de la que destaca la salsa de frambuesas naturales. Más original y muy rica es la crema de queso fresco o fromage blanc con frambuesas (6 euros), aunque le sobra azúcar glasé. La mousse de limón acompañada de tejas caseras es una alternativa más ligera y refrescante -4,5 euros-.

Qué pedir: la especialidad es el salmón al vapor en salsa de eneldo, una receta de la infancia de Olazábal, aunque preferimos recomendar algo más fuera de lo común como los arenques suecos, servidos con toda su parafernalia, o la tostada skagen sueca. Los mejillones al estilo francés, son sabrosísimos y la salsa pide mojar pan. Hay que volver en invierno a probar la fondue o la raclette para compartir a la luz de la chimenea.

Datos Prácticos
Dónde: Camino del Cura 233, Encinar de los Reyes (Alcobendas, Madrid)
Precio medio: 30€.
Reservas: 91 650 79 13 su página web.
Horario: 13:30 – 00:00, abre todos los días.

21 restaurantes de hotel donde comerse Madrid: gastronomía con nombre propio no solo para huéspedes

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21 restaurantes de hotel donde comerse Madrid: gastronomía con nombre propio no solo para huéspedes

Lejos quedan los tiempos en que atravesar la puerta de un hotel para no dormir en él era una quimera. Poco a poco se ha ido perdiendo el miedo a esta barrera psicológica, que se difumina en nuestras mentes, para tentarnos desde las cocinas a redescubrir los paraísos gastronómicos que la hotelería guarda.

De ejemplos con estrella Michelin a cocina temática, pasando por más que competitivos restaurantes en los que no hay tanta alharaca, los hoteles de Madrid reivindican su presencia culinaria en el mapa de la capital. Capaces por igual de conquistar al huésped y al madrileño, sin dejar de lado su innegable presencia internacional, los fogones de los hoteles citan a los comensales que ya han vencido al prejuicio, descubriendo la sabrosa versión de estos referentes.

Restaurantes con estrella Michelin

En las grandes ciudades del mundo, los hoteles sirven de acomodo a restaurantes que aparecen en prestigiosas guías culinarias. Madrid no es una excepción y algunos de sus más ilustres locales encuentran el espacio ideal en los hoteles.

Las razones son diversas pero sobre todo les permiten tener un respaldo financiero detrás, aseguran un tráfico de clientes alto y se crean sinergias entre ambos que repercuten en ambos lados de la balanza.

Dos Cielos Madrid by Hermanos Torres

Restaurante Dos Cielos Hermanos Torres

Después de convertir en estelar a su restaurante barcelonés, los hermanos Sergio y Javier Torres aterrizaron en el hotel Gran Meliá Palacio de los Duques, en pleno centro de Madrid. Aquí, con mimbres similares a lo que hacen en Barcelona, han logrado otro par de bordones Michelin.

Basado en lo que ellos llaman "cocina de recuerdos", ambos han apostado por reivindicar la relación entre el productor, el mercado y el chef, añadiendo toques familiares a muchas de sus recetas, que llevan el guiño a la abuela Catalina. Ejemplo de ello son los canelones, aunque no se dejan de lado platos más castizos, como los callos -de bacalao- o preparaciones de corte mediterráneo como el arroz meloso de pescados, salicornia, pulpo seco y coliflor.

Cuesta Santo Domingo, 5.

Cebo

Ubicado en la planta baja del hotel Urban, muy cerca del Congreso de los Diputados, se encuentra Cebo, un adictivo estrella Michelin que regenta Aurelio Morales, que es además el responsable del resto de propuestas del grupo Derby Hotels y que ha convertido este restaurante en un referente de la alta cocina en tan sólo tres años.

Apenas 20 comensales por servicio dan testimonio de la minuciosidad de esta cocina, sólo disponible en una opción, el menú degustación, que puede servirse con tres opciones distintas de maridajes. La experiencia consta de más de 20 pasos (incluyendo snacks), en los que Morales ha perfeccionado su técnica para que la cocina funcione de forma orquestada y que le hacen sonar con fuerza para la segunda estrella.

Carrera de San Jerónimo, 34.

Kabuki Wellington

El hermano 'pequeño' de Kabuki Presidente Carmona es la joya de la corona de los restaurantes de Ricardo Sanz, seguramente el cocinero que más ha hecho por trasladar lo mejor de Japón a España, gastronómicamente hablando. Abierto en 2007, no tardó mucho en alcanzar también el sello Michelin en un entorno de auténtico lujo.

Hoy, Kabuki Wellington no falta nunca en el top 3 de mejores restaurantes japoneses de Madrid, aunque el chef de oriental sólo tenga sus viajes. Las banderas del local son el sushi, el sashimi y el usuzukuri (un sashimi aún más fino, casi transparente) y otras delicatessen de cocina, como el erizo cuando está en temporada, uno de los productos preferidos del propio Ricardo.

Calle de Velázquez, 6.

Ramón Freixa Único

Una década cumple el barcelonés Ramón Freixa con su Único, su aventura de alta cocina en Madrid, que se abre desde el jardín del Hotel Único, en el selecto barrio de Salamanca. Una homonimia lógica, tanto para hotel como para chef, que ha traído en su maleta numerosas herencias familiares del mítico El Racó d’en Freixa, luego llamado Freixa Tradició, donde se educó gastronómicamente, y que cerró sus puertas en 2018.

