Si estabas en Madrid a partir del año 1995 o tienes en torno a cuarenta años, seguro que has estado en el Restaurante el Viajero alguna vez. El Viajero abrió en la Plaza de la Cebada de Madrid en aquel año y rápidamente se convirtió en punto de encuentro en la noche de Madrid para tomar copas y a la vez en un lugar donde tomar tapas o comer su deliciosa parrilla de carne uruguaya.
El restaurante, que tiene una terraza que da a la calle está situado en un palacete de tres plantas construido a finales del siglo XIX, y en cada una de ellas, ofrece distintos espacios y servicios dependiendo de la hora del día a la que se acuda. Dejando de lado su restaurante donde disfrutar de la carne a la parrilla, sus hamburguesas o sus postres, hoy presenta un nuevo servicio para los fines de semana, el nuevo Brunch del restaurante El Viajero que hemos tenido oportunidad de probar.
El local y sus dueños
El local abrió para poder ofrecer carne del Uruguay, de donde son oriundos sus dueños, que habían abierto una carnicería en el vecino Mercado de la Cebada. Pese a que son jóvenes, han cedido el control del negocio a su hija Sara que tras su éxito en Manzana 330, se hace cargo de la gestión del local que acaba de cumplir 19 años.
Los espacios siguen siendo modernos y originales en su decoración. Amplia barra con la parrilla, mesas altas y originales sillas y taburetes en la planta de abajo. En el primer piso los grandes ventanales ofrecen vistas al Mercado de la Cebada o a la Iglesia de San Francisco. En él, donde antaño era la zona de copas, ahora se puede cenar de restaurante, ya que la planta de abajo se destina más a tapeo o picoteo.
Más arriba la azotea que se pretende volver a abrir, con sus vistas fantásticas y lugar idoneo para disfrutar de las copas y la noche, degustando alguna tapa.
El Brunch de El Viajero Madrid
Recién inaugurado este servicio, el Brunch de El Viajero Madrid funcionará los sábados de 11.30 a 16.00 a un precio de 21 euros. Si se quiere, por un precio adicional de otros 5 euros, se puede incluir un Cóctel además del menú que ahora os describo.
Primeros a elegir
Parfait de Yogurt de cabra con Galleta de Jengibre y Muesli Orgánico: El Parfait de yogur está presentado en un tarrito de vidrio cerrado. El sabor es realmente bueno, con muy buena combinación de sabores y texturas, pero la ración resulta escasa. Según me comenta la nueva gestora del local, la ración se va a aumentar porque está de acuerdo con la apreciación mayoritaria.
La otra opción para empezar es una Maceta de frutas variadas. El nombre de maceta parece aludir a un gran bol lleno de porciones de fruta pero en realidad es un recipiente con arroz en el que vienen pinchadas unas brochetas de frutas (piña, sandía, melón) que también resulta escasa, aunque es un primer plato para abrir boca.
Los primeros se sirven con zumos naturales recién exprimidos, realmente ricos.
Segundos platos a elegir
Guacamole, Hummus y Morcilla de berenjena casera, con selección de pan y crudités: Una deliciosa selección de productos para untar, acompañados de diferentes variedades de pan. El guacamole está bueno, el hummus, aún mejor y la morcilla de berenjena, -una especie de baba ganoush- está impresionante. Con los panes y los crudités -apio y zanahoria- resulta delicioso.
Huevos Benedictinos con holandesa Casera y beicon sobre pan de bagel: Los huevos están bien de punto y la holandesa bien conseguida aunque los bagel sobre los que se presentan las dos unidades, puede mejorar. Además, el brunch incluye café.
Valorando el conjunto, el brunch resulta suficiente, mejor por su calidad que por la cantidad, aunque en conjunto no resulta escaso como parece que va a ser al principio cuando sirven los primeros. Sí que se echa de menos un bufé de bollería o de embutidos como en los desayunos de los hoteles o la posibilidad de tomar una copa de champagne o una mimosa, algo que es clásico en los brunches americanos.
A la sugerencia de que se podría incluir opcionalmente la posibilidad de probar la fantástica carne uruguaya tradicional del restaurante, se muestran receptivos y nos dicen que lo estudiarán. Ya que ese es el punto fuerte del restaurante, creo que podría ser un interesante elemento diferenciador.
Restaurante El Viajero Madrid
Plaza de la Cebada 11 Precio Brunch 21 euros por persona
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Hace unos días os 
Aunque la reforma del local no ha afectado al interior ni a la planta de arriba, lo cierto es que la apertura de una terraza para verano y local cerrado acristalado para invierno ha transformado el aspecto general del Irish Rover. Será por la luz que entra por los cristales o por la sensación de espacio pero al entrar a este local parece que estás en un sitio nuevo.