En Madrid, Freixa apuesta por la misma cocina de orígenes que le nutrió en casa, más conceptualizada pero sin perder de vista el sabor. Ejemplos de 2019 son el ADN del Tomate, tras años de investigación, o el ya clásico canelón de asado de tres carnes con setas y microverduras, que se encuentran en la carta. También hay dos opciones de menú degustación (La experiencia, de 20 pasos, por 150 y El Homenaje: Gran RFXM, de 25, por 180). Incluye a su vez una opción sólo para los mediodías de entre semana, llamada El Petit Menú, con dos platos más postre, que sirven para hacerse una idea del Universo Freixa.

Calle de Claudio Coello, 67.

DiverXo

Para conocer la plenitud de la cocina de Dabiz Muñoz hay que atravesar las internacionales puertas del NH Collection Eurobuilding, un hotel que poco tiene que envidiar gastronómicamente a cualquier gran hotel del mundo, y al que veremos al menos otra vez en esta lista.

Con las tres estrellas -el único de Madrid que las tiene- en el zurrón desde 2013, DiverXo se mudó en 2014 al hotel, aunque Muñoz reconoce que esta propuesta tiene fecha de caducidad y que en 2024 llegará a su fin. Mientras tanto, aparcando los prejuicios, conviene intentar darse el capricho de disfrutar del menú de La cocina de los cerdos voladores (250 euros, más maridaje opcional de 150 más).

Tres horas de propuesta en un vuelo sin escalas que sale de Madrid para conocer Japón, Tailandia, Sudámerica, Europa o África, poniendo en boca del comensal una experiencia gastro de primerísimo nivel. Ejemplo de ello es el caviar asado en un horno tandoori con curry vindaloo y yogur griego o el erizo fresco y caviar cítrico con velo de regaliz, ajo negro y perfume de bergamota.

Calle de Padre Damián, 23.

Santceloni

Óscar Velasco en la cocina, Abel Valverde como jefe de sala y David Robledo como sumiller son tres de las bazas sobre las que se sustenta el éxito del biestrellado Santceloni. Abierto en 2001, el restaurante es un ejemplo de clasicismo bien entendido, tanto en el servicio como en la cocina, sentando cátedra desde la planta baja del hotel Hesperia Madrid.

La propuesta se puede disfrutar tanto a la carta, donde destacan platos como la lubina con gajos de tomate confitados o el jarrete de ternera, cocinado a baja temperatura, y único plato que permanece en la carta desde 2001. La otra opción es apostar por el menú degustación (185 euros y 14 pasos, más otros 125 euros si se quiere apostar por el maridaje). En este sentido, viendo el ticket medio de la carta, superior a los 120 euros, hacen del degustación una apuesta a caballo ganador. Eso sí, no conviene irse del restaurante sin darse el gustazo de su tabla de quesos o de darse un capricho con alguna de las más de 1.000 referencias de vinos.

Paseo de la Castellana, 57.

Restaurantes de precio alto

Cocina de autor y cocina creativa son dos de las bazas por las que suele apostar un hotel para posicionarse como una oferta completa dentro de una ciudad. Entender un hotel de lujo sin una propuesta de restauración que esté a la altura es prácticamente imposible, y menos aún en un mundo tan gastronomizado como el de hoy en día.

Por eso es frecuente que, como en el caso de los restaurantes con estrella Michelin, numerosos cocineros diseñen las cartas o actúen como chefs ejecutivos de algunos grandes hoteles, conscientes de la relevancia que para ambos ofrece este escaparate.

Etxeko

Bless Hotel Madrid Etxeko Madrid

Aunque aún la estrella no haya caído en el 'jardín' de Martín Berasategui, pero viendo la presencia de este Midas de la gastronomía, lo más lógico es que no tarde demasiado en hacerlo. Más allá de cábalas sobre guías francesas, Etxeko es el regreso del donostiarra a Madrid y una buena forma de acercarse a la cocina del más galardonado de los chefs españoles.

Alojado en Bless Hotel Madrid, el chef donostiarra ha creado una carta en la que hay abundan platos creados ad hoc para Etxeko y, curiosamente, aún no hay menú degustación. En la propuesta se alternan así sabores clásicos, como pueden ser los de la txuleta de vaca vieja o los callos, con otras creaciones de índole más internacional como los tagliatelles melosos de calamar con camarones. Como guiños a Lasarte hay notas en los postres, como la torrija tibia de brioche.

Además, el chef firma el resto de propuestas gastronómicas de este hotel, punta de lanza del Grupo Palladium en la capital, por lo que las cartas de Versus (en el lounge) o Fetén (un bar clandestino) también están disponibles bajo el sello Berasategui.

Calle de Velázquez, 62.

Haroma

Restaurante Haroma Heritage Madrid

Mario Sandoval se ha encargado de dotar de personalidad propia a Haroma, el flamante restaurante de alta cocina del hotel Heritage, ofreciendo una carta en torno al producto, que sabe conquistar por igual al paladar internacional que acude al hotel (tiene el sello Relais & Châteaux) o al comensal español que cruza sus puertas.

Hay toques orientales, en forma de nigiri, que están presentes en la fase de los entrantes, en la que abunda el producto apenas tratado. Es el caso del caviar Osetra, del jamón ibérico o de algunas recetas que irradian madrileñismo, como la ensaladilla rusa (con ventresca de bonito).

Más allá de eso el mar también cobra fuerza, con varias menciones al atún rojo, o el curioso esturión en escabeche. El toque cárnico también se completa con clasicismo, gestado en fondos repletos de sabor, como en la suprema de pichón con su estofado o un clásico de Mario, como el cochinillo, que en Haroma se confita sobre una terrina de vegetales.

Calle de Diego de León, 43.

Goizeko Wellington

Posiblemente Goizeko Wellington sea la mejor forma de comprender toda la magnitud de la cocina vasca en un mismo local. Compartiendo plaza con Kabuki, este clásico madrileño es un referente de lo que tradicionalmente se ha conocido como "mesa del poder", albergando entre sus salones a políticos, empresarios y representantes de la alta sociedad.

Su imán para todos ellos, más allá de la calma, una impresionante cocina en la que el producto reina sobre todas las cosas. De ahí que su bacalao tenga justa fama (en especial el Club Ranero), así como la merluza frita o los txipirones.

También presumen de tener buena trufa cuando es temporada -ahora toca la blanca de Alba- y de ofrecer junto a la carta (con un ticket medio de entre 45 y 50 euros) dos propuestas de menú degustación en torno a los 70 euros, que son una buena forma de comprender lo que Goizeko significa. Un clásico atemporal regentado por Jesús Santos y el chef Abel Martellotti que nunca falla.

Calle de Villanueva, 34.

El Jardín de Orfila

Restaurante El jardin de Orfila

De nuevo, Mario Sandoval aparece en la lista, esta vez con un coqueto restaurante en un hotel boutique, el Orfila -también con sello Relais & Châteaux- a espaldas de la acera izquierda del Paseo de la Castellana. La carta guarda cierto parecido con la de Haroma, representando fielmente los valores gastronómicos sobre los que se construye la cocina de Sandoval, haciendo de la materia prima de alta calidad, suavemente tratada, su valor de ser.

Más allá del menú degustación (muy competitivo, por 72 euros y siete pasos), está la carta y un menú ejecutivo, sólo disponible durante los mediodías, de cuatro platos y que está en una franja bastante asequible de 40 euros, un lujo con acento Michelin en un ambiente exclusivo y por un precio que podría parecer irrisorio viendo la propuesta.

Calle de Orfila, 6.

Rib Casa de la Carnicería

El debut gastronómico del grupo Pestana en Madrid viene cargado de carne. El restaurante Rib Casa de la Carnicería, alojado en el hotel Pestana Plaza Mayor, es el primer envite con el que la cadena portuguesa llega a la capital.

Su carta está cuajada de carnes, que van de cortes clásicos como el solomillo o el entrecot hasta tentaciones más salvajes como el tomahawk (en la imagen), superior al kilo. Aunque la brasa es la protagonista, también hay opciones más pausadas como el chupa-chups de costilla (costilla de vaca vieja asada a baja temperatura) o la carrillera estofada.

Para los que no apuesten por la carne, el restaurante siempre tiene un par de ofertas de pescados del día y algunas opciones vegetales como el chuletón rosa o la lasaña de verduras. Todo ello enmarcado en una terraza idílica, en el corazón de Madrid pero sin escuchar sus palpitantes latidos.

Aduana Gran Mélia Fénix

Restaurante Gran Melia Fenix Aduana

Desde uno de los edificios más emblemáticos de la Plaza de Colón se abre la terraza del restaurante Aduana, en la séptima planta del Gran Meliá Fénix. Fiel a su nombre, Aduana reivindica una cocina viajera en la que el lujo del producto es capaz de encontrarse de muy diferentes formas.

Así coexisten las ostras y el caviar con hamburguesas -como la de kobe y queso gruyere- o la pularda rellena de gambas, acompañada de arroz salvaje, en la que las reminiscencias asiáticas están más que presentes. Aunque si un plato se ha convertido en icono del restaurantes es el txangurro a la donostiarra, que llega a la mesa en su caparazón, emulsionado con soja y fruta de la pasión.

La propuesta viajera no acaba con los postres, como es el cheesecake o un retorno a lo castizo, a base de torrija caramelizada. Todo ello en un ticket medio que ronda los 50 euros, lo cual es bastante razonable si apostamos por la terraza de este cinco estrellas repleto de tradición.

Calle Imperial, 8.

Glass Mar

El desembarco de Ángel León en Madrid se produjo en 2017, cuando acudió a la llamada del Hotel Urban (del que te hemos hablado más arriba) para trasladar parte de su cocina marina y marinera a la capital. Aunque las costas no sean precisamente la gran virtud de Madrid, León adaptó parte de sus creaciones para darles un toque más divertido y urbanita, apostando por una mezcla entre barra y bar, alejado de las pretensiones de un restaurante al uso.