Donde se intenta hacer un mayor cambio es en el apartado de la oferta gastronómica ya que se ha contratado a un nuevo chef, Gabriel Cabestany que procede del hotel Urban y del Santo Mauro y que está dando la vuelta a la carta de este pub irlandés. El objetivo es dirigirse desde la noche hacia el día, menos beber y más comer, mirando hacia los clientes que vienen ahora al Irish Rover, tanto a la hora de comer como al salir del trabajo.
Los callos son un plato tradicional de Madrid y de otras zonas de España, donde también se les conoce con el nombre de menudo. Siendo uno de los platos clásicos de la capital, Noviembre es el mes de los callos en Madrid, que le dedica por tercer año unas Jornadas en diversos restaurantes.
Ya es una tradición y cada 5 años, los dueños del restaurante El Chiscón de Castelló ofrecen un menú con los precios de 1979, el año en que inauguraron esta tradicional casa de comidas bien conocida en Madrid.
La cocina que dirige Miguel López Castanier es deliciosa y aunque guarda las formas del menú original de 1979, continuando la tradición de los anteriores jefes de cocina, hoy les da su toque personal de calidad, actualizada a los tiempos que corren.
Un plato que siempre merece la pena probar, es la caldereta de lubina, donde el fondo de pescado te hace cerrar los ojos y soñar con esos sabores de fumé de morralla o de pescado de roca en cada cucharada. Este sabor intenso, solo es superado por la deliciosa bullabesa de la que os hablaba antes y que merece una visita ex-professo, pues es una auténtica delicia. 
A la hora del postre, la oferta de 1979 incluye la tarta al queso, los helados, las peras al vino y otras delicias, todas en torno a las 200 pesetas (1,20€) 
Hace unos días me acerqué a comer a Smile Thai, un pequeño restaurante donde pude probar recetas de la cocina thailandesa cocinadas con la sencillez de quien domina los ingredientes y las técnicas de esta cocina oriental.
Situado en el madrileño barrio de Salamanca, llama la atención su decoración muy sencilla, ajena a aquellos lujos de antaño y se convierte en un espacio agradable y bien aprovechado. Tras un año funcionando, ofrece platos bien elaborados, sabores auténticos e ingredientes traídos desde Thailandia para asegurar la calidad.
En mi visita probé un surtido de aperitivos, formado por unos rollitos thai, empanadillas, ensalada, una gyoza al vapor, una especie de croqueta y un espectacular satay de pollo.
Continuamos con un plato de pescado, una merluza cocinada al vapor sobre vermicelli con una interesante salsa de jengibre, soja y especias Thailandesas que tenía un ligero toque picante muy agradable.
Los langostinos con salsa de tamarindo que siguieron, también me parecieron excepcionales. Este plato llamado Khung Sam Rod, son colas de langostinos cocinadas en la parrilla tras su marinado con tamarindo. Se sirven sobre un lecho de espinacas, aderezadas con salsa de tamarindo y sésamo blanco tostado. Muy ricos.
Finalmente, pedimos un curry de pato, para salirnos de lo más habitual, y nos encantó tanto la presentación en una preciosa cazuela que se mantenía caliente con una vela como el delicado sabor. Se trataba de carne de magret de pato cocinada al curry rojo, con un suave picante, suavizado con piña y lychee.
De postre probamos una mezcla de mango fresco, un arroz con leche de coco y lo mejor, un flan de coco realmente rico. Un menú sencillo y agradable en el que la calidad de los ingredientes y la buena elaboración se transmiten a cada plato.
Aún estás a tiempo de disfrutar la Ruta del Tequila Herradura, que como ya os hemos contado anteriormente, ha preparado una deliciosa propuesta gastronómica en colaboración con seis gastrobares o restaurantes de Madrid. Si hace unas semanas os hablábamos de la sugerencia de David Muñoz, hoy os vamos a contar qué ha preparado Nino Redruello de la Gabinoteca, su plato "Taco pato con margarita de Tequila Herradura".
El Tequila Herradura, se elabora íntegramente en la Hacienda San José del Refugio (México), con una técnica artesanal y con ingredientes 100% naturales. Esta bebida elaborada por destilación del ágave, está triunfando en las últimas semanas en la capital. 
Tras el Chili Crab de 
Situado entre José Abascal y Rios Rosas, en la calle Fernández de la Hoz número 53, la Gabinoteca es uno de mis restaurantes informales preferidos en Madrid, un lugar donde siempre llevo a visitantes y familiares que vienen unos días a Madrid. 
La Tapa elegida por el chef Nino Redruello para la Ruta del Tequila Herradura es el Taco Pato, compuesta de pato confitado con salsas chinas, guacamole, cebolla, cilantro y chile en un taco de maíz. El bocado resulta delicioso, crujiente y muy sabroso, y más cuando se acompaña con una copita de margarita muy suave, elaborada con este tequila reposado.