El resultado es una combinación en la que el mar sigue siendo protagonista -incluido el plancton-, que en este Glass Mar se puede descubrir en platos como el arroz meloso, la tortilla vaga con gambas (en la foto) o cortes del ronqueo del atún como la ventresca o los callos.

A su vez, otro icono de Aponiente y Alevante, como los embutidos marinos, traslada al comensal aunque sea por unos minutos a las costas de Cádiz, lejos también de los tickets medios de sus restaurantes con estrella, ya que en Glass Mar la comanda por persona no suele irse por encima de los 40 euros.

Carrera de San Jerónimo, 34.

Restaurantes de ticket medio asequible

Lejos de los focos que proyectan las estrellas Michelin y de los tickets abultados por los menús degustación hay muchos otros restaurantes de hotel que conviven dentro de la ciudad.

Propuestas vegetarianas, grandes vistas, cocinas eclécticas con gran variedad de influencias o la siempre segura apuesta del picoteo y las tapas son también buenos reclamos con los que poner el broche gastronómico a un día por Madrid.

Lobo 8

Restaurante Lobo 8 Gran Hotel Inglés

En el Gran Hotel Inglés, en pleno barrio de las Letras, se descubre un aullido culinario que lleva dando mucha guerra gastronómica en la capital desde su apertura. Abierto en su planta baja, en la que también está la coctelería (LobbyTo), la propuesta internacionalista de la carta se ha renovado recientemente de cara al frío.

En ella se destacan los guisos y asados a baja temperatura, que en muchos casos coquetean con aromas de otras latitudes, como es el caso del jarrete de cordero con curry y papaya o la aleta de raya, guisada al carbón. De corte muy global pero centrándose en el producto, Lobo 8 pretende ser una alternativa en el centro de Madrid en el que el huésped y el transeúnte coexistan en torno al sabor.

Calle de Echegaray, 8.

Calle de Hermosilla, 2.

Tablafina

El NH Nacional, en la Milla de Oro del arte madrileño, se descubre Tablafina, la ecléctica oferta para turistas y nativos que NH pone en valor para alcanzar públicos muy diversos en torno a un lenguaje común: la buena mesa.

Así conviven productos de la tierra, sobre todo quesos, conservas de nivel y embutidos (incluyendo jamones ibéricos de las cuatro denominaciones de origen) y que son el primer paso de una aventura en la que reina la llamada fingerfood.

Ya con el tenedor en la mano, platos muy madrileños como las patatas bravas o los callos entroncan con la tortilla de patata y una apuesta de bocadillos de corte internacional, desde el pulled pork hasta la focaccia, donde es imposible sentirse extranjero. Todo ello por un ticket medio ajustado, alrededor de los 30 euros.

Paseo del Prado, 48

Trotamundos

Restaurante Trotamundos Only You Hotel Atocha

La planta baja del Only You Hotel Atocha es de todo menos aburrida. Fieles a su espíritu innovador, Only You ha apostado por hacer de los lobbies de hotel espacios llenos de vida y el de Atocha es un buen ejemplo de ello.

Además del córner de pastelería de Mama Framboise y de una barbería de Malditos Bastardos, parte de esta planta se abre con el restaurante Trotamundos, que ofrece una carta ecléctica, en la que hay opciones para el que no tiene tiempo y para el que dispone de toda la tarde, ideal para compartir pero también para darse grandes homenajes.

Hay guiños internacionales, como la hamburguesa texmex de pollo con mayonesa de jalapeños o el sándwich de langosta, perfectos para los que busquen sabores distintos, pero también referencias patrias, sobre todo enfocadas al público cosmopolita del hotel. Es el caso de las croquetas, de las bombas rellenas de rabo de toro o de las peculiares gyozas de ropa vieja, que reúnen lo mejor de ambos mundos.

Paseo Infanta Isabel, 13.

Hielo y Carbón

Una de las grandes ventajas que aseguran los restaurantes de hotel es un horario de apertura bastante amplio. Esa razón se manifiesta también en Hielo y Carbón, la principal baza culinaria del hotel Hyatt Centric Gran Vía, que abre sus ventanales sobre una de las arterias principales de la ciudad, haciendo de los peatones y los coches una suerte de figurantes que se descubren ante la vista del comensal.,

Fiel a su nombre, en la carta del restaurante se encuentran numerosos ejemplos de brasa, como el pulpo, el asado de tira o el entrecot. Salpicada también de opciones internacionales pero consciente de su ubicación, el chef Pablo Bernal también apuesta por crear una especie de embajada culinaria, por lo que no faltan platos muy españoles como la fideuá, los huevos rotos o el bacalao al pilpil.

Si uno busca algo que trascienda nuestras fronteras, una buena opción es la ensalada de quinoa, el ceviche de Rosa Merino o el arroz meloso con lomo salteado. Además, el ticket medio oscila en los 35 euros, por lo que es un acierto seguro antiestacazos para los que estén por el centro.

Calle de Gran Vía, 31.

Gran Clavel

La esquina que marca Gran Vía con la calle Clavel le sirve a Iberostar Las Letras para bautizar la propuesta castiza de este esquinazo en el que la historia de Madrid se cita. A través de amplias cristaleras, de esas que convierten la ciudad en una panorámica, se convierte el momento del aperitivo o la comida en una cinemascope viviente, mientras Madrid se arrebola en sus aceras repletas y en sus bulliciosos asfaltos.

A todo ello le pone paz este local, que se divide entre vermutería -para los que tengan poco tiempo o ganas de aperitivo- y la casa de comidas, que postula al menú del día como protagonista en cuatro primeros y cuatro segundos, donde no suelen faltar los callos, las judías o las patatas guisadas.

Además, si la nostalgia del cocido te invade y no estás por la labor de pasar el domingo en la cocina, los fines de semana siempre se oferta aquí el más madrileño de los platos, en tres vuelcos, como manda la tradición, con lo que resolver una buena comida en un buen ambiente.

Calle de Gran Vía, 11.

Somos Garra

También domina Gran Vía, aunque desde el otro extremo, donde confluyen Plaza España y Princesa, como si de un francotirador se tratara, este Somos, que abre desde su altura en el segundo piso las vistas sobre este epicentro siempre populoso de la capital.

Fiel al estilo que Barceló persigue, repleto de esencias españolas y algún gesto hacia la galería, la carta de Somos obedece a esos mismos valores que harán la boca agua de un estadounidense, un oriental o un conquense. Hay tataki y hay satay pero la comanda la presiden los sabores españoles que conquistan el mundo, como es el costillar de cordero con salsa de tomillo, entrantes canónicos como croquetas y buñuelos -muy elegantes estos últimos- o arroces y pescados, siendo más que recomendable el rape en salsa de suquet. Y todo ello mientras Madrid desfila ante tus ojos.

Torre de Madrid, Hotel Barceló, Plaza de España, 18.

Flora Fina

Restaurante Flora Fina ICON Embassy

Israel Peralta es el ejecutor de la propuesta saludable de Flora Fina, el restaurante del hotel ICON Embassy, que desde su ubicación en el barrio de Salamanca ofrece una cocina healthy en la que mandan las verduras y que es apto para veganos y también para omnívoros o vegetarianos.

En el primer apartado destacan los nuggets con salsa romescu, muy sorprendentes y que demostrarán a más de uno que lo vegano está cargado de sabor. Apta para dippear, la carta también tiene referencias como patés vegetales -en los que se incluye un muy buen hummus-, que no debe perderse de vista.

En lo animal también hay opciones, además ecológicas, como los dados de pollo con curry o el crujiente de lubina con verduritas. Perfecto para los que quieran cuidarse y busquen un hotel donde todas las opciones gastro estén contempladas.

Calle de Serrano, 46.

The Captain

No todas las propuestas gastronómicas de Jorge Juan tienen por qué significar hacer cola o pagar la zona. The Captain, dentro del hotel ICON Wipton, es un ejemplo de comer bien, apostar por una cocina de aires internacionales y no dejarse la cartera en el intento.

La carta se compone de alrededor de una veintena de platos, que juega con el equilibrio de entrantes y principales, manteniendo un sutil juego de poder entre lo vegetal y lo animal, alternando preparaciones a priori sencillas pero muy sabrosas. Ejemplo de ello son los espárragos trigueros y calabacín a la brasa o el tartar de salmón curado.

Sin embargo, la gran baza es mancharse las manos con uno de sus tres recetones a la americana como el perrito caliente -de los mejores de Madrid-, el sándwich club o la hamburguesa, que eleva ésta a un peldaño superior.

Calle de Jorge Juan, 17.

Restaurante Savor, creatividad y esencia de la tapa en la Costa del Sol

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Restaurante Savor, creatividad y esencia de la tapa en la Costa del Sol

Quizás sea porque abrió sus puertas el día 14 de febrero de 2017, pero el caso es que me he enamorado del Restaurante Savor, creatividad y esencia de la tapa en la Costa del Sol. Situado junto a Marbella, en la localidad de San Pedro de Alcántara, este restaurante merece ser descubierto, ya que su cocina es una de las más interesantes que he probado en los últimos tiempos.

En su sala y en su acogedora terraza, se puede comer a la carta, aunque yo recomiendo dejarse llevar por los consejos del chef Pablo Castillo y el maitre Miguel Angel Pérez y elegir uno de sus menús dirigidos, degustaciones con o sin maridaje, compuestos por una sucesión de pasos que te dejan francamente satisfecho y feliz.

Menú de degustación

En la cocina de este establecimiento, se nota la ilusión de todo el personal, capitaneado por Pablo Castillo, un chef formado en Málaga, que estuvo un tiempo a las órdenes de Ramón Freixa y después marchó a Cuba donde se empapó de la cocina de la isla Caribeña. Si a estas raíces unimos su pasión por la cocina asiática y tailandesa, entenderemos bien lo que trata de ofrecer en cada paso de sus menús, formados fundamentalmente por tapas ganadoras de numerosos premios.

Sala O Terraza Savor La sala y la terraza del restaurante Savor

En todas ellas se ve la fusión de las tres culturas, la cocina malagueña, el estilo caribeño y los toques o ingredientes asiáticos, consiguiendo un resultado que llena la boca de sabores, aromas y texturas inolvidables. Sorprende y muy gratamente cada plato que va llegando a la mesa.