Un establecimiento como el restaurante Gaztelubide casi no necesita presentación tras una impecable trayectoria tanto en su local de Comandante Zorita como en el de La Florida en el que acaba de cumplir 25 años. 
Cuando estuve hace un par de semanas, comenzamos a modo de aperitivo mi acompañante y yo con unas anchoas servidas sobre un pan de cristal bastante conseguido y un tomate maduro. La fiesta continuó con un delicioso erizo, relleno de sus corales y cubierto con una holandesa y huevas de trucha con alga wakame frita. Puro mar.
No podría elegir uno u otro, creo que siempre que vaya, intentaría pedir ambos platos. Dos guisos bien elaborados, melosos, con un punto picante y con un producto de calidad. Me estoy relamiendo al recordarlos.
El concepto de teja como petit four o galletita no tiene nada que ver con la teja que sirven en Gaztelubide, una teja de más de 30 cm finísima, delicada y que sirve de entretenimiento a los comensales que la comparten. 
Situado en pleno barrio madrileño de Chamberí, el restaurante Lúa, es un fantástico lugar para comer bien y comer bonito. Hace unos días, me acerqué a comer por segunda vez en este lugar donde la cocina gallega tradicional y la cocina de autor se fusionan y en esta ocasión, opté por el menú de degustación que os paso a detallar.
Comenzamos con un original salmorejo de melocotón, con zamburiñas en ceviche por encima. una pieza delicada y llena de matices que auguraba un gran menú. La mano del chef gallego Manuel Domínguez se nota en platos creativos como éste, que lleva cierto tiempo manteniendo en la carta. El plato es una delicia, muy recomendable.
Tras el salmorejo, otros dos pequeños aperitivos, un taco de salmón marinado con soja y mayonesa de wasabi suave, muy acertado de punto y un foie micuit con queso San Simón y una empanada de manzana. 
Como entrantes, tomamos dos platos. Primero un arenque ahumado sobre torrija de tomate acompañado de una mayonesa al miso, un entrante suave, delicioso y original. La torrija de tomate es sublime y el dulzor del arenque y los contrastes con la mayonesa son realmente exquisito.
El chef Manuel Domínguez había preparado dos platos como platos fuertes de este menú de degustación. Por un lado un original bacalao al pil pil que tenía como particularidad que el pil pil se hace no con aceite de oliva como en el pil pil tradicional sino sobre una ajada gallega, el aceite con ajo y pimentón. Una delicia convertida en pil pil que acompaña perfectamente al bacalao.
Tanto por la cocina del chef Manuel Domínguez como por la exquisita atención y servicio, y la esmerada presentación de los platos, da gusto asistir a celebrar algo a un restaurante tan agradable como Lúa. Cada plato fue explicado en el momento por el personal de sala de manera cordial y sin ningún reparo en explicar los detalles de su elaboración. 
Siempre es un placer descubrir un restaurante que abre, una nueva ilusión, un proyecto que se hace realidad y ver cómo sigue habiendo cocineros como Isaac Fernández, que se atreven a apostar por uno mismo. Este cocinero, tras su paso por el Cenador de Salvador o por Urrechu y el Cielo de Urrechu ha abierto el Restaurante el Mendrugo en el madrileño barrio de Chueca.
Las mesas y sillas son cómodas y la luz es agradable y cálida, por lo que se tiene la sensación de estar a gusto, desde que se llega al local, una sensación que se completa con una música tranquila y relajante de fondo, que permite charlar y que ayuda a crear buen ambiente.
Así pude disfrutar de seis pequeños bocaditos: Primero un taco de salmón marinado, sabroso y muy jugoso, acompañado con guacamole. Después una ensalada de arenques con una vinagreta de vodka, servida sobre una rodaja de naranja y un plato de hummus casero con chips de verduras, muy agradable en textura y sabor.
Para mi acompañante que no era amiga de la casquería, nos ofrecieron unas sorprendentes lentejas con alcachofas y langostinos, que me parecieron una excelente combinación de sabores. Realmente, los conocimientos sobre la cocina mediterránea con productos de temporada que tiene el chef, se pusieron de manifiesto en este plato.
El de carne fue un taco de lengua de ternera estofada, acompañada con patatas violetas a la plancha, -vuelta a la carga con platos de casquería que el chef sabe que domina-, que estaba deliciosa, tierna y tenía un sabor intenso gracias a la salsa. 
Aunque los chocolates que sirvió en distintas texturas estaban muy buenos, -en especial el chocolate negro-, hubo dos postres que me gustaron mucho. Por un lado la falsa burrata, que en realidad es un trampantojo ya que pese a su apariencia, el postre es una panna cotta suave y cremosa, elaborada en film de cocina para conseguir esa forma.