Aperitivos Savor

Empezamos con el aperitivo, tres bocados interesantes que sirven de prólogo a lo que ha de llegar a continuación. El estilo caribeño y el asiático se muestran en el plátano macho frito con taramasalata, -un meze o dip de huevas- cubierto de tobiko y yuzu. A su lado, el crujiente de arroz congri con hummus de frijoles negros y cilantro, lleno de sabor y como tercer bocado, un chupito de gazpacho de sandía y menta, ligero y refrescante.

Mientras llega el segundo paso del menú, nos entretenemos con el pan, un delicioso pan de masa madre acompañado de un aceite de oliva local de la variedad hojiblanca que nos traen con una original sal de tomate deshidratado. La espera se transforma en un momento feliz, hasta que llega uno de los grandes platos de Pablo Castillo, la croqueta-nigiri de kimchi cubierta de tartar de ventresca de atún rojo, tomate y caviar Black River.

Croqueta Nigiri La croqueta semilíquida de kimchi con ventresca de atún y caviar, una bomba de sabor

Un punto de guacamole con toque de wasabi en la base, una croqueta semilíquida cremosa con intenso sabor -al incorporar salsa kimuchi en la masa-, y una generosa cobertura de tartar de atún rojo. Uno de los platos inolvidables de Restaurante Savor, para comer en dos bocados.

Ajoblanco Sardina Espeto Savor

Casi sin haber dejado de hablar con la croqueta -que se convierte en centro de la charla-, continuamos con otro plato de los de quitarse el sombrero, el Ajo blanco ahumado con espeto de sardinas. Este tercer paso del menú es un plato sublime, quizás el plato o tapa que más me gustó.

Ajoblanco Y Sardina Savor Probando las porciones de sardina con el ajoblanco ahumado y el sorbete de higos

Comienza con un lomo de sardina preparado a la vista del comensal cubierto con unos puntos de emulsión de sus espinas tostadas. A golpe de soplete se le da el toque final y se sirve junto a un delicado ajoblanco ahumado al que se incorpora un sorbete de higos. Cuesta describir la mezcla de aromas que inundan nuestro paladar, sin restar. Como se suele decir... "no se puede explicar... hay que vivirlo". Un plato muy muy recomendable.

Continuamos con un cuarto paso, dedicado a los clásicos del sabor, recetas tradicionales que se transforman con el toque de Pablo Castillo en platos memorables. Llega una bandeja con tres tapas clásicas: las patatas bravas, la croqueta de jamón y el lomo con manteca colorá.

Clasicos De Savor Copa de patatas bravas, presa en manteca con huevos y patatas y croqueta de jamón de Restaurante Savor

Las patatas bravas son extra crujientes en su exterior y muy tiernas en el interior. Dos patatas cubiertas de una salsa con un picante medio nos dejan listos para probar el segundo bocado, el lomo con manteca colorá, que en realidad es un trozo de presa ibérica bien salseado acompañado de un original crujiente de huevos con patatas.

En tercer lugar, la maravillosa croqueta de jamón, cubierta con una buena lasca de ibérico, un punto de mayonesa de tomate y polvo de grasa de jamón texturizada. Los tres me convencieron, en especial la croqueta. Al terminar con ella, el debate en la mesa estuvo centrado en elegir qué croqueta nos había gustado más si la croqueta nigiri o esta.

Tartar De Gamba Con Sopa Tom Yang Tartar de gamba con champiñones, polvo de tomate y sopa Tom Yum

Escondido bajo el carpaccio de champiñones cubiertos de polvo de tomate, un tartar de gambas rojas, dulces y de sabor intenso, que nos presentan acompañadas de un par de cucharadas de sopa Tom Yum tailandesa, servida caliente en el momento. Sabor a mar, contrastes y ligero picante muy agradable en este quinto paso del menú. Quizás, yo lo serviría con un solo champiñón para no enmascarar con el sabor del tomate la rica combinación de sabores.

Taco De Ropa Vieja Taco de ropa vieja cubana con emulsiones

El sexto paso nos lleva de nuevo a Cuba, con un pequeño taco estilo mexicano de Ropa vieja cubana, con puntos de emulsión de lima y de cebolla roja. Quizás es el plato que menos sorprende, pero vale la pena disfrutarlo. La ropa vieja es sublime y cada elemento de su guarnición está más que justificado.

Padthai Tortilla Carabineros

Para terminar, uno de los platos más llamativos de Pablo Castillo: el Pad Thai de carabineros elaborado con tallarines de arroz con su salsa Pad Thai clásica envueltos en una fina tortilla, y servidos sobre un bisqué de calabaza, coco y curry. Lo traen coronado con un buen carabinero y decorado con puntos de los jugos de su cabeza. Es una explosión de sabor con un picante equilibrado que gustará a todos.

Tras estos siete pasos del menú degustación, se pasa al llamado Mundo Dulce, las preparaciones para el postre de Pablo Castillo. Yo estaba ya lleno por lo que no quise probar la torrija Thai 2.0 con burbujas de kumquat o el sorbete de fresas con chocolate. En su lugar, me ofrecieron el postre de mojito de manzana ácida, una inolvidable combinación de texturas que recordaré mucho tiempo como uno de los mejores postres que he tomado últimamente.

Mojito Postre Savor Mojito de manzana de Restaurante Savor

El postre servido en un vaso, contiene un Crumble de almendras, taquitos de manzana verde, helado de ron cubano, granizado de menta, aire de lima y unas hojas de menta, que completan un maravilloso combinado que está tan rico que casi se te hace corto y eso que ya habíamos comido y bebido bastante.

Además, rematamos este homenaje gastronómico con una pequeña tabla de quesos artesanos de la provincia de Málaga, de Coín y Casares, todos ellos de cabra. El café, espresso, también estaba muy rico. Lo comento porque es un tema en el que a veces cojean los restaurantes.

Datos prácticos:
Restaurante Savor
Calle Andalucía 6, local 4 de San Pedro de Alcántara (Málaga)
Página web | Savor restaurante y tapas
Teléfono reservas: 951 531 777
Precio medio: 40 euros
Precio distintos menús de degustación: 39€ / 49€ / 55 € (según los pasos), más el maridaje

Foto de portada | Restaurante Savor

Menú degustación sorpresa: la apuesta de Lúbora para garantizar la calidad sin subir el precio

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Menú degustación sorpresa: la apuesta de Lúbora para garantizar la calidad sin subir el precio

Hasta hace solo unos años los menús degustación se veían como una excentricidad de los chefs más modernos, que condenaban a los comensales a pasar por el aro de sus gustos.

El debate sobre la conveniencia o no de contar con una carta “como Dios manda” no ha desaparecido, pero es un terreno abonado al comentario rancio, que poco importa si de lo que hablamos es de la pura gastronomía: y es que se puede comer igual de bien (o mal) en establecimientos con carta o sin ella.

Los menús cerrados tienen una clara ventaja: permiten ahorrar costes a los restaurantes, tanto en compras como en personal, lo que a su vez repercute en el precio final que paga el comensal. Pero si mucha gente no está dispuesta a aceptar que le digan lo que hay de comer, ¿hay público para un restaurante en el que ni siquiera sabes lo que vas a encontrar cada día?

Esa es exactamente la apuesta de Lúbora, un pequeño restaurante madrileño que, tras tres años de rodaje, ha decidido reducir su carta a la mínima expresión: tres menús degustación sorpresa (de seis, ocho o diez pasos, a 35, 45 y 55 euros, respectivamente), más otro protagonizado por su chuleta de vaca vieja (42 euros).

Para su chef Raúl Harillo –que ha pasado por cocinas de la talla de El Chaflán, Pedro Larrumbe o DiverXO–, esta era la mejor opción para mantener la calidad que busca en su cocina sin inflar el precio, ofreciendo además el mejor producto disponible a diario.

Lubora4 Merluza al horno, con setas shitake, crema de fabada y col kale.

“Todos los días vamos a la pescadería, nos traen los pedidos, no usamos nada congelado, ni de cuarta o quinta gama”, explica Harillo.

Hoy como platos principales de los menús se sirven una estupenda merluza de pincho al horno –acompañada de una crema de fabada, shitake y kale– y un abanico de cerdo ibérico a la plancha, pero mañana podrían ser cualquier otra pieza, con un acompañamiento similar (o no). “Lo bueno de esto es que hoy tengo una merluza de pincho buenísima porque estaba a buen precio y la he podido comprar, si mañana está a 18 no la puedo comprar”, explica el cocinero. “Y así con todo”.

Lubora1 Ajoblanco de coco, granizado de remolacha y camarones.

Dignificando el menú del día

En el fondo, Harillo –junto a su segundo José Carlos Ruiz, con el que posa en la foto de apertura– le da una sencilla vuelta de tuerca al poco reivindicado menú del día, pero dejando margen para practicar una cocina de nivel. “Tener menú sorpresa me permite jugar”, explica el cocinero, que hace tiempo que abandonó la idea de pelear en la liga Michelin.


“Si me preguntas hace tres años te diría que mis influencias eran los sitios con estrella Michelin, estaba a tope yendo a todos, y a hora tiro más a sitios de producto, más caseros”, explica Harillo. En su opinión se aproxima otra gran crisis, y el precio va a ser un factor importante a tener en cuenta.

Lubora2 Tartar de atún, con huevas de torito.

“Cuesta mucho llenar un restaurante”, apunta. “Desde enero hasta ahora viernes y sábado llenamos siempre, pero entre semana hay que trabajar algo, solo el fin de semana no lo sacas adelante. Hay un pequeño sector al que no le importa pagar, pero la gente cada vez quiere pagar menos y 30 o 40 euros ya le parece una pasada. Veo complicado el futuro”.

En Lúbora, como ocurre en otros magníficos restaurantes madrileños como Tripea o Tres por Cuatro, se puede comer de lujo por menos de 50 euros (con vino). Y es que el menú corto, de seis pases, es más que suficiente para quedar saciado.

Lubora3 Canelón de carrillera de cerdo, con crema de apionabo y bechamel al curry.

Cocina tradicional, con toque fusión

Harillo resume la filosofía de su restaurante en una frase: “No existe modernidad sin una buena tradición”.

En nuestro visita, en pleno verano, comimos primero un ajoblanco de coco, con granizado de remolacha y camarones. Una crema muy fresca, con la textura más de yogur que de ajoblanco, muy rica. Menos sorprendente era el tartar de atún, un plato que últimamente se ve demasiado. Correcto.

Seguimos con un canelón de carrilleras de cerdo, con crema de apionabo y bechamel al curry, muy bueno, para seguir con la merluza y el abanico de cerdo. Pero entre medias disfrutamos del que es uno de los platos estrella del restaurante: los callos.

Lubora5 Unos de los mejores callos de Madrid.

Este es el único plato que suele ser fijo en el menú (aunque siempre hay alguna alternativa para los detractores de la casquería) y merece muchísimo la pena. Con permiso de los que sirve Javier Estevez en La Tasquería, estamos ante los mejores callos del foro. Y no lo digo solo yo, pues ganaron el primer concurso a los mejores callos de Madrid, que se celebró las pasadas navidades.

Son unos callos tirando a picantes, con más morro y pata de lo habitual, que destacan por ser especialmente densos. “Nos tiramos tres o cuatro días haciendo los callos”, asegura Harillo. Y se nota.

Lubora6 Para terminar, abanico de cerdo ibérico.

Buena selección de vino

Terminamos la comida con un postre de “leche con galletas”, acompañado de un tofe con helado que estaba francamente bueno, y apuramos el vino, del que también tenemos que hablar. Y es que, la ausencia de carta de comida, se suple en Lúbora con una interesante carta de vinos, seleccionada por el propio Harillo.

En precios que van de los 20 a los 28 euros encontramos una selección bastante original, con fuerte presencia de denominaciones de origen poco trabajadas en Madrid. “Me dan mucha pereza las cartas que encuentro en Madrid: todo riberas, riojas y ruedas”, explica Harillo. “Eso es lo que me van a poner en casa de un amigo o si voy a comer con mi cuñado”.

Lo que te gastes de más en vino, te lo vas ahorrar en agua, que se sirve gratis nada más te sientas en la mesa. Algo que siempre hay que agradecer.

Qué pedir: no hay dónde elegir, así que te lo ponen fácil.

Datos prácticos.
Dónde: c/ Edgar Neville 39. (Madrid). Precio medio: 40/50 euros.
Reservas: 911 26 16 50 o en su página web..
Cierra domingo y lunes.

KFC reconoce que nadie compra las opciones saludables de sus menús: “Hemos fallado al lanzar productos que no esten fritos”

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KFC reconoce que nadie compra las opciones saludables de sus menús: “Hemos fallado al lanzar productos que no esten fritos”

La cadena de restauración Kentucky Fried Chicken (KFC) es conocida en todo el mundo por su pollo frito, y, como todos los grupos de restauración, ha tratado de ensanchar su mercado añadiendo algunos platos aparentemente saludables a su carta.

Pero, como ha reconocido en una conferencia sobre salud pública Jenny Packwood, directora de brand engagement en KFC de Reino Unido e Irlanda, todos estos intentos de vender opciones más saludables han resultado un fracaso.

Como apunta Ben Spencer en The Daily Mail, en los últimos años, la cadena ha gastado ocho millones de libras (nueve millones de euros) en instalar hornos y planchas en sus restaurantes para ofrecer productos distintos a su grasiento pollo frito, pero ninguno ha funcionado.

“Lo hemos intentado”, reconocer Packwood, “pero hemos fallado al lanzar un producto que no este frito. No hemos logrado que sea una opción sostenible. Sencillamente, no se se estaban vendiendo”.

Kfc2

Una lección de salud públca

Para Packwood, poco importa que las cadenas de fast food ofrezcan comidas saludables, si no hay gente interesada en comprarlas: “No es bueno lanzar un producto correcto desde el punto de vista nutricional pero que nadie compre. No mejora la salud de la nación y en términos de sostenibilidad es un desastre”.

Nadie que va a comer a un restaurante como KFC busca opciones saludables

En opinión de la directiva de KFC, la mejor forma de hacer los productos de comida rápida más saludables pasa por eliminar gradualmente la grasa, las calorías y la sal para que los clientes no se den cuenta. Si lo haces de forma más agresiva, asegura, se nota en las ventas.

Es lo que ha ocurrido después de que la compañía empezara a hacer sus patatas fritas más gruesas lo que, al tener menos superficie de fritura, hacía que se redijeran sus calorías en un 18 %. Aunque la compañía defiende este cambio, Packwood reconoce que ha sido controvertido, y ha dado muchos disgustos.

Esta es, en opinión de la doctora Alison Tedstone, nutricionista jefe de la agencia de Salud Pública de Inglaterra, la mejor forma de mejorar los menús de este tipo de restaurantes. Y es que, en su opinión, nadie que va a comer a un restaurante como KFC busca opciones saludables. Solo reformulando los productos insignia, se puede conseguir que haya un impacto verdaderamente notable en la salud pública. Aunque lo mejor, sería, obviamente, que la gente visitara menos este tipo de restaurantes.

Imágenes | KFC

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